El cine tiene la virtud de acercarnos a realidades que desconocemos, pero también, de hacernos revivir momentos de nuestra historia en otros personajes, de esta forma vicaria nos adueñamos de las imágenes que hacemos nuestra y que luego formaran parte de nuestro imaginario colectivo. Esto sucede con algunas buenas películas o con escenas inolvidables del cine que quedaran para siempre en nuestra retina. Con la La vida de Adele sucede esto.
El largometraje narra, en cerca de tres horas, el descubrimiento del amor por parte de una adolescente, Adele, quien se enamora de otra mujer y el proceso de madurez (aceptación, afianzamiento de sus sentimientos, plenitud del amor y decadencia) hasta llegar a la madurez de la misma. Pero la película es también una indagación profunda sobre el enamoramiento, la complejidad del amor y el sufrimiento que conlleva del desamor. Un film que, por fortuna, no cae en tipos ni en clichés cuando aborda la complejidad de las relaciones amorosas, sean de la índole que sean.
Hay escenas bellísimas, el juego de miradas de las protagonistas nos llevan de la delicadeza a la ternura pasando por pasión, es diálogo puro. Las escenas de camas de las mujeres están tratadas con delicadeza pero sin llegar a la ñoñería, hay crudeza y ardor en ellas, pero, sobre todo, un esteticismo y apasionamiento que no deja impasible al público (el mutismo en la sala era sagrado durante esos diez minutos de sexo lésbico en la pantalla).
La película, ganadora de la Palma de Oro del festival de Cannes, nos narra la vida cotidiana en donde se desenvuelve la protagonista mostrándonos aspectos casi documentales de una joven francesa, aspirante a maestra y su novia, una dotada estudiante de bellas artes. La vida familiar, la diferencia de cultural de ambas, la clase media francesa, la comida como placer, el prurito intelectual de los artistas, las conversaciones filosóficas, las diferencias de las aspiraciones de las protagonistas, nos remiten a los iconos de la cultura francesa pero también al buen cine francés de Tavernier, que analiza la realidad circundante mostrándonos su contradicciones y haciéndonos reflexionar sobre los sentimientos.
La duración de la película se hace necesaria para mostrarnos la vida de la protagonista, sus ideas, emociones y vivencias en un recorrido necesario. La actuación de las actrices es soberbia, no hay sensación de posados ni impostados, la atracción entre los protagonistas es creíble, el sentimiento es ensalzado a la máxima potencia sin caer en sentimentalismos, la crudeza del desamor y la aceptación del fin es siempre vívida y profunda pero sin llegar al dramatismo. Un canto la libertad del amor y a las señales que deja en el alma. En fin, una película, para disfrutar de las bellas imágenes, de una buena interpretación de las actrices y de una historia hermosa y triste .
Siéntense y disfrute.