Mandarina
Me detuve un instante
en mirar cómo el viejo tendero
colocaba, con qué ternura,
una pequeña mandarina
sobre la caja de las frutas;
cuánto tardaba en llegar la mano
agrietada de surcos,
qué delicado el posar
aquel efímero tesoro
en la cesta.
El anciano encorvado
como una interrogación a la
tierra
me habló de ti.
Así quería amarte yo:
con ese suave posar de la mano,
con esa entrega tierna,
agradeciendo el fruto recibido
para entregarlo de nuevo a la
tierra.
#poemasdeamor