Nada más abandonar la ciudad, dejando los viejos
cuarteles militares a la izquierda y el nuevo hospital a la derecha, nos
encontramos con el Centro. Así, visto de lejos, podría parecer una cárcel o un
centro de reformas de adolescente problemáticos. Pero es sólo un Centro de Educación
Obligatoria. Si nos asomamos al interior, mirando tras su rejas, vemos un patio
central alrededor del cual se distribuyen las aulas, o al menos, eso creo,
porque es la primera vez que entro aquí. Me encamino con paso firme hasta la recepción y el conserje me reconoce.
- ¿ profesora nueva?.
- Sí - respondo, y me señala la sala de
profesores.
Unos treinta profesores y maestros se saludan,
el grupo se mira, se observa, los que van llegando se incorporan a este nueva
rueda de presentaciones.
- No
me gustan los besos, doy a todos por saludados- comento desde la entrada con una
amplia sonrisa. Todos me miran.
El director nos convoca para una reunión, lo
que me salva de tener que presentarme. No dura mucho, lo justo. hay que
examinar. A la salida, algunos alumnos esperan ya en los pasillos para hacerlo.
Alrededor de una mesa están todos los de raza negra, hay una mayoría de chicas.
Alumnos y profesores nos miramos por primera vez. Ellos nos miran directamente, nosotros,
hacemos como que no miramos.
A las once menos diez abrimos las aulas y
separamos las mesas. Abro los sobres blancos donde están los exámenes, dos
hojas grapadas con preguntas. Leo algunos epígrafes por encima. Observando el
tipo de examen puedes saber qué tipo de profesor es. Este era tradicional,
formal, y ajeno la realidad del alumno: las categorías gramaticales, la rima, sintaxis,
la literatura Medieval, obras de Gonzalo de Berceo…
Siento una rabia sorda que me nace en el estómago.
No me imagino a ningún alumno inteligente interesándose por las obras de un
monje del siglo XIII.
Pienso, mientras leo, que yo tampoco yo sé lo
que un serventesio, ni quiero saberlo.
Los alumnos empiezan a llegar, cogen el examen
y lo miran con la misma cara de aburrimiento. Comienzan a escribir, algunos no
han traído ni bolígrafo. Los miro con compasión, no me extraña que detesten
esta asignatura: los grados del adjetivo, los hiperónimos, los hiatos, los conectores narrativos…
Me siento en mi mesa a leer, soy la guardiana
de esta cárcel del saber. Ellos, encadenados al pupitre escriben, o no. Algunos ya se han elevado por encima de la
hoja y piensan en otra cosa, fuera del aula cárcel, lejos de aquellas palabras
extrañas y sin significados.
En el clase de al lado hay follón, oigo a mi
compañera invitar a salir un alumno de la clase. El director asoma la cabeza
por el aula, hace una señal de saludo y continúa, todo va bien, detrás entra
una alumna despistada. Al lado se oyen las voces de algunos chicos, deben ser
que se rebelan contra el alejandrino, contra el adverbio, contra las palabras
invariables, contra las funciones del lenguaje y los complementos indirectos...
Los
primeros comienzan a salir, miro los exámenes por encima y sé que están todos
suspensos, apenas han escrito unas líneas, luego comienzan a salir en cascadas,
cabizbajos, liberados, felices. Un alumno se acerca, qué son las figuras
literarias, me pregunta. No se lo debería decir pero se lo digo, no es la llave
de la prisión.
La chica que entro al final me entrega el
examen, huele a pobreza, a hacinamiento, a paro. No quieres escribir más, le
pregunto, niega con la cabeza. Todos se van marchando, va quedando el aula
vacía. Sólo estamos el alumno que me ha
preguntado y yo, frente a frente. Se levanta dubitativo, me mira, finalmente me
pregunta.
- Manrique fue el que escribió el Lazarillo.
- No, respondo, Ese es el de la Coplas por la
muerte de su padre, el Lazarillo es una obra anónima.
Se
sienta de nuevo, escribe, duda se levanta, me mira.
- Entonces, Fernando de Rojas fue el que
escribió el Lazarillo, insiste.
- No, le digo, te dije que era anónimo, eso
quiere decir que no se conoce el autor.
Se lleva la mano a la cabeza sorprendida. Se
sienta de nuevo y escribe como un amanuense medieval.
- Ya es la hora- le digo
Me entrega el examen, noto cierta vergüenza en
sus ojos, le echo un vistazo. Apenas ha escrito unas líneas.
- Cuántas te quedaron, le pregunto.
- Cinco, responde.
- Bueno, pues nos vemos este curso.
- ¿Qué cursos va dar usted?
- Aún no lo sé - le digo.
Cierro
la celda detrás de él y salgo.
10 comentarios:
Cuanto bueno por hacer tiene en sus manos esa profesora.
Me ha gustado leérte.
Te auguro una ardua tarea, pero tu naciste para eso, suerte.
En mi Facultad hay profesores que hablan del método etnográfico en la investigación. Tú haces etnografía de la realidad escolar.
Podrías agrupar tus textos que hablan de escuela y me lo envías. Serán un excelente material para comentar con mis alumnos.
Un abrazo y buen curso. Suerte! La necesitamos.
El destino te coloca donde estás..... porque sólo sabes hacer lo q haces como lo haces..... Suerte profe, tú puedes. Besos
Me has hecho recordar una entrevista que escuché el lunes a Benjamín Prado y comentaba que el libro que hizo despertar la curiosidad por la literatura fue la historia de Garcilaso de la Vega, imagínate; un chaval con 14 años interesado en un poeta soldado, enamorado. Curioso y tú en esta historia tan entrañable, realista y a la vez, complicada entiendes que los chicos/as de la ESO no les atraiga la idea leer a J. Manrique o el Lazarillo o qué es un verso alejandrino. Pero solo te puedo dar la razón, a mi a esa edad tampoco me gustaba mucho la lengua, sí la literatura.
Bonito post y seguro que este curso dejarás una gran huella en tus alumnos de secundaria.
Un abrazo
ps: no te preocupes por contestar a mis preguntas... eran demasiadas; ya te leeré e iré descubriendo como va todo. Mucha suerte y buen inicio de curso.
Bien por ti.
Ánimo.
Besos.
Ay..compañera, yo también extreno destino...Y ando asimilando la progresión...
Un saludo
..o¿estreno?
Me recordaste un poco a mí en este post. Yo soy profesora de inglés, pero el estilo que tenemos creo que es el mismo.
Suerte con el nuevo curso.
Ana
ENRIQUE GARCÍA: ¿Va en serio lo de la etnografía? Porque yo también tengo muchos textos sobre mi trabajo en el instituto en mi blog y jamás pensé que pudieran servir para dar clase en la universidad.
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