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¡Tu libros¡- exclamó riendo sin pudor.
Me aparte de su
cuerpo para poder mirarla mejor. Quizás no había oído bien la pregunta. Sabía
que me arrepentiría de haberla hecho, pero ya era demasiado tarde y ahora
quería saber la respuesta
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¿Qué que es lo que menos te gusta de mí? –
insistí.
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¡Tus libros¡ – respondió de nuevo abriendo
muchos los ojos.
Evidentemente no
eran los que había escrito yo. No había mostrado el mínimo interés por ninguno
de los poemas que le escribí en arrebatados momentos de pasión.
Le molestaban
los otros. Los libros que reposaban en mi biblioteca o vivían esparcidos por
toda la casa.
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¿Por qué? - Pregunté perpleja.
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Porque tienen mucho polvo.
La miré, era
hermosa y primitiva como un animal. Nuestra relación se basaba en espaciados encuentros
ocasionales, fogosos y explosivo
que despertaban en mí un deseo furibundo
por desentrañar su esencia.
Me sumergí de
nuevo en su cuerpo como quien se lanza al mar en llamas, tratando de borrar la respuesta que
flotaba en el aire, levitando sobre los cuerpos acompasados, revoloteando sobre
los estertores de un orgasmo triste.
Por otro lado,
tenía razón. Era una joven
práctica e iletrada que trabaja muchas horas limpiando y los libros eran un
cúmulo de polvo. Sin embargo, todo aquello me entristeció como si la distancia
que nos separaba se hubiese agrandado aún más.
Cuando se fue, me
quedé en silencio tendida en el sofá, desnuda, fumando un cigarrillo. Esa noche le escribí el
último poema. Trataba sobre la belleza de la inocencia y el origen del deseo o
algo así. Lo llamé cenizas. Sabía que ella nunca lo leería. Luego los
encuentros se fueron espaciando. Eran demasiada tristes los después.
El invierno
regresó antes de lo previsto. Encendí la chimenea. Las cenizas habían vuelto a
depositarse sobre las cubiertas y
lomos de los libros.
Fotografía de Teresa Alemán
Fotografía de Teresa Alemán
7 comentarios:
Los libros son atractivos aun con polvo y cenizas, las relaciones sin puntos importantes de por lo menos aficiones o hábitos, muy pronto juntan más polvo y esas si pierden todo su atractivo.
Abrazo.
Es para entristecerse.
Yo también la voy a olvidar...
:P
Besos.
El error de los seres humanos es buscar lo que no nos gusta del otro. Con lo fácil, hermoso y agradecido que es buscar lo que más nos gusta.
Que belleza!!!! Que bueno haber venido por esto! Por la imagen que queda entremezclada en mis emociones y en este caso no podré olvidar. Te extraño!!!
Siempre sabia!
que chulo, asi es cuando más me gusta como escribes, unbeso SilviaMusiké
hacia mucho que no entraba a el blog!!!
Gracias por tu visita, también echaba de menos poder leerte.
En cuanto al fantástico relato: el deseo es tan susceptible y quisquilloso que cuando se supone que lo buscas, desaparece o se esconde... un salvaje jaja
un fuerte abrazo
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