BAJO EL CIELO DE PARIS
La conocí hace más de veinte años y me enamoré de
ella. Era la ciudad del amor, de la luz y la belleza y todo era posible “bajo el cielo de Paris” como cantaba
Edith Piaff. Por entonces yo era una muchacha triste y extranjera que se
refugiaba en la belleza y quería
formar parte de la ciudad de los escritores, de la boheme, de la libertad que
se respiraba en sus calles. Fue un romance intenso el que viví con esa ciudad y como a las viejas
amantes, siempre la recuerdo con cariño y vuelvo más de una vea a ella.
Anoche al llegar a casa oí por la radio que Paris
había sufrido un ataque cruento por parte de terrorista. Pensé en mi mejor amiga
que vive allí, pensé en la locura en la que estábamos inmerso y en la creciente
destrucción del lema que gritaron de los republicanos franceses: “liberte, egalité, fraternité”
Libertad de un pueblo para vivir como quiera y
que ahora perderemos un poco más
con la excusa de incrementar las medidas de seguridad. Nuestros derechos
fundamentales serán subrogados a favor de la seguridad.
Igualdad, los informativos comentan
que los terroristas, eran jóvenes
nacidos en Europa que se vengan de lo que sucede en Siria. A nadie se le escapa la exclusión social
que vive los barrios marginales de esta gran ciudad. La separación de ricos y
pobres cada vez es mayor. Cuando la pobreza y miseria llega, la exclusión y el odio que se instala en
aquellos que no tienen nada y que serán fácilmente seducidos por ideología
totalitarias y terroristas.
Fraternidad,
la hermandad de los pueblos, los republicanos sabían que sin la solidaridad de
los pueblos era imposible la revolución. Estos atentados redundarán de nuevo en
los más miserables, en los refugiados que huyen de las guerras y el hambre. Se
incrementarán las vallas que impedirán la llegada masiva de refugiados,
precisamente por aquellos países que están mejor situados económicamente.
Sin embargo,
Paris es un antes y un después.
Estos atentados nos dicen que imposible huir de la barbarie, del terror.
Mañana será Londres, Madrid, o las Palmas. Nadie está a salvo del horror. Si no resolvemos el problema desde la
base, disminuyendo la desigualdad
social , la pobreza, los que no
tienen nada se verán con el derecho de arrebatarles la vida a los que lo tienen todo.
Sin fraternidad, la hermandad y
solidaridad de los pueblos, estamos perdidos. Quizás habría que comenzar a instalar el lema de la
revolución francesa: liberté, egalité, fraternité.
5 comentarios:
La partida de la contrapartida, expresado en términos contables. Matemática universal.
Que toda la luz cobije a cada uno de los franceses, en esta experiencia terrible, que ha sacudido a toda la humanidad y nos tiene tan consternados.
Un abrazo muy grande.
Más Voltaire, hermana, más Voltaire.
Hoy ya lo he escrito barias veces, es "La maldad absoluta" Pero es que la maldad crece rápidamente si esta regada con la avaricia y abonada con la injusticia.
Un cariño, profe.
Los muertos siguen ahí...
Muertos.
Nadie les ve.
Pero siguen en París... es su ciudad.
Qué pena.
Aunque no deberíamos olvidar tampoco a los muertos de otras ciudades...
La humanidad es una cadena invisible de muertos con ojos asombrados.
Publicar un comentario