viernes, 31 de enero de 2014

Dulce hiere


Era un palacio de la noche. Eran dos amantes que se anhelaban y se temían, cada una esperando, en silencio, sin atreverse a hablar o moverse.
Sólo dos cuerpos de mujer, dos interrogaciones a un lado y otro de la cama.
El silencio denso de la noche contenía todos los deseos refrenados, todas las palabras aún no dichas. Era la espera más dulce, la que precede a la unión de los cuerpos.
La  joven de larga melena yacía recostada, de espaldas a la amada, como una ninfa asustada ante su amante.
En la oscuridad, con dedos rápidos deshizo el nudo que apresaba su larguísima cabellera. Una cascada de terciopelo, como un caricia leve, se derramó sobre mí.
Mi cuerpo se encendió como un sol en mitad de la noche.
-       ¡oh, mi dulce amada¡ ¡ Cuántos placeres nos quedan aún por descubrir¡ Exclamé para mí misma -¿Era aquello una llamada ? ¿Acaso me decías con hilos de seda que volviera a sus brazos?
Y entonces te oí susurrar.
-       ¡¡ah.. mi pelo¡¡ ¿ te molesta?
Y mientras girabas tu rostro hacia mí, su cabello ondulante y espeso, se deslizaba como una serpiente sobre mis pechos.
¡¡ Qué delicadamente hiere¡ ¡Qué  suavidad de plumas sobre mi piel¡¡
Cerré los ojos y me dejé acariciar. Las hebras negras de terciopelo bailaron una danza antigua sobre mi cuerpo, derramándose como dedos delicados sobre mi vientre,  y yo, me derretía como lava sobre piedra caliente.
-       No… no me molesta -   susurré, extasiada, ante aquella caricia inusitada.
Días después, ausente ella de ese mar de sensaciones que provocó su lago cabello, me preguntó, al igual que una niña inocente.

-       ¿ Tú crees que me debo cortar el pelo?

lunes, 27 de enero de 2014

Vuelo


Escribo para dar sentido a mi vida.
Escribo. Escribo y me encuentro en los otros, asustado y felices.
Escribo para ordenar lo vivido, escribo para que me ames  y me hieras con dulces palabras que me atraviesen…
 Te busco cuando escribo y quisiera recorrer de nuevo la senda inaprensible de aquella primera vez que amé.
 escribo para decirte lo que no me atrevo o para anhelar el tiempo de quererte. Escribo para amansar la fiera.
para atravesar estas palabras que han perdido el  sentido
Escribo, escribo, escribo como quien ara la tierra, como quien toca una melodía en un teclado de letras que no consigo aprehender
 y vuelo ¿lo puedes ver? estoy volando, vuelo por encima de mis pies, vuelo, vuelo me elevo estoy ahí..no me puedes ver,

 pero  estoy ahí …justo sobre tu cabeza …

jueves, 23 de enero de 2014

Pedagogía humanística II


Lo bueno de esto es que con todo este jaleo me he olvidado del perro abandonado en la carretera. Llevo varios días viéndolo. Aparece de pronto, en medio de la carretera y yo  conduciendo como las locas, y con la lluvia que estaba cayendo. Debí mirar para otro lado, lo sé, pero no lo hice, detuve el coche, bajé la ventanilla y lo llamé. Apenas se detuvo un segundo, la lluvia le caía sobre el pelaje negro y brillante y los ojos marrones como avellanas me miraron antes dar dos pasos para huir
-       Seño, hablemos de eso venga.
Hablemos de eso, hablemos de sexo, los chicos quieren saber  (¿y es que, ningún adulto de carne y hueso y no a través de video juegos o de películas porno les ha hablado de sexo ?)
Un día denso hoy, pero no puedo eludir la noticia del día. Podría. Pero no lo hago, por ellos.  Míralos, están ahí, perdidos con sus móviles en la mano, es el  tema de los pasillos, todos han compartidos  y comentan ya  las imágenes, estan sedientos de conocer. Benditas edades aún con la capacidad de asombro intacta. Al fondo del aula, oigo la palabra “guarra” repetidas veces, incluso algunas chicas se atreven a decirla en alto.  Hay que
-       A ver.. si hacemos un diálogo que sea ordenado, respetando el turno de palabra y escuchándonos.
-       Vale, yo primero. ..
-       No .. seño, puedo  opinar yo- dice otro.
-        Cómo vas a opinar si todavía no sabes de qué.. Piensa primero, piensen todos, por qué, es mi pregunta, en el video que todos ustedes tienen, por lo que parece ya en el móvil…
-       el video ya llegó hasta la península, seño…
-       Sin interrumpir.. .
-       Por qué… repito y esta es mi pregunta para que todos reflexionen, si los dos lo hacen lo mismo.. por qué …“la guarra” es la chica.
-        Porque fue ella quien lo subió...-  responde Iván sin esperar a que yo le dé el turno de palabra.
-       ¿Has pedido la palabra? 
-       No… - responde..
-       Pues, entonces,  cállate… A ver, en el video se ve que él está grabando, o sea, que fue cosa de los dos…
-       Pero ella lo subió seño, eso es verdad- dice una chica – tenía otras fotos de ella desnuda en Instagrand..
-        Quería ser como Lucía la Piedra… – responde uno orgulloso de saber más que los otros.
No sé quién carajo es Lucía la Piedra, pero imagano que debe ser algún icono hortera de la televisión, alguna mujer que ha ganado dinero vendiendo  sexo.
-       Si no respetamos el turno- digo levantando la voz y lanzando una mirada furibunda- … paso a dar el adjetivo, que es lo que toca.
-       No seño.. no – voces del público aclaman clemencia.
-        Vale..  Entonces a mi pregunta… aunque fuese ella la que subió el video a Internet... obviemos ese dato.. vuelvo e insito .. Por qué es ella “guarra” como dices ustedes,  …y no él, también..
Manos alzadas. Le doy paso a Pablo.
-       Porque ella se la  chupa a él.
Risas.
-       ¿ Y qué pasa? ¿ Que hay de malo en eso?
-       Que es una guarra….
-       A ver Pablo…en el acto sexual, entre personas adultas, vale de todo, mientras que los dos quieran, y el chupar es una práctica de lo más común, te lo aseguro…
-       ¿Sí?
-       Sí… pero esa no es la cuestión…. Seguimos.. Por qué…
Revuelo. Manos alzadas. Risas. Nerviosismo. La clase bulle.
-       Seño, yo..
-       Venga Cristina
-       Es que a mi me parece que es de guarra subir un video haciendo eso con el tío…
-       Bueno.. Me parece muy bien tu opinión… pero mi pregunta es por qué se la condena a ella  y a él no.
Camino por el pasillo que dejan  los pupitres, los chicoss están atentos, expectantes, ansiosos de hablar, de preguntar, de saber.
-       Por machismo, seño, porque el chico también se porta mal y le dice a ella que es una guarra en el video, ella no se deja respetar, pero él es igual, un machista…
-       Bueno, menos mal, que alguien piensa un poco más.. – respiro.
-       Encima tiene la cuca chica. – dice Pablo  y todos le ríen la gracia.
-       Sin salirse del tema… por favor
-        Seño, en verdad…- responde Silvia-   el chico es un machista porque le dice, cuando le está haciendo eso “ese collar no pinta nada ahí”
Risas. Mas manos alzadas.
-       Otra pregunta, por qué alguien haría algo así, quiero decir por qué los jóvenes hacen esto, subir imágenes eróticas en la red …
-       Para tener más seguidores, seño… ¿Para qué va a hacer? Para que la gente le ponga me gusta, cuanto más tenga mejor, así se hacen más famosos…
Debe ser cierto porque lo dice Fernando, uno de los más avispado y listo de la clase, debe ser por eso  que nunca estudia.
-       De todas maneras, seño, yo no creo que ella sea una guarra.. por lo menos, no más que él… quiero decir, a mi me parece bien..-  sonríe, aleteo de pestañas -  si ella…quiere le puedo dar mi teléfono.

Toca la sirena liberadora. Sigue lloviendo, con una lluvia fina y encendida. Al bajar del pueblo he vuelto a ver al perro. Me detuve al borde de la carretera y lo volví a llamar. El animal asustado se  quedo quieto, mirándome, la lluvia le escurría por el lomo haciendo que brillase más su pelo negro azabache. Me acerqué a él y le di el resto de mi bocadillo.  Estaba flaco, se le notaba el vientre hundido y  los huesos en las cadera. Seguramente llevaba varios días sin comer, perdido o abandonado. Alguien debió dejarlo allí, o quizás esperase a los dueños de aquel almacén cerrado. Quién sabe. Lo más probable es que fuera mal cazador. Cuando los perros no sirven para cazar los suelen  abandonar a su suerte. Con pasos lentos pero ágiles el animal ascendió hasta la colina desde donde miró desde lo alto con gesto digno, más digno que el de mucha gente que he visto. Me dí la vuelta y volví a mi coche. La carretera serpenteaba,  la lluvia y la niebla daba una aspecto irreal al campo.

miércoles, 15 de enero de 2014

Pedagogía humanística



Son las ocho de la mañana de un lunes frio y húmedo de invierno. Los chicos, mis 25 adolescentes de  hormonas alteradas me esperan  revoloteando alrededor de mi mesa.
-        Seño, no ha visto el video de la guarrilla de Arucas- anuncia uno.
Mis alumnos ya me conocen, saben que no soy una profesora al uso, que me pueden decir cualquier cosa, tienen  la confianza para contarme lo que sea sin miedo al reproche o a que me  escandalice. Normalmente, los escandalizo yo a ellos. Es cuestión de romper prejuicios o moldes establecidos, y de eso, les aseguro, tienen mucho. A veces, me gustaría probar a ser más severa, o no dejarme llevar por el apasionamiento. Hay algunos aspectos que me  gustaría mejorar, por ejemplo:
 Tener más paciencia ( ¡¡ Dios santo, cuánta¡¡)
 Evitar palabras mal sonantes de tipo: estoy hasta las p…….  Estoy hasta las t….. estoy hasta los…….( no son propios de una profesora una profesora de lengua, aunque lo confienso,  me descargan bastante).
3 º Evitar la ironía y el sarcasmo ( misión imposible)
A parte de esto, creo que no soy mala docente.  Los chicos me suelen  apreciar y yo a ellos. Además, qué carajo, no puedo evitar ser de esta forma, no sé enseñar de otra manera más que como soy: pedagogía humanística, lo llamo yo.
En cualquier caso, ellos se sienten encantados porque me muestro tal como soy, natural y desenfadada, irónica a veces, receptiva y curiosa, siempre. Saben que mi letra se parece un poco al árabe y que no puedo evitar reirme de todo la mayoría de las veces. Nunca me creído nada, quizás por eso, nunca he sabido marcar las distancias,  y ya los ves, revoloteando como abejas a la miel, alrededor de mi mesa.
 Si de algo estoy segura es de que  cada día aprendo de ellos. La lección más importante siempre te la da un adolescente, precisamente porque es el germen de la rebeldía y de la coherencia, luego la vida le dará cachetones y lo pondrá en su sitio o no, según como la vara haya sido modelada en el viento.
De un adolescente es necesario saber:
1º Que no puedes enfrentarte a ellos desde una altura de superioridad. (el respeto no se consigue con la dominación ni la imposición)
2º El respeto se gana en la igualdad ( atrévete a discutir con un adolescente) siempre es mejor que no hacerlo.
3º Ellos no tienen nada que perder (esta es una buena baza a la que el profesorado no podrá nunca acogerse)
4º Antes que nada valoran la sinceridad y la autenticidad.(Sapere Aude: atrévete a saber)
Aprendidas y asumidas estas evidencias sólo queda dialogar y concensuar, y si es  mediante una chispa de humor, mejor que mejor. Los chicos se pelean por enseñarme sus móviles. Noto la emoción en sus miradas expectantes.
-        ¿Un video?¿Qué video?- les pregunto esperando cualquier cosa.
-        Una guarrilla, seño, se lo monta con un tío y lo colgó en internet- dice una voz atrás.
-         Lo subió al youtube – dice otro
-        y al Instagram.
A veces, entras en el aula y ocurren cosas como así. Ninguna teoría educativa ni ningún pedagogo nos ha enseñado jamás a enfrentarnos a situaciones como esta. Así que hago como siempre, mostrarme natural y receptiva.
-        A ver de qué me hablan - les digo descargando mi bolso y los libros sobre la mesa.
-        Mire seño … ¿lo quiere ver?
-         No sé si quiero verlo, la verdad- comento resignada.
-        Sí, seño, mírelo, mire a la guarrilla- dicen algunos.
-        ¿lo quiere ver?- insiste el primero.
Debe ser una pregunta retórica porque ya me está metiendo el video debajo de los ojos. Intento no poner ninguna cara especial. En la imagen una pareja de adolescente practica el acto sexual mientras se graban. La chica se contorsiona como una verdadera profesional y el chico, con gesto de orgullo, hace caritas de imbecil mientras mira hacia la cámara.
-        la chica es  de Arucas, seño, mi hermano la conoce.
-        ¿ Y el chico?- les reto.
-        Lo tiene todo el Institituto, profe, se lo han pasado a todo el mundo..
Seguramente, orgulloso de la faena el chico le paso la grabación a un amigo y este a otro, y a otro, y finalmente ha dado la vuelta en todos los institutos de la isla. Cuando escribo esto ya se ha que ha salido incluso por Antena 3. Sé que si mis alumnos me lo enseñan es porque quieren saber mi opinión o porque quieren hablar del tema.
-        A ver…. Tranquilidad y sosiego… díganme-  y por qué es ella “la guarra” como dicen ustedes.. y  él.. ¿Qué es?
-        Ooohh .. él no lo subió- responde un alumno.
-        El es el puto amo- dice otro.
Risas generales, jolgorio en aula. Y sólo son las ocho y diez de la mañana. Siento que la sangre se me acelera, presiento que no va a ser una mañana fácil. Hoy  de nuevo debate.

( CONTINUARÁ…)



jueves, 9 de enero de 2014

Final de fiesta



 Por fin sola. Se acabó la fiesta, hoy seis de enero de 2014 doy por concluida la Navidad y con ella todo el derroche, comilonas, bebidas, regalos, familias, niños y demás artilugios que nos inventamos los humanos para celebrar esta fiesta católica. Nadie cree en nada ni en nadie, ya nadie va a misa, ni qué día preciso fue el que murió Jesús, o cuándo resucita, pero en Navidad, todo el mundo sabe que toca exceso de comida, de bebidas y de consumo.
Y en esta final de fiesta, lo que queda de mí, la más entusiasta de las fiesta donde las hayas, es una mujer de cuarenta y ocho años hecha añicos. Acabo de sacar a la basura una bolsa de tamaño gigantesco con papeles de regalos y demás detritus y dos bolsas  más repletas de botellas vacías de cerveza y vino.
 Esto es todo lo que tengo como  propuesta para el día de hoy. Son las cinco de la tarde y he aprovechado para bajar a la gasolinera que está a sólo cinco minutos en coche atravesando una carretera rural y comprar más tabaco y una bebida energética que me pueda hacer llegar hasta las diez de la noche. Esto es todo lo que haré hoy.
Si algo tengo que admitir es que de todos los propósitos que me hice en este comienzo de fiesta, apenas cumplí ninguno.  Salvo el dormir, cuando me dejaban, y no hacer nada, el principal de ellos.
En la noche de fin de año, con más de dos copas, animé a todo el mundo a que escribiese sus propósitos para este año en un folio en blanco para pegarlo en la pared de mi estudio. Ahora contemplo el bonito decorado que ha quedado, un extraño mapa de buenas intenciones que acabo de desmontar con sumo cuidado para que el celo no acabe con la pintura de la pared. Mi propósito es siempre el mismo: acabar la novela.  Cuál. No sé, una de ellas.
 Recuerdo como en nebulosas que en  algún momento de la noche o del día mi amiga Lola me abrió una página de la profesora chiflada en el face. Me dice que estoy desfasada que el mundo corre ahora por el face. Debe ser cierto, porque ya todos andan por ahí, algunas amigas incluso ligan. Así que por qué no, siempre será más desenfadado y trivial, y es que a veces, lo reconozco, me pongo muy trágica.

 Feliz año a tod@s.

viernes, 3 de enero de 2014

La despedida





Para llegar al barrio de los olvidados hay que atravesar la ciudad y serpentear dentro de sus arterias desgastada. A esas horas, y a solo dos días de Navidad, las  calles permanecen calladas y solitarias. Casi nadie a estas hora pasa por ellas, como si sus moradores se refugiasen de un viento frío y húmedo al que no están acostumbrados.
Una mujer de mediana edad camina esa mañana con paso decidido por entre sus calles. A cada trecho, se detiene y contempla lo alto de las casas para buscar los nombres en ellas escrito. Interrumpe su paso frente a un edificio nuevo de tres partes que no ha acabado aún de construirse ni probablemente lo hará nunca. Han arrancado las puertas y las ventanas  y desde el exterior se ve sólo los pisos vacíos y desmantelados. El aspecto de abandono, de ciudad en guerra le parece extrañamente desolador y atrayente. Un hombre se detiene a contemplarlo como ella.
-       Ha visto lo que han hecho- se dirige hacia ella-  Han arrancado hasta los cables, se lo llevan todo.
 La mujer asiente, desconfiada, pues el hombre tiene una aspecto tan  descuidado que podría ser mismo el autor de todo aquello.
-       Se lo llevan todo, eso son los moros- dice reanudando  su paso.
Si el mundo se acabará un día seria como este barrio , piensa. A lo lejos, en un descampado, los chicos juegan al balón. Misia que así se llama, contempla el horizonte,  el cielo se ha coloreado de rosa y  violeta. De pronto se encuentra con la calle y la casa que busca. La puerta de hierro verde del portal está cerrada y el telefonillo hace tiempo que dejó de funcionar. A pie de calle, hay una ventana con rejas  y cortinas sucias por donde se oye una a televisión encendida.
-       Nicolai- susurra la mujer hacia la ventana- Nikolai.
Nadie responde, pero está segura de que es ahí, así que decide esperar a que algún vecino le abra la puerta. Misia se sienta en el borde de la acera, entre dos coches, y espera.  Desde allí puede ver el final de la calle si mira a la derecha o el cambiante malva del cielo si lo hace a la izquierda.
No espera demasiado porque después de unos minutos un hombre se acerca desde el final de la calle con paso vacilante. La mujer se levanta decidida y camina hacia él. Tiene el mismo aire desgarbado y perdido de siempre, se dice con ternura. Cuando piensa esto se da cuenta de que el hombre ha desaparecido en el cruce de la calle. Era él, estaba segura, no podía haber sido otro. Camina angustiada uso paso y luego,  se tranquiliza, pues se da cuenta de que  en la esquina hay un bar y se debe haber metido en él. 
Allí está Nikolai, desde la puerta lo observa, reclina la cabeza en señal de reconocimiento, en un gesto dulce, como si fuese la última vez que lo contempla. Pero Nikolai permanece absorto frente a la máquina de cigarrillos. De pronto, se da la vuelta y le sonríe sorprendido mostrando  una amplia sonrisa.
Nikolai camina hacia la mujer tendiéndole los brazos,  le ofrece sus mejillas pero ella  lo estrecha contra su pecho.
-       Nicolai, Nicolai. . – qué has hecho – le dice en tono lastimero.
-       ¿ Qué haces aquí? ¿Cuándo has llegado? Vamos Invítame a una cerveza. – le dice  contento de verla.
Misia se sienta junto a él, en una  de las mesas del bar vacío. Sólo hay un anciano, sentado en una banqueta junto a la puerta y la camarera, que sostiene a una niña pequeña encima de la barra.
-       Cómo estás Nikolai- le dice mirándole a los ojos la tía Misia. 
Nikolai guarda aún la belleza de su juventud, tiene un rostro de flecha, de ángulos simétricos y equilibrados, y una sonrisa infantil siempre dispuesta. Tiene aún la  mirada abierta  y perdida de un niño, se dice.
-       Cómo estás tú, qué delgado estás, querías adelgazar ¿no? –le dice finalmente.
-       Sí, un poco, invítame a una cerveza, anda.
-       Pero, no puedes, Nikolai.
-       Sólo a una.
La mujer se resigna y pide a la muchacha frente a la barra dos cervezas. Busca los ojos de su sobrino, ahonda en ellos. Se da cuenta de que tiene la mirada encendida y perdida de un loco. Las manos le tiemblan, levemente, como un cuervo aterido de frío sobre un cable eléctrico.
-       ¿ Cómo has llegado a esto?
El hombre alza los hombros y deja de sonreír. Los ojos pardos y vacíos  se hunden en un vacío lejano, eléctrico y desolado,  dos órbitas perdidas en el firmamento de sus ideas.  
-       No sé..  Fueron sólo tres días, me volví loco, la  puta coca, pero ya estoy mejor.
 Tiene los hombros caídos hacia delante, parece a punto de quebrarse. Con una mano pequeñas de dedos infantiles bebe un largo trago y sonríe a la mujer que lo mira con ojos tristes.
-       Ahora voy a hacerme una cura de sueño, una semana o diez días durmiendo y luego me levanto nuevo, te lo juro, ya pasó. Sólo estoy esperando a que pasen estas fiestas y abran  el centro, luego cobraré el paro y me iré lejos de aquí,  al Perú…
-       Al Dorado…- responde con sarcasmo Misia- Lo tenías todo, trabajo, novia..por qué..
-       la gente aquí es basura- responde con rabia y altivez.
-       nunca lo dejaste. Nikolai
-       La gente del trabajo me rechazaba,  las tías si no te costaban con ellas te apartaban. Son un asco., no lo soporto a la gente de aquí. Tengo que largarme.
-       En cualquier sitio vas a ser tú.- le dice Misia
-       No, pero allí será diferente. Te lo prometo, me voy a ir, sólo quiero entrar y limpiarme, ella me está esperando,  pero tengo que hacer la despedida hoy y luego,  ya me quedo tranquilo en mi cuarto, te lo prometo… -
 Nikolai dice esto de un tirón como si se lo hubiese aprendido de memoria, como si en realidad, los demás fuesen a creerse sus propias historias
-       Dejame treinta euritos para la despedia , y luego ya me quedo tranquilo.
Tía Misia lo mi consternada, advirtiendo  que esta vez ha tardado menos de lo habitual  en pedirle dinero.  Parecía tan cambiado hacia tan solo unos meses estaba tan bien. Cuándo había vuelto a recaer de esa manera. Y cada vez de forma más atroz, más agresiva y dura la caída. Hasta cuánto,  hasta dónde.
-       No, no he traído dinero porque sabía que ibas a hacer esto.
Nikolai la mira con pánico  intentando buscar en su mente aturdida un ardid con el que convencer a la mujer que ha venido como una luz salvadora hasta su puerta.
-        ¿Quieres venir a mi casa? Está aquí, no es mucho, está hecho una mierda el apartamento, pero  me van a cambiar pronto a otro. Pero para que veas que me voy a quedar aquí tranquilo, sin salir, con mis libritos. De verdad, sólo que hoy  necesito la despedida, en serio, esta última vez, y ya me quedo en mi casa tranquilo, pero necesito despedirme.
Misia quiere creer pero ya no puede. Por eso a veces le dice frases lapidarias o mordaces,  a veces asiente antes sus propias mentiras como si fuese la última concesión. Acaban la cerveza y caminan en silencio hasta la vivienda. El bloque de apartamentos esta compuesto por varias pequeñas viviendas compartidas en dos pisos. Casi todas tienen las puertas  de entrada abiertas a los demás vecinos. Hay gente en los pasillos de entand o a las otras casas.. Misia piensa en una cárcel sudamericana donde los guardianes se mezclan con los presos.
-       Este es el apartamento- le dice Nikolai abriéndole la puerta.
Misia debe ahogar el gesto de asco que le provoca lo que contempla. En el salón cocina hay unos sillones viejos ya sin color y roídos por la mugre, sobre este y sobre  los estante se agrupan sin orden ni concierto la ropa esparcida. La tia  Misia se detiene frente a unas botas que hay sobre la mesa, piensa inmediatamente en quitarla porque es supersticiosa y sabe que eso da mala suerte, pero se refrena ante la inutilidad de un gesto.
-       Mira tengo comida, lo ves-  y  le señala una bolsa repleta de  alimentos.
-       Si. .. pero está todo …asqueroso- dice observando unas cucarachas muertas en el frigorífico abierto.
-       Sí me lo dieron así, pero mañana me cambian a otro mejor.  
-       Ya- dice desolada
-       Venga, Zaza dame treinta euritos, de verdad que sólo quiero darme la despedida, ahora estoy tranquilo, mira voy a quedarme aquí, tranquilo, hasta que abran el centro.
-       Como te puedes engañar tanto. En serio piensas seguir destruyendo la vida de todo el que te rodea- le dice con la voz quebrada- Tu madre, no te da pena de tu madre, mírala. Sólo piensas en ti, en tu puta droga,  como has hecho esto de tu vida. ¿Vas a hacerle daño también a esa chica?
-        No. En serio, estoy enamorado, nunca lo había estado, pero lo estoy, te lo juro, voy a ir a Perú a vivir con ella, allí todo será diferente, aquí no puedo  vivir la gente, todo el mundo me juzga.
La tia Misa o Zaza como la llamaba él de pequeño apenas acierta a pensar que aquel temblor de sus manos pequeñas, el brillo encendido de sus ojos sin vida, sólo delatan que su única pasión desenfrenada es la muerte. Cómo podía mentirse así. Acaso todos nos mentimos, piensa, mirando tras las cristaleras del ventanal sucio.
-       Mira mi analítica-  Nikolai mantiene un documento médico entre las manos.
-        Fracaso renal agudo...¡ fracaso¡ como yo mismo.
Misia no responde No sabe qué decir ante tanta destrucción y dolor. Sus ojos se posan en los muebles mugrientos de la casa, en los objetos esparcidos por todas partes, en la cama de mantas asquerosas y tiesas de tanta suciedad, en  la cocina cubierta de polvo y telaraña.
-       ¿ me vas a dejar esos treinta euritos para la despedida?
Cuánto tiempo lleva despidiéndose de la vida, cuántas veces, mientras se clavaba la aguja en el brazo se diría a sí mismo  que esta vez sería la ultima. Misia permanece en silencio intentado buscar respuestas a algo que no entiende, cómo puede llevar esa vida de aniquilamiento. Sabe que no puede hacer nada por él, nadie puede hacer ya nada por él.
-       Cuándo vas a madurar y a dejar de echarle la culpa a los otros…- le dice después de abandonar el apartamento.
Nikolai la acompañará un trecho de vuelta a casa, ya ha empezado a oscurecer y el aire ha refrescado.
-       Te acompaño hasta el cajero, entonces.
-       No. No te voy a dar dinero- le dice tajante.
-       Por fa, es sólo hoy, de verdad para la despedida, si no lo voy a conseguir por ahí, como sea- le suplica.
-       Nikolai, es que no quieres vivir, es que quieres morirte.
-       A veces sí- responde

Misia no dice ya nada, sigue caminando dejando atrás las casas bajas, el barrio humilde y pobre. Nikolai seguirá insistiendo una cuadra más, luego desaparecerá ya para siempre. La figura de Misia, en la oscuridad, a lo lejos, ya saliendo del Barrio de los olvidados, parece aún más pequeña.