martes, 15 de enero de 2013

Desconecto





Ya la gente no se llama se wasapea, se envían mensajes, reduciendo en simples frases toda una existencia, el fervor de lo simple, de lo reducido al máximo. La síntesis, pero también la creciente necesidad de comunicarnos de esta forma. 
Sin embargo, es un sistema perverso de comunicación, contrariamente al teléfono que no deja  constancia alguna, el mensaje deja huella escrita. Y uno escribe como quien deja señales de cada paso que da, “ahora te llamo” “estoy saliendo del trabajo”, “ pásalo”
Si no desconectas tu wasap todos los amigos y contactos pueden estar de pronto en tu cuarto, llamándote a la puerta, justo en el  momento que querías disfrutar en soledad.
 Uno empieza a preocuparse cuando  hay algo que inevitablemente te empuja a atender el reclamo o a leer lo que alguien ha tenido a bien contarte.
El móvil ya  es un apéndice más de nuestra mano. No sabemos cómo influirá esto en nuestra manera de pensar, de sentir o actuar. Hemos copiado la forma de actuar de los adolescentes a los que recriminamos por  su excesivo uso.
El móvil es un problema cuando te obliga a estar pendiente de él y ya nadie duda de que su utilización marcará nuestra forma de ser y  de relacionarnos en el futuro.
Al igual que la televisión es un instrumento de manipulación masiva donde las imágenes se suceden en cascadas como en un noticiero cotidiano y repetido: Un país que invade a otro, guerras de árabes y judíos, manifestaciones en Paris contra el matrimonio homosexual, nuevas violaciones en la India, en Marrueco se debate la ley que permite al violador de la menor casarse con ella para eludir la cárcel. Alta contaminación en Pekín.
Imágenes nuevas y repetidas de un mundo demasiado vertiginoso para aprehenderlo.  
Nada es real si no es imagen.  Globos sondas para la desinformación. Río revuelto ganancia de poderosos.  El poder de la desinformación.
¿ Acaso creías en la inocencia de la imagen?
Estás controlado.
La futilidad y la superficialidad son los valores  que imperan. Desconexión.

11 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Estamos controlados, marcados, vigilados, grabados, y en cualquier momento pueden ir a por nosotros.
Al final el hombre libre será el que esté alejado de cualquier chip.
Nos hemos puesto las cadenas nosotros mismos y encima pagamos un dineral por ellas.

Besos.

Maga h dijo...

Tenemos conciencia de tanto mundo! Existe tanto que tal vez en algún momento deje de cabernos en el propio!

Y no estaría tan mal, ya que el que mucho abarca poco aprieta!

TARA dijo...

Presos de las comunicaciones, a veces incluso resulta difícil desconectar... Aunque en la distancia, esto resulta útil, nos ayuda a no alejarnos del todo, a no perder contacto... Quizás, el problema no sean las comunicaciones sino el uso que hacemos de ellas...

maslama dijo...

personalmente, sigo resistiéndome a la comunicación mínima (wasap, twitter). Y el móvil y los mensajes tampoco son santo de mi devoción, sólo en su versión más utilitaria. Creo que la comunicación de nuestros tiempos cada vez tiende más a la futilidad, si no somos nada, con esos cacharros aún menos

besos,

ISA dijo...


Detesto el móvil hasta el extremo de que tengo uno del año 0 , sin internet, ni whassapp, ni correo electrónico, ni na de na.

Mi aborrecimiento viene de cuando muchos más años de los que quisiera, tenia que llevar el mío (por mis hijos) y el del ministerio (por el jefe, y además las 24 horas diarias de lunes a domingo....).
Y ahora mantengo el personal por la family, fundamentalmente, aunque tengo que reconocer que si no se abusa de él, es bastante práctico aunque yo casi siempre me lo olvido en casa.

No me gusta hablar por teléfono más que lo imprescindible. Para una conversación como dios manda, prefiero el face to face, así que todas/os mis amigos/as han renunciado a tener largas conversaciones telefónicas conmigo.
Creo que me estoy volviendo troglodita.

Mary Carmen Pérez dijo...

Totalmente de acuerdo, me olvido de que tengo móvil, tanto que mis hijas me llaman senil porque no lo tengo en cuenta, paso, lo llevo conmigo por si se me pica una rueda del coche o por alguna urgencias de mis hijas o pareja,pero no estoy programada para su sonido, por lo demás me pone de los nervios tanta "adicción".

Estela Rengel dijo...

Convertimos en problemas todo lo que podrían ser ventajas, creo que es la característica más actual del ser humano. Medios de comunicación prácticamente instantánea que nos permiten estar en contacto con gente de casi cualquier parte del planeta no deberían ser algo negativo. Pero la cagamos cuando los anteponemos al cara a cara, al olor de la otra persona cuando al encontrarte con ella para tomar un café, la abrazas o la besas antes de entrar en el bar. A ese gesto de su cara que delata o acompaña lo que nos está diciendo de viva voz y completa el sentido de la conversación. Estamos elevando a las máquinas al lugar del ídolo y quienes, como yo por ejemplo, no podemos permitirnos todas las modernidades al momento como otros parecen poder (y si no pueden, se endeudan si hace falta) nos sentimos "marginados" y casi "obligados" a seguir la marea para no "perder el contacto". ¡Perder el contacto, dicen! "¡Es que no estás en contacto con nosotros!" ¡¿Pero qué contacto?! ¡Si el único contacto es el de tu dedo contra la jodida pantalla! Mal, muy mal.

Bei Chà dijo...

Jaja cuánto dramatismo por aquí. Si no es para tanto! (al menos no mientras todas las empresas que están detras de estas tecnologías decidan usar este poder en nuestra contra)

Yo crecí escribiendo cartas en verano, a las amigas. El teléfono fijo no lo usaba mucho, apenas para quedar cuando no lo habíamos hecho antes. Era un lío: llama a una, a otro, a otra, que puede, que no, vuelve a llamar, que si tú llamas a cual y yo a Mengana. A los 18 empezaríamos con los mails, al principio sólo con la gente de lejos. A los 23 tendría mi primer móvil, hace poco empecé a wasapear.

Pero, ¿reduce nuestra vida social o la calidad de nuestros encuentros? Yo no he conocido a nadie del tipo "no puedo quedar, es que voy a wasapear, soy más de eso". Ni tampoco he observado que con la llegada de todas estas tecnologias nuestras conversaciones cara a cara hayan perdido calidad o profundidad o algo. Son como siempre, depende de la persona, la confianza, el momento. A veces tontas, otras no, etc.

Las causas de la tan extendida soledad en Occidente hay que buscarla en otros lados. Estos aparatos y tecnologías no son la causa, al revés, sirven, en todo caso, para paliar la de aquellas personas que no tienen nunca con quién quedar/estar, la de quienes tienen problemas (previos) para relacionarse y la de una misma cuando quiere estar con otras persona pero toda su gente está a otras cosas.




Esilleviana dijo...

Me resisto a tanto control y supervisión. No quiero whatsApp, internet en el móvil ni android que guíe mis días. Pero sí necesito la red virtual con los blog, el periódico digital y la poesía :))

un abrazo

Anónimo dijo...

Si no disiento no sería yo!
A mi me sirve para escribir pensamientos a la velocidad del corazón...

Anónimo dijo...

A veces me olvido el celular (móvil), que es de los viejitos, sin internet, sin conexión, solo llamadas y sms. Para qué más. Pienso en tu reflexión, acaso pensando cada día más en desconectarme y escribir, solo escribir, sin tanto bombardeo de información.

Beso