martes, 29 de abril de 2014

Hasta los mismísimos...


Acabo de salir de un curso de teatro para docentes al que me he apuntado voluntariamente, por eso de aprender algo más y poder aplicarlo en el aula. Al final de las sesión, nos tocó reunirnos en grupo de cinco docentes y diseñar un proyecto para llevarlo a cabo.
 En el grupo había una chica joven, sobre los veintiséis, calculo, ingeniera química que decía estar preparándose las oposiciones para entrar a formar parte del profesorado. Después de explicarnos que trabajaba en la empresa del padre, comentó que iba a tentar suerte porque ser funcionario era estupendo, salir a las dos y tener tantas vacaciones.
Nosotras, las cuatro profesoras nos miramos atónitas y levantamos  una ceja.  Ya esta afirmación nos deja impertérrita de tanto oírla. ¿Salir a las dos? ¿Dónde había oído aquello? Eran las siete y estábamos allí sentadas, aprendiendo gratuitamente para nuestro trabajo. ¿De qué horario hablaba? Casi todas las tardes, cuando no teníamos padres teníamos que preparar clases o  corregir trabajos. Este fin de semana, sin ir más lejos,  no he levantado cabeza corrigiendo exámenes de PAU.
Todas, incluida yo misma, le aconsejamos que lo dejara, o que al menos, se pensara lo que estaba haciendo. Si quiere acabar a las tres que estudie para hacienda o otra institución que tenga un horario estricto. No para esta. Porque el trabajo te sigue a todas partes, te lo llevas a casa, al campo o lo más probable a la cama, como bien apuntó una compañera, ella se acostaba también con su trabajo, se llevaba a la cama lo problemas de los chicos, daba vuelta para resolverlos, se desvelaba, despertaba a su pareja…en fin..díganme  de qué puto horario estamos hablando.
El pedagogo Tucceti, estuvo aquí en las Palmas impartiendo una conferencia y comentó algo que nos debería hacer reflexionar. ¡¿ Por qué esta profesión que podría ser la más vital  y alegre de todas es en la que hay más accidentes laborales y más bajas por depresión ?.
¿Que tenemos muchas vacaciones?.
Las justas para no suicidarnos, respondió otra. Nadie que no haya trabajado en esto, no puede saber el nivel de estrés y de ansiedad que acumulamos. Todos lo allí presente coincidimos en lo mismo, es duro, muy duro, estar  en la trinchera.
Acaso alguien duda de que somos los parachoques de estos jóvenes desganados, sin futuro, productos de una sociedad corrupta y sin valores.
 Estamos a merced de niños consentidos y padres agobiados. Se ha protegido y sobredimensionado tanto a la infancia y a la juventud que, hemos creado una legión de hijos sobreprotegido, despostas, pequeños emperadores, con todos los derechos y ninguna obligación, faltos de disciplinas y capacidad de esfuerzo.
Y los profesores, vamos a tientas en un túnel sin salida intentado capear el temporal como podemos, frutados en su mayoría porque el esfuerzo que hacemos no redunda más que en más burocracia y más trabajo inútil.  Estamos a merced de las estadísticas y de lo que la inspección nos ordene, es decir,  hay que aprobar a la mayoría para que las cifras nos cuadren con Europa. Así que, si alguna vez has pensado en ser coherente, justo y dignificar tu profesión, vete olvidándote ya de esta.
Luego, está la parte de aguante personal, de resistencia a la frustración o a los insultos, cuando te acostumbres a oír “puta” tres veces, ya luego todo va mejor. La muchacha, la aspirante a docente, nos miraba con los ojos my abiertos, de verdad pasa eso en el aula. Nos reímos porque la risa redime y  acabamos bromeando y preguntándole sino había trabajo para nosotras en la empresa de su padre.
¿De verdad es un chollo se profesor hoy en día?
El otro día me encontré por la ciudad a un compañero recién jubilado. Parecía mucho mayor de la edad que aparentaba. Me saludó efusivamente y me contó que había tenido el día anterior una pesadilla. Había soñado que la Consejería de Educación lo había llamado para decirle que le faltaban aún unos años para jubilarse.  Me levanté entre sudores fríos, me contaba con aspavientos, como si aún estuviese saliendo de la pesadilla.

Por todo esto y más estoy hasta los mismísimos ovarios. Pase que la ignorancia es atrevida, y la inocencia hay que, finalmente, justificarla. Pero, a veces, cuando oigo comentarios en los blog y discusiones sobre el profesorado, sus muchas vacaciones y demás, digo lo mismo que alguna vez algún alumno mío me habrá oído decir en la clase….”estoy hasta lo cojones ….y no tengo”

8 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Es cierto que desde fuera se ve vuestra profesión como un "chollo".

Hace tiempo tuve que dar clases relacionadas con mi trabajo a alumnos mayores de edad, y acabé hasta las narices.
Y me pagaban bien.
Al final renuncié al dinero de las clases y me dediqué exclusivamente a mi trabajo.
Si esos alumnos que tuve, que se jugaban además sus expectativas laborales acabaron poniéndome de los nervios, no quiero ni pensar lo que debe ser dar clase a críos...

Besos.

HOSTAL MI LOLI dijo...

Los profes os merecéis un monumento, como si fuerais dioses, para mi lo sois. Besos.

Anónimo dijo...

siempre es mejor que no tener trabajo

mjromero dijo...

Si no es vocacional, es un desastre por mucho que necesites el trabajo. Hay centros muy marginales, con gente muy marginal donde la policía casi que hace guardia. pero sí, siempre será mejor que no tener trabajo.

LaCuarent dijo...

Cuanta palabras cargadas de verdad y cuanta razón amiga mía

Un besote

cereza dijo...

Y eso que ser maestro es una de las vocaciones más bonitas que existen. Algunos de mis maestros hicieron por mi salud mental en unos pocos trimestres mucho más que mis padres en muchos años.
Lástima que no se valore la labor que haceis y solo se tome en cuenta las vacaciones. Demuestra que poco educados estamos.
Un beso.

Ishtar dijo...

Me gusta enseñar, disfruto haciéndolo, pero dos años de docencia con adolescentes fueron suficientes para que prefiriera trabajar en otra cosa, inicialmente poniendo jarras de cerveza ... con la mitad del sueldo y tres veces más feliz.

Aún me preguntan que si no aguantaba a los niños, yo siempre respondo que a los que no aguanté fue a los padres.

Por ahí arriba lo han dicho también: un monumento es lo que os merecéis.

Un abrazo

Bipolar dijo...

Yo soy de una generación que se dirigía a sus profesores con el don delante, recuerdo especialmente a dos.

Don Julio, profe de literatura, que me descubrió a Miguel Hernández, Antonio Machado, Federico García Lorca, Rafael Alberti etc.

Don Cesar, profe de ciencias, que siempre nos decía, ser curiosos y dudar, dudar de todo, y de todos, dudar hasta de lo que yo os estoy diciendo y ser curiosos, buscar el por qué de las cosas.

Nunca se lo agradeceré bastante.