Viajé a Buenos Aires el año pasado un extraño mes de julio, en el otro lado del charco era ya invierno. Llegué con el corazón astillado y los ánimos, a decir verdad, no muy altos. ¿Por qué Buenos Aires? A veces, uno hace un viaje y no sabe exactamente porqué elige un sitio y no otro, esto lo comprende mucho más tarde, cuando después de pasado el tiempo, descubres que la gente que conociste allí cambió, en cierta manera, tu manera de ver la vida; y que en realidad, ese viaje no es otro que el que hacemos hacia nosotros mismos. Y es por eso por lo que uno conoce a la gente que tiene que conocer y se cruzar con quien se tiene que cruzar.
He de explicarme, para que me entiendan. Cuando mi amiga Lola se enteró de que me iba ese verano a Buenos Aires me rogó, encarecidamente, que no me fuera de allí sin conocer a su amigo Juan Carlos. Es un tipo especial, ya verás.Vaya si lo era. Desde el primer momento conectamos. El con su raciocinio extremo y su dosis de pesimismo y yo con mi idealismo, y, a pesar de todo, vitalismo.
Era un ser singular, tenía un aire triste, cierto nihilismo decadente que escondía a un ser demasiado sensible y transparente que se camuflaba detrás de una fina ironía y el continuo humo del cigarrillo. Tenía ese aspecto a lo Gainsbour, fumaba como si respirara, no vas a vivir mucho si sigues fumando así, le dije, pero se alzaba de hombros y sonreía, como si eso le importara poco.
Nos conocimos una noche, nos vimos directamente en un restaurante para cenar y enseñarme la noche porteña. Quedamos en un Restaurante que él eligió y allí dimos buena cuenta de un excelente bife y de un mejor caldo argentino. Era tímido y reservado, pero el buen vino hizo se soltara, y entre eso y la curiosidad que me caracteriza sobre todo cuando me encuentro con alguien inteligente habló de casi todo, desde la historia las Malvinas hasta las costumbres de cortejo en Argentina. A decir verdad, acabamos semi borrachos a altas horas de la madrugada en un bar de la Plaza de Cortazar discutiendo de filosofía y metafísica, (casualidad, defendía yo, causalidad decías tú) y discutíamos hasta para ir a pagar a la barra, que tú estás en el paro, ché, pero el se escabullía, como si eso ofendiera su orgullo de excelente anfitrión. Recorrimos las calles desiertas como gatos solitarios hasta San Telmo, sabiéndonos en algunas maneras iguales en alguna extraña parte de nosotros mismos. ¿La tristeza?
En ese viaje me sané el corazón y sé que fue gracias a gente buena como Juan Carlos, y aprender de ellos que también es duro ser hombre y latino, sobre todo, si eres sensible, por eso andabas ahí ocultándote como luego tuvimos que hacerlo una calle desierta para fumarnos un pucho y cruzó un gato y yo presentí algo extraño.
Luego caminamos juntos hasta San Telmo donde me quedaba en casa de la Maga, que no hace falta que me acompañes, que sí, que no, pero no se discute con un argentino y nos volvimos a echar otras risas.
Hoy me ha llamado mi amiga para decirme que Juan Carlos había muerto en el accidente de tren ocurrido en Buenos Aires. El estomago se me encogió y el corazón se me hizo más chiquitito.
Esto pucho va por ti, amigo. Le ganaste la partida al cigarro. El otro lado te reclamó antes para que les cuentes, con tu generosidad y tu humor ácido, cómo se las tiene que arreglar uno en Buenos Aires con las mujeres, si encima que es feo, está en paro y vive con sus padres... un orto del culo…Me hiciste reír esa noche, pero también comprender que uno debe reírse del mundo y despreciarlo con una sonrisa victoriosa para ganarle la partida, aún estando triste. Eso sí, sin perder la dignidad, el humor y la elegancia, como una caballero andante que acompaña a una dama imposible como era yo esa noche.
Era un ser singular, tenía un aire triste, cierto nihilismo decadente que escondía a un ser demasiado sensible y transparente que se camuflaba detrás de una fina ironía y el continuo humo del cigarrillo. Tenía ese aspecto a lo Gainsbour, fumaba como si respirara, no vas a vivir mucho si sigues fumando así, le dije, pero se alzaba de hombros y sonreía, como si eso le importara poco.
Nos conocimos una noche, nos vimos directamente en un restaurante para cenar y enseñarme la noche porteña. Quedamos en un Restaurante que él eligió y allí dimos buena cuenta de un excelente bife y de un mejor caldo argentino. Era tímido y reservado, pero el buen vino hizo se soltara, y entre eso y la curiosidad que me caracteriza sobre todo cuando me encuentro con alguien inteligente habló de casi todo, desde la historia las Malvinas hasta las costumbres de cortejo en Argentina. A decir verdad, acabamos semi borrachos a altas horas de la madrugada en un bar de la Plaza de Cortazar discutiendo de filosofía y metafísica, (casualidad, defendía yo, causalidad decías tú) y discutíamos hasta para ir a pagar a la barra, que tú estás en el paro, ché, pero el se escabullía, como si eso ofendiera su orgullo de excelente anfitrión. Recorrimos las calles desiertas como gatos solitarios hasta San Telmo, sabiéndonos en algunas maneras iguales en alguna extraña parte de nosotros mismos. ¿La tristeza?
En ese viaje me sané el corazón y sé que fue gracias a gente buena como Juan Carlos, y aprender de ellos que también es duro ser hombre y latino, sobre todo, si eres sensible, por eso andabas ahí ocultándote como luego tuvimos que hacerlo una calle desierta para fumarnos un pucho y cruzó un gato y yo presentí algo extraño.
Luego caminamos juntos hasta San Telmo donde me quedaba en casa de la Maga, que no hace falta que me acompañes, que sí, que no, pero no se discute con un argentino y nos volvimos a echar otras risas.
Hoy me ha llamado mi amiga para decirme que Juan Carlos había muerto en el accidente de tren ocurrido en Buenos Aires. El estomago se me encogió y el corazón se me hizo más chiquitito.
Esto pucho va por ti, amigo. Le ganaste la partida al cigarro. El otro lado te reclamó antes para que les cuentes, con tu generosidad y tu humor ácido, cómo se las tiene que arreglar uno en Buenos Aires con las mujeres, si encima que es feo, está en paro y vive con sus padres... un orto del culo…Me hiciste reír esa noche, pero también comprender que uno debe reírse del mundo y despreciarlo con una sonrisa victoriosa para ganarle la partida, aún estando triste. Eso sí, sin perder la dignidad, el humor y la elegancia, como una caballero andante que acompaña a una dama imposible como era yo esa noche.
13 comentarios:
Qué tremendo. El mismo dia del accidente me acordé de Maga y, aunque no la conozco más que por ti, pensé en enviarle un msj para ver si ella y su familia y amigos estaban bien, por el sitio tan céntrico en que habia ocurrido y la cantidad de muertos y heridos.
La foto de Juan Carlos me ha enamorado en cuanto la he visto en tu post. Me reconozco en esos ojos tristes pero directos, por la sonrisa apenas esbozada y el cigarrillo en la mano.
Cuanto lo siento por los que le conocieron y quisieron.
Bss
Q bonita descripción... No se si es q estoy sensible o q solo pensar en la perdida de las personas q amas familias amigos compañeros... Tiene q ser un dolor tan profundo q se me parte el corazon...hay personas q en un periodo de tiempo llenan nuestras vidas con tanta intensidad q dejan humedad para siempre. Precioso relato conmovedor y un gran homenaje
JJS
Sigo llorando después de leerte...cuidate mucho amiga, ahora temo seguir perdiendo.
Lola C.
Me encanta tu forma de describir al Flaco... eres una GENIA, igual q "EL". Si en este mundo hubiera mas gente así, el mundo sería diferente... Se fué y se despidió a la francesa. Spero q donde vaya tengan cigarrillos ...el humor irónico lo pondrá él ... Y se fue sin ver a L.C. en pelotas... Fuerte Boludo.
A mi me dijo en una conversación en Palermo Viejo, con unas Quilmes de litro, q los políticos lo q nos inculcan constantemente es "miedo" a través de los medios de información... y yo dsd entonces lo q menos veo son esos jodidos medios de información, hasta q llego su noticia por ellos...
Salió de esta vida ... harto... como se sale de un banquete invitao. NUK.
Sé lo que se siente cuando se pierde un amigo y también sé que no nada que calme el dolor. Quizá, compartirlo...
¡Cómo describes a este hombre! Sin conocerlo, me has hecho sentir que es un ser especial. Seguro que estará fumando su cigarrillo y todos los que se le antojen, porque, como tú bien lo pintas, él le ha ganado la partida, y seguirá ganándosela eternamente. Una persona de las que no abundan; el mundo está necesitado de personas así. Una gran perdida. Carmen Martín
gracias por este homenaje, Coqui como lo llamabamos por aca, llego a mi vida en un momento similar al tuyo, no fui la misma despues de haberlo conocido, me ayudo y enseño a ver las cosas de otra forma. Tuvimos el priviligio de haberlo conocido (me estoy imaginando el comentario sarcastico que haria si llegara a leer este mensaje)
(..........) sin más.
Un abrazo
LA BOHÉME
Me quedo con las risas compartidas, diálogos del todo y la nada, y sobre todo, la intelección de "..que uno debe reírse del mundo y despreciarlo con una sonrisa victoriosa para ganarle la partida, aún estando triste."
Saludos
"El VeCiNoo- Víctor Guillén"
Pd. He leido varios de los posts pero me este me ha llegado.
Ostras... las noticias, aunque suenen lejos, siempre nos tocan...
Lo siento
Besicos
Qué terrible... hace rato que te sigo leyendo y no dejo comentarios... pero hoy... me llegó mucho, aunque no lo conocía, pero sentí como si lo conociera. Cuando me enteré del accidente pensaba egoístamente "ojalá que no haya nadie conocido, ojalá no conozca a nadie de los que han muerto así..." me ha conmovido mucho tu relato. Hay cosas muy difíciles de soportar. Abrazo.
Un relato como él se merecía, tenía huevos y cabeza. Su pensar nunca te insultaba, era una enorme pala de topadora que movia toda la tierra debajo de uno y te hacía ver sobre que pobres ideas nos paramos a veces. Fue mi mejor amigo, fue mi mejor maestro, fue mi hermano. Hoy es mi mejor libro...
gracias y saludos
Facu
Querida Nieves cuantas cosas!!!...cuanto te extraño por estos días!
El texto te ha salido tan maravilloso que sería el homenje de vida que cualquier ser sensible hubiera deseado.
Que vaya por él y esa generosidad suya que me llegó de tu mano.
Abrazos hermana!
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