miércoles, 23 de octubre de 2013

Amor perdurable



En cierta ocasión, conocí a una mujer mucho más joven. Me encontraba, por aquel entonces, en una mala racha amorosa y deseaba a toda costar matar la nostalgia. Pasé una noche con ella y nunca más, pues, inmediatamente, me di cuenta de mi error.  Sin embargo, ella no lo vio así, por lo que siguió manteniendo el contacto por más que yo insistía en que había sido lo que había sido y no había más allá.
La muchacha resultó persistente y veía señales donde sólo había cansancio y hartazgo. No era cuestión de herir a nadie, pero aquella insistencia llegó a preocuparme cuando vi que, lejos de alejarse, tras mis calladas respuestas, continuaba ahí, persiguiendo mi sombra sin descanso e implorando mi amor. Era irreductible al desaliento, llamaba en cualquier ocasión y veía señales invisibles destinadas para ella en cada escrito que publicaba. Y por más que le decía que ni amiga ni leche machanga, ella permanecía allí, inmune a todo lo que decía. En ocasiones, me daba lástima y otras me arrepentía enfadada conmigo misma por haber sido tan impulsiva y haberme dejado llevar por mis impulsos. 
"El tiempo nos protege de nuestros peores errores" dice el autor de “amor perdurable”. En esta novela de de Ian MacEwan he descubierto que lo que esta chica sufría es  una patología conocida como síndrome de Clerambault o “erotomanía”, eel que sufren  aquellas personas que se obsesionan con otra y creen ilusoriamente que esta también está enamorada de ella. Ni que decir tiene que me leí el libro en dos días reconociéndome en el protagonista víctima de esa obsesión.
El primer capítulo nos narra el encuentro desgraciado y fortuito de los personajes, hay una descripción a vuelo de pájaro de la acción realmente magistral. Alimenta el alma en medio de tanta mediocridad literaria encontrarse con joyas de este tipo. Ya la anteriores novelas que leí Chesil Beach o Solar no me dejaron indiferente, por eso sabía que era apuesta segura. Ian MacEwan es, a mi entender, uno de los mejores escritores vivos  de lengua inglesa, si no el mejor.
La trama psicológica está servida y se fragua  a un ritmo tenso. La desconfianza de la feliz pareja, el ritmo de la narración y  las obsesiones amorosas son evidenciadas y puesta en juego con la llegada del desconocido. La conciencia de individualidad, la solidaridad, la incomprensión en la pareja se desarrollan a través de una trama psicológica que nos hace reflexionar sobre la frágil línea que separa la cordura de la locura, el amor del desamor. 

7 comentarios:

Maga h dijo...

Uy! Esa delgada línea donde algo deja de ser y otra cosa comienza... tentada por leer algo de este autor.
Sugerencia aceptada.

Besos Ico!!!

TORO SALVAJE dijo...

Interpretan la realidad para que esta se acomode a sus deseos.
Cómo luchar contra eso?
Es muy difícil.

Besos.

Pensando en Haiku, Karin Rosenkranz dijo...

muy bueno.

mjromero dijo...

Si, la vida es la base de la literatura, auqnue a veces no lo parezca.

maslama dijo...

definitivamente, hay que obsesionarse con educación y gusto, de lo contrario corres el riesgo de que te metan en el saco de los locos

besos,

Esilleviana dijo...

Tus citas siempre suelen ser así de interesantes y atrayentes. Tienes la cualidad de hacer sentir -al menos a mi- que tenemos que disfrutar y entretenernos con los libros que nos propones. Hay amores que se tornan obsesivos y totalmente ofuscadores.

un abrazo

Anónimo dijo...

Debe ser algún sino de las arianas sufrir estas persecuciones (educadas y con gusto, que conste, pero persecuciones al fin y al cabo) a causa de nuestra impetuosidad, me temo.
Afortunadamente me hago mayor y el ímpetu se ha tornado sosiego.
Larga vida, Ico.