sábado, 14 de noviembre de 2015

Bajo el cielo de Paris



BAJO EL CIELO DE PARIS


La conocí  hace más de veinte años y me enamoré de ella. Era la ciudad del amor, de la luz y la belleza  y todo era posible “bajo el cielo de Paris” como cantaba Edith Piaff. Por entonces yo era una muchacha triste y extranjera que se refugiaba en la belleza y  quería formar parte de la ciudad de los escritores, de la boheme, de la libertad que se respiraba en sus calles. Fue un romance intenso el que viví  con esa ciudad y como a las viejas amantes, siempre la recuerdo con cariño y vuelvo más de una vea a ella.
Anoche  al llegar a casa oí por la radio que Paris había sufrido un ataque cruento por parte de terrorista. Pensé en mi mejor amiga que vive allí, pensé en la locura en la que estábamos inmerso y en la creciente destrucción del lema que gritaron de los republicanos franceses:  “liberte, egalité, fraternité”
 Libertad de un pueblo para vivir como quiera y que  ahora perderemos un poco más con la excusa de incrementar las medidas de seguridad. Nuestros derechos fundamentales serán subrogados a favor de la seguridad.
 Igualdad, los informativos comentan que los terroristas, eran jóvenes  nacidos en Europa que se vengan de lo que sucede en Siria.  A nadie se le escapa la exclusión social que vive los barrios marginales de esta gran ciudad. La separación de ricos y pobres cada vez es mayor. Cuando la pobreza y miseria llega, la  exclusión y el odio que se instala en aquellos que no tienen nada y que serán fácilmente seducidos por ideología totalitarias y terroristas.
Fraternidad, la hermandad de los pueblos, los republicanos sabían que sin la solidaridad de los pueblos era imposible la revolución. Estos atentados redundarán de nuevo en los más miserables, en los refugiados que huyen de las guerras y el hambre. Se incrementarán las vallas que impedirán la llegada masiva de refugiados, precisamente por aquellos países que están mejor situados económicamente.
Sin embargo, Paris es un antes y un después.  Estos atentados nos dicen que imposible huir de la barbarie, del terror. Mañana será Londres, Madrid, o las Palmas. Nadie está a salvo del horror.  Si no resolvemos el problema desde la base,  disminuyendo la desigualdad social , la pobreza,  los que no tienen nada se verán con el derecho de arrebatarles  la vida a los que lo tienen todo.

 Sin fraternidad, la hermandad y solidaridad de los pueblos, estamos perdidos.  Quizás habría que comenzar a instalar el lema de la revolución francesa: liberté, egalité, fraternité.

5 comentarios:

emejota dijo...

La partida de la contrapartida, expresado en términos contables. Matemática universal.

Sara O. Durán dijo...

Que toda la luz cobije a cada uno de los franceses, en esta experiencia terrible, que ha sacudido a toda la humanidad y nos tiene tan consternados.
Un abrazo muy grande.

Fackel dijo...

Más Voltaire, hermana, más Voltaire.

Bipolar dijo...

Hoy ya lo he escrito barias veces, es "La maldad absoluta" Pero es que la maldad crece rápidamente si esta regada con la avaricia y abonada con la injusticia.

Un cariño, profe.

TORO SALVAJE dijo...

Los muertos siguen ahí...
Muertos.
Nadie les ve.
Pero siguen en París... es su ciudad.
Qué pena.

Aunque no deberíamos olvidar tampoco a los muertos de otras ciudades...

La humanidad es una cadena invisible de muertos con ojos asombrados.