La calma me embarga
cuando miro al azul del cielo envolviendo esta estampa amable y pacífica de la
isla. La tarde va cayendo y el cielo se va convirtiéndose en añil al ritmo de mis
pensamientos. Voy pensando textos que se abren y se multiplican como los
colores de la tarde, palimpsesto de historias fragmentadas que me ofrece la
isla.
Y de pronto, la noche se desploma sobre la ciudad que se retira. El rumor del mar inunda la ciudad llenándola de un manto de misterio que como un río subterráneo anega las calles oscuras y los
callejones ventosos. Las aceras van quedando vacías, las ventanas de las
viviendas se iluminan con sus ojos de búho. Los vehículos y el rugir de sus motores es el último resquicio de una ciudad que se transforma en ave rapaz que
acecha. Los
habitantes caminan con pasos apresurados de vuelta a sus casas pues saben que en
es al caer la noche cuando los demonios se pasean por sus calles.
8 comentarios:
La noche es de los demonios.
Por eso me gusta.
Besos.
No vi la Charca al anochecer, era medio día...
Menudo contraste. Ahora que empezaba a relajarme con este rincón donde se puede respirar... Pero sí, siempre hay otra cara y otra lectura para todo.
Saludos.
http://www.youtube.com/watch?v=D57UOg9VDSQ
en la noche habitan miedos ancestrales y atmósferas oníricas. Me lo recordaste con mucha viveza
besos,
Lo que muestas me resulta tan exótico como cualquier paisaje remoto del planeta. Tan cerca y tan desconocido al mismo tiempo.
Un texto muy poético. Me gusta, como siempre.
Tus post conservan la huella de las palabras teñidas por las sensaciones que las calles y gentes de tu isla te ofrecen y, desde luego, siempre es un placer leerte.
:)
un abrazo
Así contado parece muy bonito, pero te aseguro que yo saldría corriendo....
Por la noche, en Madrid, siempre acompañada y el coche en el parking, toda precaución es poca.
Hace 8 ó 9 años salíamos S. y yo de un garito flamenco de esos que no conoce casi nadie, cerca de la plaza de Santa Ana pero que de pronto puede aparecer Jose Marcé o Capullo de Jerez y lo pasamos estupendamente, hasta la hora de irnos (las 4 de la madrugada o algo más), cuando un gitano (que no es xenofobia, que el sitio está lleno de ellos) de los de cadena de oro de 20 kilos y anillos de idem se empeñó en que tenía que pasar la noche con él¡¡¡. Hay Dios. Cuando nos veamos, que te cuente S. la historia, porque en mi vida la he visto reirse tanto y yo hasta que no me metí en el coche y cerré todas las puertas no dejé de temblar
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