miércoles, 15 de octubre de 2014

Como ser buenos


No es fácil ser bueno, ni cuerpo que lo resista mucho tiempo. Esta parece ser al menos la moraleja de la novela de Nick Hornby.
El argumento de “ Como ser buenos” no es nada del otro mundo, sino más bien de la rutina cotidiana: Familia de clase media en crisis, esposo, dos hijos y mujer que tiene aventura con un hombre joven. Nada fuera de lo normal, salvo quizás  por el marido, un columnistas un tanto agrio que se queja de todo. Una vez que este se entera del “affaire” de su esposa, le sucede una curiosa transformación.
 Hubiese sido una buena comedia romántica y desternillante si este iracundo marido se hubiese convertido en un conquistador afable y galante, pero nada de esto sucede, sino que el conocimiento de un extraño personaje, Goodnews,  le lleva a acometer toda clase de acciones solidarias. Pero, su deseo de hacer el bien sin importar a quién, tropieza con la acomodada vida burguesa de la familia. Mientras se decide a ser una buena persona empezando por su propio barrio los problemas con su familia se agudizan.
Nadie espere de esta novela que sea hilarante ni una profunda reflexión  sobre las contradicciones de nuestra sociedad y la necesidad de ganarse la autoestima a cualquier precio. Es más bien una historia triste con un mensaje claro; imposible arreglar el mundo sin arreglar antes nuestros problemas y, como estos no tienen solución posible, quedémonos con lo que tenemos, que tampoco se está tan mal, aunque  estemos insatisfechos. A fin de cuentas, nadie lleva una vida de fotonovela, rica y bella.
De esta forma, con una flema muy inglesa se resuelve la historia. La protagonista en el monólogo final lo resume así: “¿Puedo ser una buena persona y gastarme esa cantidad en productos de consumo caros? No lo sé. Pero sé lo siguiente: no puedo ser buena sin ellos”.

Novela entretenida, sin más: personajes exasperantes por sus sandeces y diálogos rápidos y directos. Tono coloquial y sin pretensiones, humor inglés, o sea, ironía contenida, situaciones absurdas y comedia de salón. El autor está más cercano a Ton Wolf o a Ton Sharpe que a Houllebecq.  En síntesis, recetario moderno y novelado tan en boga de “por la caridad entró la peste” o “la cariad empieza por uno mismos”.

martes, 7 de octubre de 2014

Todos morimos



Comienza el curso como si comenzara el año. Escogí, más pequeños, aún creativos, ahítos de vida, padres preocupados, hijos ansiosos en un septiembre  voraz y silencioso de niños sin libretas y desayunos para mitigar el hambre. En la mañana  la radio del coche anuncia las corrupción local y nacional, por orden,  jueces justos ajusticiados, banqueros rescatados viviendo a cuerpo de rey con tarjetas de bastos y putas de oro. El Ébola que entró por la puerta grande para quedarse, quien lo diría, por la caridad entró la peste. Harta, de oír hablar de Cataluña, de si españoles si o no, que voten, que escojan y empezar a hablar de otras cosas. Por aquí nuestro presidente anda pidiendo consulta también. El 23 de noviembre, el canario, siempre que entienda la pregunta, deberá responder "¿Cree usted que Canarias debe cambiar su modelo medioambiental y turístico por las prospecciones de gas o petróleo?Cambiar todo para que no cambie nada. No hay modelo, malvivir del turismo, dinero para turoperadores.
Antes era más fácil, sabía uno al menos quién era el enemigo, ahora ni a dónde disparar. Nunca fue más difícil coger el rumbo. Mejor coger la guitarra aunque no sepa tocar y reírme de mi misma, infinitamente minúscula en este firmamento universal.  
Recordar: cultivar el jardín, hundir los dedos en la tierra, palpar la madre naturaleza, acariciar al gato, mirar la luna. La pasión de literatura, siempre, para salvarnos de la basura, lo dice Chirbes reciente y desconocido premio nacional de narrativa. La sal de la tierra, al final, el perro debe morir. Todos morimos, pero hay muertes más injustas que otras.