Mientras el
turismo crece a ritmo exponencial, clamorosamente exitoso y los hoteles llenan
de turistas las costas de estas islas atlánticas, las camareras de piso, las
nuevas esclavas del siglo XXI, deben pincharse voltarén para comenzar la
jornada laboral.
Mientras los
grandes holding extranjeros y algunos hoteleros se hacen cada vez más ricos a
costa de la crisis mundial que llena los hoteles de las islas, las mujeres que
limpian las habitaciones para aguantar el dolor, para resistir a las dura
jornada que le espera, se inyectan entre ellas y contra el cansancio.
Mientras el turismo abarrota los hoteles
de estas islas abandonadas a costa de las camareras de piso que lloran su cansancio en silencio, en las mismas
playas siguen llegando supervivientes que la mar arrastra y que nosotros recibimos
en camiones de basura y enviamos a
celdas que es donde van a
parar los inmigrantes.
Mientras al sol
de sur, los hoteles brillan bajo las laderas, limpiados por mujeres extenuadas
que deben inyectarse para soportar los dolores, los turistas descansan en el paraíso,
ausentes de la esclavitud de esta gente.
Mientras la
pobreza anida en las calles y el pueblo abandona la dignidad acudiendo a
comedores de pobres, existe un mundo ajeno, terriblemente ausente que no sabe de
ancianos desahuciados ni de camareras que deben inyectarse para
soportar el dolor y las muchas horas de trabajo.
Mientras el
mundo resisten a la prueba del exterminio de millares de refugiados, los hoteles siguen repletos de europeos
satisfechos que olvidan por unos días la vida de estas camareras que lloran de
rabia y miedo.
Mientras al caer
la tarde comienzan a cenar los turistas en los hoteles, en la era de la
ignominia, una mujer sola,
exhausta, espera a que la guagua la lleve de vuelta a su casa y que
acabe otro día más en isla del olvido y del silencio.
2 comentarios:
Joder...
Te adoro.
Tú miras con los ojos y con el corazón.
Te abrazaría y no te soltaría.
Besos.
Eso no lo muestran las cámaras, pero existe.
Gracias y besos.
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