No hay nada tan suculento como una polémica entre escritores, a excepción quizás de una polémica entre un escritor y un periodista. Hace tiempo luchaban en dominios diferentes, uno el del realismo y la defensa de la verdad y el otro el de la ficción. Ahora las fronteras se han borrado, ya hay periodistas escritores o escritores que escriben como periodistas. Incluso, esto ha creado tendencia y se dramatiza la realidad, por esto último apuestan ahora las editoriales.
Como en todo en la vida están los defensores detractores de este hibridismo.
Por eso quizás la polémica ocurrida esta semana entre el escritor Javier Cercas y el periodista Arcadi Espada, no ha sido sino una ejemplificación más de esta discurso enfrentado.
Los hechos fueron los siguientes, Aracadi Espada, periodista del “Mundo” escribe en su columna que han apresado en un prostíbulo de una localidad de Madrid al escritor Javier Cercas. El escritor, sintiéndose ofendido, acusa al periodista de hacer correr un bulo con la intención de difamarlo. Arcadi, reconoce, que lo que ha dicho no es cierto, que es tan sólo una “licencia” permitida en su columna, de carácter ficcional, tal como en su día el escritor, defendió como válido en el periódico el País.
El sagaz periodista continúa justificando esta broma pesada en que su intención no era otra que dar una lección al escritor, quien había defendido tajantemente la imaginación en el periodismo, añadiendo un cita del propio escritor “en los artículos de opinión son admisibles ciertas licencias…” queriendo, de esta forma, dar al escritor de beber de su propia medicina.
Sin entrar a opinar si es éticamente justificable lo que hizo el periodista con el escritor. ¿Se puede usar la ficción en los artículos de opinión como ya hizo Juan José Millás u otros? ¿Es lo mismo el uso de la imaginación en una novela que en la columna de un periódico?
Tengo serias dudas, por lo que ando más cerca de la mala idea de Arcadi al enfrentarse al escritor que de Cercas, del que por cierto, nunca pude acabar “Soldados de Salmina”.
Tiendo a pensar que, si aun entre literatura y periodismo es posible el hibridismo y dé incluso buenos réditos editoriales, la prensa no debería traspasar ciertos límites, pues, llegados a tal extremo, no sólo las fronteras entre la verdad se diluyen sino también la línea entre lo que está bien de lo que está mal.
En un mundo cambiante, donde no hay certezas ni referencias (fenomenal el artículo de Vicente Verdú en el país "Bienvenidos a un mundo sin certezas,18 de febrero) donde la prensa sólo nos cuenta lo que quieren contar, parece que debiera ser es el papel del periodista el de defensor acérrimo de la verdad.
Si bien es cierto que en la ficción de la novela encontramos a veces más verdad que en la realidad. ¿Es valido que en un medio como el periódico, donde se va en busca de la verdad se encuentra ficción?
Y por otro lado, ¿Existe el lector experto y avispado capaz de averiguar los malabarismo y licencias del periodista, capaz de discernir fantasía de realidad, cuestionándose lo que cierto de lo que no?
No sé, ando confusa, y no es para menos, ayer se dio el pistoletazo de salida a los Carnavales en las Palmas y me acosté muy tarde, además, ya se sabe, en los Carnavales, por eso me gustan tanto, la realidad y la fantasía se confunden.