jueves, 17 de enero de 2013

Cucarachas



Llegué  a la isla  después de veinte años precedida de tres cucarachas. Eso dice mi madre,  y ya se sabe lo difícil que es hacer cambiar de opinión a una madre cuando se le mete algo en la cabeza. Al menos, a la mía. De nada sirve que le cuente que el colchón de donde supuestamente salieron las dichosas cucarachas inglesas, venía embalado al vacío desde la misma tienda, o que en esta época las cucas salen de todas partes, hartas de pasar calor. Pero es mejor pensar que ya se le está yendo la cabeza o  que en realidad las cucarachas, inglesas chiquitas, me precedieron en el viaje.
A fin de cuentas, mi madre no va a cambiar ya a esta edad, y en  su defensa tampoco es que sea  muy normal que una hija vuelva a su casa después de tanto tiempo, yo, la hija prófuga,  la que salí huyendo para no volver, porque me matarían si me quedaba, según mi madre, porque me moría si me quedaba, según yo.
Pero las únicas que murieron fueron las tres  minúsculas cucarachas que mi madre mató con la zapatilla de dormir una mañana a finales de agosto, tres días antes de que yo viniese.
- Estas las trajo Julia, seguro- decía, mientras las hacía crujir contra el suelo, dejándome sin mis compañeros de viaje.
Sola, en mi cuarto de soltera, justo encima de la casa donde ella duerme, mirando las paredes vacías y el polvo de la persiana del que será mi cuarto, siento como si me hubiese despertado de un sueño, y nunca hubiese salido de aquí ni el tiempo hubiese pasado.
Pero ha pasado, no hace falta que mire mi carnet de identidad, cuarenta y siete cumplidos en abril, ni que haya olvidado casi todo lo que me paso. Sé lo que he vivido, sé lo que pasó, porque fue a mí a quien me pasó. En cierta forma soy como ellas, una espléndida superviviente, pude vivir sin cabeza durante mucho tiempo.
 Lo sé, ya no hay  nada que me mate, como a las cucarachas.
Bastaría saber si las cucarachas creen en algo.
Mi madre me dice que lo que no se cuenta no se sabe. Ella no quiere saber, ni recordar, ya dejó su pasado atrás, sepultado. Lo que le queda ahora  son años  extras y enfermedades. Pero yo si quiero contar todo lo que sucedió. Para qué, para qué, dirá mi madre en su tumba, para qué remover el pasado. Para que no vuelva a pasarle a nadie, porque necesito saber, porque no soy nadie si no me perdono. porque necesito perdonarme, olvidar aquel tiempo en el que me sentí una asquerosa y vomitiva cucaracha. Quizás empiece  hoy, en este escritorio desolado y sucio, justo veinte años después de salir del infierno para volver de nuevo a  él.

16 comentarios:

Igor dijo...

Caramba, pues me dejas lleno de curiosidad. Me gusta esta anécdota tan cercana y a la vez tan ¿qué palabra uso?, fuera de lo común.
El tiempo es una ilusión, así que estás a tiempo.
Saludos.

María dijo...

Una mano de pintura. Una persiana nueva. Tu color... y todo cambiará.

maslama dijo...

hasta las madres tienen derecho a sus errores, y a pasar sus últimos días en paz. Las verdades de la madurez no son para la vejez

besos,

mjromero dijo...

Qué bien le va el contenido a la etiqueta 'La extranjera', es un buen inicio para algo más extenso, es como si siguiera en otra hoja.
Dicen que han aumentado las plagas con la crisis.Pero esas cucarachas son como un mal presagio.
Un abrazo.

Esilleviana dijo...

"Las cucarachas son prácticamente ciegas, detectan las vibraciones, cambios de temperatura, humedad utilizando sus antenas, transmiten enfermedades al ser humano, sus excrementos provocan urticarias, estornudos o lagrimeo...", todas/os tenemos algo de cucarachas :)) pero es necesario desencadenar ciertas reacciones en los demás para demostrar que están y estamos vivos.

Un abrazo

Maga h dijo...

Los lugares los construye uno, y vos no sos la misma de hace veinte años atrás.

No será ese el mismo lugar ni el mismo infierno, serán otros, los que constuyas vos.

De vos depende.

Beso enormeeeeeeeeeeeeee

Enrique García dijo...

Yo me quedo con lo bien que escribes porque en la literatura que es lo que tú haces no sé dónde está la biografía y dónde la metáfora. Tampoco me importa. Lo que hago es disfrutar con tu escrito, acercarlo a mi vivencia y acercarme a la tuya. Gracias.

Anónimo dijo...

Magnífico!

TORO SALVAJE dijo...

Arreglar cuentas con el pasado sólo es apto para valientes.
Y yo intuyo que tú lo eres.
Adelante!!!

Besos.

LaCuarent dijo...

Volver a limpiar el polvo del pasado a crear futuros nuevos en cuartos arcaicos pero contándolo para que se sepa

Siempre un placer

secuelasdeunalarguísimanotaderechazo dijo...

Resulta más fácil a veces perdonar al otro que a uno mismo. Eso de sentirse como una cucaracha, eso de sentirse asquerosa/sa, es, no hay duda, una sensación verdaderamente nefasta.

Cierto remedio, como forma de redención, es a veces la escritura. Espero que tu gran novela americana esté ya en proceso. Besos.

Anónimo dijo...

Un texto delicioso, con sabor a poco, con muchos interrogantes.

Saludos, llego de casualidad, luego de una visita por lo de MAGAH y, con tu permiso, me quedo un rato.

Anónimo dijo...

todas las cucarachas creen en dios, o algo... ;)

E.

Anónimo dijo...

Haces volar al pasado,sentir los resquicios de la niñez,de la juventud....haces sentir el olor del cuarto de cada uno cuando aún deambulabamos por ellas,haces recordar el color de las cortinas,de las vistas desde la ventana....real o ficción....sea lo que sea,lo tuyo es literatura!

Ico dijo...

Gracias anónimo.. dónde está el límite entre realidad o ficción.. anima saber que gusta lo que escribo..
saludos.

Catalina dijo...

¡QUÉ BUENA ERES, ESCRIBIENDO, MI NIÑA.

ESE POEMA ME HA PARECIDO DESGARRADOR.
SE ME HA ENCOGIDO EL CORAZÓN.
¡QUÉ TERRIBLE ES EL MIEDO EN TODAS SUS FACETAS...!

EN EL FONDO NO SON TAN DIFERENTES LAS DOS PERSONAS DEL POEMA, AMBOS TIENEN MIEDO; UNO A ABRIR LAS VENTANAS EL OTRO A CERRARLAS, PERO MIEDO, A FIN DE CUENTAS. LA PERSONA QUE HACE LA MALETA SE VA CON SU MIEDO A OTRA PARTE Y JAMÁS SERÁ LIBRE HASTA QUE NO SEA CAPAZ DE ENTENDER QUE A TRAVÉS DE LOS CRISTALES LA LLUVIA SE VE PRECIOSA.