Ayer vi a Luz en el aeropuerto. Yo
esperaba un taxi pero ella no me vio a mí. Me pareció que caminaba con
dificultad, como si hubiese salido de una operación reciente. La acompañaba Jorge,
su marido, parecía abatido y muy
avejentado.
A
veces pienso en Luz con tristeza, no sé, será porque fue mi mejor amiga en el
instituto. Era una chica brillante, destacaba sobre todo en matemáticas y en
todas las áreas científicas. No sólo era
buena en captar todo a la primera sino era capaz de hacérmelo entender a mí, negada
como era para las matemáticas. Pero ella me lo explicaba de tal manera que llegaba
a entenderlas sin dificultad.
Pasamos muchas noches juntas estudiando para
los exámenes, levantándonos de madrugada para repasar. Ella siempre era la primera,
la más voluntariosa, había pasión y un deseo de aprender que le iluminaba el
rostro. Recuerdo sus manos blandas y gorditas, sus uñas cuadradas. Qué extraño,
acordarme tan bien de sus manos. Me acuerdo que cenábamos muchas veces arroz
blanco frío, a veces le poníamos tomate. Eso era todo. La familia de luz era
muy pobre.
Hace unos años tropezamos casi de frente,
nuestras madres siguen viviendo en el mismo barrio en donde nos criamos, me habló
de sus hijos, le di recuerdos para Jorge y nos despedimos con un sentimiento
extraño. Noté en sus palabras tristeza y cierto desamparo.
Luz no tuvo ninguna posibilidad de seguir
estudiando, cuando eres pobre y vives en una isla como esta ni siquiera tener
beca es suficiente. En aquellas noches insomnes de arroz blanco y libros de matemáticas
yo veía a Luz como el ejemplo a seguir, alguien que algún día sería medico,
como ella quería, porque irradiaba
firmeza y seguridad y su tesón e inteligencia la llevarían muy lejos.
Quizás
por eso ayer cuando la vi en el aeropuerto cojeando, con cierto aire de
abatimiento, camino del parking, tuve un impulso de salir corriendo tras ella y
saludarla. Pero algún extraño y estúpido sentimiento de culpa me detuvo en el último
momento. Hoy al pasar de nuevo por la casa de sus padres he vuelto a pensar en
ella.
9 comentarios:
yo iría a buscarla, la culpa es solo un refugio de cobardes
Pues la próxima vez, la abordas y le das un abrazo de osa, de esos de arroz blanco con mucho tomate, y huevo frito... y os contáis vida y milagros -de los que sean-. Una de las alegrías del año pasado fue la reunión con compañero/as del colegio. Te lo puedo asegurar.(si tu texto no es ficción, promueve ese encuentro )
Besos.Lenteja
Yo también tengo una experiencia parecida: mi "íntima amiga", Gracia, que dejó el colegio justo al acabar lo que antes era el Bachillerato Elemental y sus padres, muy pobres también, la metieron "a servir".
Nunca la volví a ver y no se nada de ella, y tampoco se si me gustaria saber cómo se ha desarrollado su vida. Creo que me la puedo imaginar.
En tu caso si realmente te apetece volver a ver a tu antigua compi, haz un primer intento ligerito: tomar un café.
Pero fíjate que que tengo el feeling de que ella no le gustaría renaudar la amistad.
Haz la prueba y tenemos post para rato.
Apenas empece a leer, recorde el siguiente chiste: Dos medicos ven a un tipo que caminaba con dificultad, uno de ellos dice -a ese le sacararon el apendice- el otro, le responde: -no, seguro que es problema de hernia. Para salir de duda se acercan al tipo en cuestion y le explican y el les responde, los dos se equivocaron, tal como él, que penso que era un pedo.
Hay otra luz en este relato, que no quiere apagarse. Ni los años transcurridos, ni siquiera ese sentimiento ¿de culpa? Logran apagar la llama que se encendió en la época de estudiantes.
Hay luz en la ventana de la amiga, como un faro. Es tiempo de reencuentro, de charla profunda, de dar el necesario paso.
Besos Querida Profe.
Me pareció ver una escena de la vida cotidiana, con sus nostalgias, condiciones y cosas inesperadas. Lo único que no comprendo es el porqué de la culpa, acaso hiciste algo?
Recuerda: que no pase un día sin una línea.
Esta historia tan bien narrada y con tanto sentimiento suena a premonición y a presagio, a algo que nos acabará ocurriendo en la actualidad. No sé qué aconsejarte: si la próxima vez que veas a tu amiga saludarla con emoción y alegría o bien, mostrarte moredada y cortés sin mucha pasión, pero sobre todo, hacerle llegar tu amistad y respeto. Espero que el futuro de nuestros chicos no sea la obligación que sufrió tu amiga al abandonar los estudios.
Un abrazo escritora.
¡qué sabor tan amargo, el de los recuerdos! de lo que fue, y de lo que pudo haber sido
besos,
Que pena me ha dado.
La vida es tan injusta...
Le deseo lo mejor a Luz.
Aunque no la conozca ahora la quiero mucho.
Besos.
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