Al caer la tarde
la inquietud viene de improviso como una lluvia suave de verano que anuncia más
verano. Y ahí se arrima a ti, se posa en ti y ya no puedes salir de ella.
Al caer la noche viene alguien que te
ama y te dice que no pasa nada, estoy aquí, sólo tienes que hablarme, antes
eras una y ahora somos dos. Acaricia tu vientre su mano caliente y piensas, quieres
hablar pero las palabras no vienen, sería tan fácil. Te levantas te sientas en
el baño y de pronto ves un gato negro correr en el salón y piensas si no has
bebido demasiado, o si comienzas a tener alucinaciones porque vas al salón y descubres
que no hay ningún gato negro.
Vamos al cuarto
amor, quieres leerme poesía. Pero
la niña titubea, no sabe lo que le
pasa más que algo le pasa y duda. Y qué tal al juego de los besos, sí ese me gusta. En el combate de los
besos es vencida por la piel y el
deseo, y todo se olvida en el instante en que los cuerpos se encuentran, se
entrechocan, se retuercen, se succionan, se devoran, vida, y ya no piensas siquiera
que, como mejor forma de evasión no hay ninguna que se la pueda igualar. La noche cae, el viento no cesa, el
cuerpo de la amada duerme, y el
gato negro, en alguna parte,
acecha.
7 comentarios:
Maldito gato negro.
Algo no irá bien.
Besos.
Aplaudiría, si lo hubiese oído recitar..precioso, profesora. Un beso.
Dudas?
Preciosas palabras de amor. ¡Que no nos estorbe el gato!
Un abrazo.
La mejor de la batallas y como "yo misma" aplaudiría si lo hubiera escuchado recitar!
Precioso!
Es cierto, es un relato perfecto. Aunque quiero creer que la mala suerte del gato desaparecerá y la joven olvidará las dudas...
:)
Lindo texto, sobre el amor, la otredad, la soledad y la necesidad de superarla
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