Hay biografías tan apasionadas que pueden leerse como novelas y a la inversa, existen novelas tan desabridas que parecen una misma y repetida biografía del autor. Así “La vida de Tolstói” escrita por Romain Rolland puede leerse como una novela de amor y de admiración por uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. En cambio, la novela de Jhumpa Lahiri, “Tierra desacostumbrada” un conjunto de cuentos sobre un mismo tema, nos parece la repetición de la biografía de su autora, de origen indio, nacida en Londres y afincada en Estados Unidos. Sus cuentos tratan sobre esto, la vida y adaptación de la comunidad hindú a la sociedad moderna americana. Algunos cuentos no carecen de interés, pero su escritura fría y desapasionada no nos engancha lo suficiente.
En la biografía de Tolstoi, por el contrario, su autor nos habla apasionadamente de la vida de un hombre que siempre supo mantenerse fiel a sí mismo. De Tolstoi nos dice que su amor a la verdad lo llevó a límites donde algunos hombres apenas se asoman, dudó de la ciencia y el progreso, destruyó muchos mitos, se enfrentó a la iglesia ortodoxa y fue excomulgado, acabó apartándose de todo y todos salvo de la búsqueda de la verdad. “Una desconfianza de los hombres, un desprecio latente por la razón humana, le hacían en todas partes olfatear el engaño de sí mismo o de los otros,
Fue este amor a la verdad lo que lo llevó a sus 82 años a alejarse de su casa familiar hasta un pueblo perdido de la fría Rusia y morir en él. Antes había conocido la vida feliz de un matrimonio y la de una larga prole; conoció el respeto del pueblo ruso por su literatura y fue un profeta en su tierra, pero también un hombre atormentado, martirizado porque gozaba de unos privilegios que los demás no tenían.
Se alejó de la falsa intelectualidad, de los círculos literarios para vivir en la soledad de su pensamientos, estudió griego para conocer a los clásicos, influyó en Ghandi en la idea de no violencia o “resistencia pasiva” y su sentido de la justicia le llevó a formar una doctrina cuya única ley era la del amor, es decir, la comunión humana y a la solidaridad. Antes de morir Tolstói renunció los beneficios de su obra, aún contraviniendo los deseos de su esposa “pues no es lo que dicen y hacen los hombres lo que deciden sobre lo que está bien o está mal sino mi corazón”.
Tolstói no entendía la literatura sin un compromiso “El pensador o el artista no queda nunca sentado sobre las alturas olímpicas, como estamos habituados a creerlo; está siempre en la turbación y en la emoción(…) no es el pensador y el artista el que recibe diplomas y subvenciones, lo es el que sería feliz sin pensar ni expresar lo que lleva dentro, pero que no puede evadirse de hacerlo, porque le obligan a ello dos fuerzas invisibles: su necesidad interior y su amor a los hombres. No hay artistas inflados, gozadores y satisfechos de sí”. Y es precisamente esta insatisfacción lo que lo lleva a dudar y a luchar. “es preciso dar gracias a Dios por este descontento de mí…este desacuerdo es la condición del bien. Es un mal que el hombre esté tranquilo y satisfecho de sí mismo”
En la biografía de Tolstoi, por el contrario, su autor nos habla apasionadamente de la vida de un hombre que siempre supo mantenerse fiel a sí mismo. De Tolstoi nos dice que su amor a la verdad lo llevó a límites donde algunos hombres apenas se asoman, dudó de la ciencia y el progreso, destruyó muchos mitos, se enfrentó a la iglesia ortodoxa y fue excomulgado, acabó apartándose de todo y todos salvo de la búsqueda de la verdad. “Una desconfianza de los hombres, un desprecio latente por la razón humana, le hacían en todas partes olfatear el engaño de sí mismo o de los otros,
Fue este amor a la verdad lo que lo llevó a sus 82 años a alejarse de su casa familiar hasta un pueblo perdido de la fría Rusia y morir en él. Antes había conocido la vida feliz de un matrimonio y la de una larga prole; conoció el respeto del pueblo ruso por su literatura y fue un profeta en su tierra, pero también un hombre atormentado, martirizado porque gozaba de unos privilegios que los demás no tenían.
Se alejó de la falsa intelectualidad, de los círculos literarios para vivir en la soledad de su pensamientos, estudió griego para conocer a los clásicos, influyó en Ghandi en la idea de no violencia o “resistencia pasiva” y su sentido de la justicia le llevó a formar una doctrina cuya única ley era la del amor, es decir, la comunión humana y a la solidaridad. Antes de morir Tolstói renunció los beneficios de su obra, aún contraviniendo los deseos de su esposa “pues no es lo que dicen y hacen los hombres lo que deciden sobre lo que está bien o está mal sino mi corazón”.
Tolstói no entendía la literatura sin un compromiso “El pensador o el artista no queda nunca sentado sobre las alturas olímpicas, como estamos habituados a creerlo; está siempre en la turbación y en la emoción(…) no es el pensador y el artista el que recibe diplomas y subvenciones, lo es el que sería feliz sin pensar ni expresar lo que lleva dentro, pero que no puede evadirse de hacerlo, porque le obligan a ello dos fuerzas invisibles: su necesidad interior y su amor a los hombres. No hay artistas inflados, gozadores y satisfechos de sí”. Y es precisamente esta insatisfacción lo que lo lleva a dudar y a luchar. “es preciso dar gracias a Dios por este descontento de mí…este desacuerdo es la condición del bien. Es un mal que el hombre esté tranquilo y satisfecho de sí mismo”
6 comentarios:
Si el hombre se realiza, apenas queda nada por lo que luchar
Me gusta todo Tolstoi, y es de los raros casos (en mi) que cuando no me gusta la vida del autor empiezo a detestar su obra.
Te sugiero los diarios de su mujer Sofia Tolstoi : "Diarios (1862-1919)", estàn publicados en Alba, 2010, verás que del hombre que sabía, sutilmente y no tanto, "maltratar" a su familia, especialmente a su mujer. Para el resto, era maravilloso.
El poder y las distinciones destruyen la verdad en cualquier autor.
Besos
Siempre se me hizo muy 'cuesta arriba' leerlo, pero quizá sea por el intermediario o traductor, o el estilo, no sé.
Me ha gustado leer tus percepciones de ambas biografías: L. Tolstoy y Jhumpa Lahiri. Lo que te he leído de Tolstoy es muy interesante. Buscando más información ha aparecido la vida y la triste muerte desolada de Juan Negrín López.
Estoy de acuerdo contigo, leer las biografías de gente, personas destacadas es muy atrayente...
un placer leerte.
un abrazo
jaja
acabo de leer tu comentario: lo siento, pero las palabras son las que son...
pero es cierto Pessoa es muy grande.
un abrazo
:))
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