sábado, 13 de junio de 2015

Diario de una muerte anunciada



Treinta días ya.
Treinta días son los que lleva Takbar Haddi en huelga de hambre. Una madre saharaui que lucha por tener el cuerpo muerto de su hijo.  La puedes ver sentada en la acera, hora tras hora, esperando, en silencio.
 Espera que el gobierno marroquí le devuelva los restos del cuerpo de su hijo asesinado para poder enterrarlo.
El cuerpo del hijo muerto. Aún a cambio de su vida.
Takbar se agarra a la única tabla de salvación que aún le queda, el último bastión de resistencia para reclamar al gobierno marroquí justicia: su propia vida.
Algunos ya olvidaron cuando el Sahara fue español, muchos canarios trabajaron y nacieron en el Aaiún. Cuando a España le convino se lo vendió a Marruecos y lo dejó en manos de un monarca loco. Con su venta y las presiones del rey comenzó también el descalabro de nuestra flota pesquera. La pesca desapareció en Canarias en Canarias para siempre. A cambio teníamos bases americanas y muchos acuerdos comerciales para el lobby comercial.
Pero el Sahara nunca se rindió y siguió resistiendo.
Hemos dado la espalda a África pero ella nos golpea en la cara.
 Sin embargo, Canarias y sus políticos de pactos miran a otro lado. La delegada del gobierno, como Pilatos se lava las manos declarando: “Es tema particular, un tema que no es nuestro” Como si la defensa de los derechos humanos no fuera un tema de todos.

Ahora mismo desfallece, Takbar, pero sigue viva. Viva para recordarnos que mientras le quede un último aliento seguirá reclamando con su vida el derecho a enterrar a su hijo. Es la lucha de todo un pueblo que se resiste a ser masacrado. Es la   lucha de los oprimidos. Nadie la callará, salvo la muerte.   

3 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Pobres Saharauis.
Masacrados y torturados por Marruecos y el gobiernos español mirando hacia otro lado.
España no tiene dignidad ni vergüenza...

Besos.

mariajesusparadela dijo...

No tenemos vergüenza. Y ellos tienen la dignidad que nos falta.

cereza dijo...

Me produce tanta indignación la falta de humanidad y ese crear un sufrimiento indecible. Desde que han convertido la falta de compasión en algo razonable no dejo de sentir verguenza de nosotros mismos.