jueves, 20 de diciembre de 2018

EL ASESINO INVISIBLE






De nuevo grandes dosis de espectáculo y morbo mediático, que alimenten al pueblo con el terrible asesinato y su final de película. Una vez  servida la cabeza de la bestia  negra  del monstruo, en el que poder  volcar toda la rabia y desprecio del que somos capaces,  ya respiramos tranquilos.
Ocasión para que la derecha aproveche de nuevo para insuflar el discurso del recrudecimiento de las condenas o la pena permanente revisable,  y para que VOX se haga notar hablando alto y  claro,  porque ellos  dan la cara.
Pero a Laura no la mató sólo Bernardo Montoya, el gitano ex convicto.
No te dejes engañar,  no reduzcas todo el problema a un solo hombre,  porque de la simplificación nace el fanatismo. Eso es lo que desean los de siempre, los reduccionistas, los que buscan culpables en lugar de asumir su parte de responsabilidad, y  la dejan al azar,  al hecho fortuito y  desgraciado de que Laura estuviese sola en aquel pueblo,  y se encontrara cara a cara con su asesino.
Pero a Laura no la mató un asesino,  la mató el machismo que anida en todos los pueblos y en todas las ciudades;  a Laura la asesinó esta lacra que ha pervivido con nosotros durante siglos,  y que se ha transmitido de generación en generación en la mentalidad de tantos hombres y mujeres.
Sí, a Laura la mató Bernardo Montoya. Pero el gran error es creer que es un despiadado  monstruo,  o un loco suelto.  A las mujeres que mueren en España las matan  los jóvenes agradables, los tipos normales;  incluso los buenos maridos, hasta que de pronto  son noticia nacional  y acaban con la vida de su mujer, porque no aceptó un no por respuesta, o porque era “su mujer”,  su  posesión, y  podía hacer con ella lo que quisiera, incluso asesinarla.
Que no te engañen:  es la desigualdad y el machismo  lo que acaba con la vida de las mujeres.  Pero en este país es más fácil buscar un monstruo en el que derramar todo el odio y el fanatismo del que somos capaces, en lugar de asumir nuestra parte de responsabilidad.

Nieves Rodríguez Rivera
Foto de Lola Cáceres