lunes, 10 de agosto de 2009

¡Y.. todo gracias a mis pies¡


El restaurante se encuentra en la parte alta de la isla a casi dos mil metros a nivel del mar, por lo que cuando asciendes vas descubriendo un paisaje nuevo y totalmente ajeno a la seca vegetación de la costa. El camino se vuelve cada vez más sinuoso y la carretera tiene innumerables curvas. Pero esto importa poco porque ante nuestros ojos van apareciendo una exuberante vegetación. A los bordes de la carretera los eucaliptos se inclinan hacia la calzada formando casi un arco que cierra y oscurece el camino. Hoy más, porque cae una fina lluvia que de paso me limpia el coche.

El restaurante “casa Lola” es una casona típica del archipiélago con sus balcones de madera y una entrada cubierta de vegetación y hermosos rosales. Nos gusta venir aquí cada para celebrar nuestro aniversario. Hace hoy justo cinco años que nos casamos y, tanto a ella como a mi, nos gusta recordar ese momento volviendo a éste exótico lugar. Después de una buena comida siempre recordamos alguna anécdota de aquél día y acabamos riéndonos por cualquier tontería.

La camarera nos conoce y siempre nos saluda con un guiño, nos sirve el mejor vino . Hoy disfrutamos de un magnífico día lluvioso de domingo. Solo con ver su cara, sé que mi mujer se ha desprendido ya de los zapatos debajo de la mesa. No sé si es por la atura o por tener el estómago vacío pero a la segunda copa y en los entrantes siento los efluvios del vino haciéndo me efecto.

- entonces qué- me dice mi mujer con la voz relajada- tenemos un hijo o nos dedicamos a viajar toda la vida.

Mi cara debe ser tener una expresión my graciosa porque Blanca lanza una cruel carcajada que flota unos minutos en el aire. Cuento cinco las mesas que se han dado la vuelta para mirarnos.

- ya sabes que no, porque al final sería yo quien se encargara de cuidarlo. Eres demasiado celosa de tu tiempo y de tu espacio para tener hijos- le digo en el mismo tono desenfadado que me ha dedicado ella.

- Es verdad…- dice sonriendo mientras introduce su pie en mi entrepierna.

- Pocas personas tanto como yo…. le digo.

- Además, de verdad... - comienza con su voz más melosa. La camarera nos sirve el primer entrante, tostas de foi con mermelada que están exquisitas y ayudan a bajar el delicioso vino que estamos bebiendo. Su pie se posa a veces en mis muslos y a veces acaricia mi entrepierna.

- por eso quiero decirte una cosa- continúa.

Mi copa se detiene en el vuelo hacia mi boca porque sé, que pese a la aparente intranscendencia lo que me va a decir es algo que no lo es. Conozco su tono de, ¡Ah¿no te lo había dicho?, para decirme algo de vital importancia y de la que cree estar seguro que a mi no me hará mucha gracia. Estas y no otras, son algunas de las ventajas de estar casado desde hace ya cinco años con Blanca, es tan transparente su cara como el agua.

- Te quería pedir un día a la semana…

- Un día a la semana… ¿Para qué?

- Para mí…- responde con su mirada más lasciva.

Antes de continuar debo aclarar que cuando me casé con Blanca la única condición que me puso para darme el sí fue poder seguir manteniendo su libertad sexual. Yo he de confesar nunca fui una persona celosa y, reconozco que nunca me he sentido inseguro en ese terreno, por lo que pensé que era una de esas cosas que se dicen en un momento determinado como declaración de principios que salvaguarden tu independencia pero que, rara vez se hace. Nos casamos muy enamorados y no pensé que eso fuese ningún obstáculo o que jamás, más bien, nunca pudiera llegar a realizarse. Sin embargo, al cabo de los años me he dado cuenta de que Blanca nunca bromea cuando se refiere a su propia persona ni al concepto que ella tiene de la independencia. He aprendido a convivir con ello, sé, a ciencia a cierta que tiene algún escarceo ocasional y que, probablemente, tenga más de un amante. Esto, creo y puedo con total certeza a confesarlo, no ha sido un obstáculo para que nuestro amor siga creciendo, todo lo contrario, sin estos episodios de independencia, sé que ella no hubiese sido feliz. Necesita sentirse libre y, aunque sospecho que más de una vez lo hace sólo por el simple hecho de no sentirse atada a nada ni a nadie. Por lo que, nunca he dudado de que para ella es tan necesario ser infiel como el agua para los peces. Por otro lado, siendo ella como es, siempre ha sabido guardar una discreta discreción, dentro de lo que en una persona como Blanca puede ser la discreción, que a veces roza la perfección. Lo cual demuestra, una sutil delicadeza que solo me demuestra cuánto y en qué medida le importa salvaguardar nuestro amor.

Ah, sé que algunas personas, demasiado obcecadas en términos como posesión, respeto y demás terminologías que Blanca ha trastornado y redefinido, son incapaces de comprender mi situación. Pero a éstos sólo les puede decir que ellos no tienen la suerte de amar a alguien como Blanca. Y, si alguna vez tuve miedo, fue solo a que ella dejase un día de amarme. Por lo que acepto, con indolencia y agrado, como ahora sus pies en mi bragueta, que sea este el eximio tributo que debo pagar por a amar a un ser tan apasionada, complejo y maravillosa como Blanca. Así que, cuando la siento delante de mi anunciándome lo que sé que hace desde hace tiempo no dejo de sentir cierta superioridad que me anima y me hace sonreír.

- Pero si ya tienes todo el tiempo del mundo…- le respondo con flema británica- es que acaso crees que no sé lo que haces algún mediodía cuando yo trabajo…

La camarera nos sirve el segundo plato y nos pregunta si queremos una segunda botella de vino. Blanca aprovecha para deslizar su pie dentro de mi pantalón..

- Ya…- sonríe con su cara más maliciosa.- pero no por la noche…- Su pierna experta debajo de la mesa está el punto exacto….

- Ah…. Eso sí que no. Una cosa es que “ojos que no ven corazón que no siente” pero otra es que yo sea consciente de lo que haces…

Blanca sonríe. Tras la ventana la esteriliza, también llamada flor del paraíso, de un vivo color azul añil y naranja, parece, por efecto del aire, que se asoma por la ventana. Siento sus pies hurgando en mí y voy poco a poco desfalleciendo.

9 comentarios:

Anca Balaj dijo...

El caso es que uno o una, en esta situación, se ve atrapado entre lo que ha aprendido sobre lo que debe ser la pareja y lo que quisiera ser capaz de darle al otro. Y no sé si es posible dar tanto sin herirse a uno mismo. ¿Como librarse del ego que es quien sale herido en este tipo de juegos? Yo llevo años intentando librarme de mi ego en temas mucho menos pasionales que el amor y no lo consigo más que a ratos. A la que bajo la guardia, ahí ataca el ego de nuevo. No sé si es posible para alguien, para mi no. Llegado el caso, yo no jugaría este juego.

Es muy interesante lo que plantea tu cuento.

Tantaria dijo...

Los juegos son divertidos si los dos quieren jugar a lo mismo...

Carina Felice, Photography dijo...

jaja.....los secretos de Blanca...es de pelicula francesa! Un beso Ico! un relato muy intenso !

TARA dijo...

jajajaja!! Me he reído muchísimo con el relato Ico.
Es un planteamiento muy interesante. Esto me recuerda un libro que leí hace no mucho, "Los hombres que no amaban a las mujeres". Yo personalmente estoy a favor de esto, tal y como tu lo planteas en tu relato. Quien sabe cuantas parejas habrían tenido mayor vida si no hubieran convertido el matrimonio en una cárcel.

Muy bueno Ico!!

Anónimo dijo...

La lluvia del domingo fue bonita

dintel dijo...

Es mi flor preferida. Por cierto, antes me hubiera costado mucho conceder ese día, ahora, no.

Liquem Nuc dijo...

Vi tu perfil y es lo primero que leo y me es inevitable recordar Las invasiones bárbaras (peliculón, por cierto) y lo que supone a posteriori para padres e hijos la "relación abierta". Personalmente creo que el problema está en la certeza. Sigo a Zizek (y a tantos otros) a veces la libertad sólo es una jaula mayor, pero una jaula al fin y al cabo. "Let it flow" que dicen los yankees. Saludos

Lena yau dijo...

Yo pienso como Blanca.

Mi error fue no aclararlo antes del sí.

jaja!

Un beso, Ico!

farala dijo...

ah Ico, que me has dejado con la miel en los labios (como me dijiste tu una vez,jejeje)... ¿y luego? ¿y luego? ¿que pasó?

(me ha encantado esa sutil percepcion de la naturaleza humana tuya: yo uso ese aire desnfadado de blanca cuando quiero decir algo importante)