En cierta ocasión, conocí a una mujer mucho más joven. Me encontraba, por aquel entonces,
en una mala racha amorosa y deseaba a toda costar matar la nostalgia. Pasé una
noche con ella y nunca más, pues, inmediatamente, me di cuenta de mi error. Sin embargo, ella no lo vio así, por lo
que siguió manteniendo el contacto por más que yo insistía en que había sido lo
que había sido y no había más allá.
La muchacha
resultó persistente y veía señales donde sólo había cansancio y hartazgo. No
era cuestión de herir a nadie, pero aquella insistencia llegó a preocuparme
cuando vi que, lejos de alejarse, tras mis calladas respuestas, continuaba ahí,
persiguiendo mi sombra sin descanso e implorando mi amor. Era irreductible al
desaliento, llamaba en cualquier ocasión y veía señales invisibles destinadas para ella en cada escrito que
publicaba. Y por más que le decía que ni amiga ni leche machanga, ella
permanecía allí, inmune a todo lo que decía. En ocasiones, me daba lástima y
otras me arrepentía enfadada conmigo misma por haber sido tan impulsiva y haberme
dejado llevar por mis impulsos.
"El tiempo nos protege de nuestros peores errores" dice el autor de “amor perdurable”. En esta novela de de Ian MacEwan he descubierto que lo que esta chica sufría es una patología conocida como síndrome de Clerambault o “erotomanía”, eel que sufren aquellas personas que se obsesionan con otra y creen ilusoriamente que esta también está enamorada de ella. Ni que decir tiene que me leí el libro en dos días reconociéndome en el protagonista víctima de esa obsesión.
"El tiempo nos protege de nuestros peores errores" dice el autor de “amor perdurable”. En esta novela de de Ian MacEwan he descubierto que lo que esta chica sufría es una patología conocida como síndrome de Clerambault o “erotomanía”, eel que sufren aquellas personas que se obsesionan con otra y creen ilusoriamente que esta también está enamorada de ella. Ni que decir tiene que me leí el libro en dos días reconociéndome en el protagonista víctima de esa obsesión.
El primer
capítulo nos narra el encuentro desgraciado y fortuito de los personajes, hay
una descripción a vuelo de pájaro de la acción realmente magistral. Alimenta el
alma en medio de tanta mediocridad literaria encontrarse con joyas de este
tipo. Ya la anteriores novelas que leí Chesil
Beach o Solar no me dejaron
indiferente, por eso sabía que era apuesta segura. Ian MacEwan es, a mi entender,
uno de los mejores escritores vivos de lengua inglesa, si no el mejor.
La trama
psicológica está servida y se fragua
a un ritmo tenso. La desconfianza de la feliz pareja, el ritmo de la
narración y las obsesiones
amorosas son evidenciadas y puesta en juego con la llegada del desconocido. La
conciencia de individualidad, la solidaridad, la incomprensión en la pareja se
desarrollan a través de una trama psicológica que nos hace reflexionar sobre la
frágil línea que separa la cordura de la locura, el amor del desamor.
7 comentarios:
Uy! Esa delgada línea donde algo deja de ser y otra cosa comienza... tentada por leer algo de este autor.
Sugerencia aceptada.
Besos Ico!!!
Interpretan la realidad para que esta se acomode a sus deseos.
Cómo luchar contra eso?
Es muy difícil.
Besos.
muy bueno.
Si, la vida es la base de la literatura, auqnue a veces no lo parezca.
definitivamente, hay que obsesionarse con educación y gusto, de lo contrario corres el riesgo de que te metan en el saco de los locos
besos,
Tus citas siempre suelen ser así de interesantes y atrayentes. Tienes la cualidad de hacer sentir -al menos a mi- que tenemos que disfrutar y entretenernos con los libros que nos propones. Hay amores que se tornan obsesivos y totalmente ofuscadores.
un abrazo
Debe ser algún sino de las arianas sufrir estas persecuciones (educadas y con gusto, que conste, pero persecuciones al fin y al cabo) a causa de nuestra impetuosidad, me temo.
Afortunadamente me hago mayor y el ímpetu se ha tornado sosiego.
Larga vida, Ico.
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