Nada.
Sólo este mar de lava. Esto es todo lo que ha
quedado de lo que un día fue mi pueblo. Nada ha quedado de las casas, de las
fincas, de los caminos. Todo ha desaparecido bajo el fuego. ¿Acaso he
envejecido tanto que mis ojos no pueden distinguir el mar del cielo, el valle
de la montaña?
Nada. Mire a donde mire mi vista sólo alcanza
a ver negrura y silencio. ¿Dónde está mi viejo pueblo?¿ Dónde está Chimanfaya, Tingafa, Santa Catalina? ¿Y la plaza del pueblo
donde corrí de niña?¿ Y el aljibe de donde saqué tantas veces agua?
Mi ojos cansados se detiene en este espacio
desconocido, rocoso, inhóspito intentando adivinar los caminos, el pueblo, la
gente que un día vivió aquí. Busco con desazón mi casa pero no hay ninguna
referencia, ningún resto de que un día allí existió vida. Quisiera llorar sobre
esta piedra negra y caliente sobre la que descanso pero ya no tengo lágrimas. Lo
que antes fue ha desaparecido como por hechicería.
La casa de mi madre, la iglesia, el granero, no queda nada más que este mar de
lava...
He
andado dos noches y tres días para no encontrar más que esto que ven mis
cansados ojos, piedra, silencio, soledad. Los hombres y mujeres que volvían de
allí arrastrando los fardos de lo que fue su antigua vida me lo contaron. Aún con brillo de la pena en los
ojos y con los rostros tiznados, me dijeron que el fuego del volcán había
llegado hasta el mar y había arrasado con todo.
No pude llorar entonces, tampoco ahora. No hace mucho un día hubo aquí vida,
animales que pastaban, arenados ricos en granos y cebada, gentes trabajadoras
de una tierra fértil.
Mis hijos sabrán que su madre nació en un
pueblo que ya no existe y los hijos de mis hijos quizás lo recordarán. Pero vendrá
un tiempo en que ya nadie sabrá de su existencia.Tan sólo verán
este malpaís negro y olvidarán que, aquí, debajo de este esta piedra dura y negra hubo una vez vida.
En 1730 el volcán arrasó en Lanzarote con las
poblaciones de Chimanfaya, Tingafa, Maso, Santa Catalina, …alrededor de unas 2000 personas
afectadas por el fuego, el 57% de la población de la época. La voz anónima de
esta mujer que mira este mar de lava, resuena de vez en cuando dentro de mí, como
una reverberación que quiere expandirse y fluir, como si de un antepasado
ágrafo se tratase, que me habla, con voz de agorera para que yo lo cuente.
10 comentarios:
La gente de antaño era muy apegada al terruño, al contrario de nosotros los de la globalizacion -asi yo lo siento- ya que olvide donde naci y de la gente que conoci.
Besos
Pues cuenta, cuenta, que aquí os escuchamos a ambas...
Besos.Lenteja
Su lectura me ha impresionado. A veces me pregunto si en estos casos es mejor muerto que superviviente. Bsss.
Me ha conmovido la voz de esa mujer ante tanta desolación.
Besos.
A la naturaleza no le importa la memoria de los hombres, una pena, ni el recuerdo, una pena. Si tiene que arrasar, arrasará; la naturaleza es persistencia, no inteligencia. Cómo duele la nostalgia, profesora.
...el fuego destruye,y el viento se lleva las cenizas, solo nos queda el presente, el que importa, comenzando así el arrancamiento de la esencia de nuestras entrañas.......solo la sed de saber se suma a la sed de sentir y comienza la melancolía......
Nos llevaste a las calles polvorientas de un poblado ya inexistente.
Siempre es un gusto leerte a pesar del flujo gris que se extiende por todo los valles que rodean la montaña. Espero que la naturaleza tenga la suficiente fuerza para recuperarse cuanto antes.
Un abrazo
nada dura para siempre, aun sin la acción de la lava y el fuego tarde o temprano esa mujer no hubiera podido reconocer el pueblo de sus recuerdos
aunque es cierto que a veces la Naturaleza se impone de manera repentina y cruel
besos,
Buen relato sobre el olvido. Lo cierto es que "nuestra" historia de personas que deambulamos por el mundo está lleno de vacíos como este.
No sabía lo del hecho real. Dios santo.
Saludos.
Impresiona cuando tienes estas sombras delante de los ojos y más aún cuando sabes que no son cuentos.
Publicar un comentario