No es fácil ser
bueno, ni cuerpo que lo resista mucho tiempo. Esta parece ser al menos la
moraleja de la novela de Nick Hornby.
El argumento de “
Como ser buenos” no es nada del otro mundo, sino más bien de la rutina
cotidiana: Familia de clase media en crisis, esposo, dos hijos y mujer que
tiene aventura con un hombre joven. Nada fuera de lo normal, salvo quizás por el marido, un columnistas un tanto
agrio que se queja de todo. Una vez que este se entera del “affaire” de su
esposa, le sucede una curiosa transformación.
Hubiese sido una buena comedia romántica
y desternillante si este iracundo marido se hubiese convertido en un
conquistador afable y galante, pero nada de esto sucede, sino que el
conocimiento de un extraño personaje, Goodnews, le lleva a acometer toda clase de acciones solidarias. Pero,
su deseo de hacer el bien sin importar a quién, tropieza con la acomodada vida
burguesa de la familia. Mientras se decide a ser una buena persona empezando por
su propio barrio los problemas con su familia se agudizan.
Nadie espere de
esta novela que sea hilarante ni una profunda reflexión sobre las contradicciones de nuestra
sociedad y la necesidad de ganarse la autoestima a cualquier precio. Es más
bien una historia triste con un mensaje claro; imposible arreglar el mundo sin
arreglar antes nuestros problemas y, como estos no tienen solución posible, quedémonos
con lo que tenemos, que tampoco se está tan mal, aunque estemos insatisfechos. A fin de
cuentas, nadie lleva una vida de fotonovela, rica y bella.
De esta forma, con
una flema muy inglesa se resuelve la historia. La protagonista en el monólogo final
lo resume así: “¿Puedo ser una buena
persona y gastarme esa cantidad en productos de consumo caros? No lo sé. Pero
sé lo siguiente: no puedo ser buena sin ellos”.
Novela entretenida,
sin más: personajes exasperantes por sus sandeces y diálogos rápidos y
directos. Tono coloquial y sin pretensiones, humor inglés, o sea, ironía contenida,
situaciones absurdas y comedia de salón. El autor está más cercano a Ton Wolf o
a Ton Sharpe que a Houllebecq. En
síntesis, recetario moderno y novelado tan en boga de “por la caridad entró la
peste” o “la cariad empieza por uno mismos”.