miércoles, 20 de febrero de 2013

esa gente sensata del norte


El verano pasado fui a Noruega con un grupo de amigo, nuestro viaje acababa en los fiordos en una casita rural al borde de una montaña. El paisaje era tan idílico como se puede uno imaginar.
 El viernes por la tarde nos encaminamos al supermercado a comprar cervezas y vino para festejar la vuelta a las islas, hacerlo en cualquier bar sobrepasa mucho nuestro escueto presupuesto. Pero ocurrió un hecho que nos dejó a todos maravillados.  Cuando fuimos a pagar en la caja del supermercado el cajero nos arrebató las cervezas como si fuésemos ladrones y nos dijo en un somero inglés que estaba prohibido comprar bebida y consumirla desde el viernes tarde hasta el domingo. Asombrados ante esta reacción preguntamos por qué. La ley era así. No sabíamos si reinos o llorar. Recuerdo que hablamos sobre lo retrógrada que era aquella ley y lo que nos chocaba con la imagen que teníamos de los suecos y noruegos. A fin de cuentas, ellos eran los que habían traído la libertad sexual y el destape a nuestras costas y playas. De vuelta a la casa miré sus bonitas viviendas de madera y pensé en lo poco que conocíamos a aquella gente . 
No sé porqué cuento esto, o sí. Este libro las hijas de Hanna está escrito por una sueca, Marianne Fredriksson y no podía ser de otra manera. No lo recomiendo, el libro no me gustó, me pareció pesado de leer, lento y con un argumento débil que no aportaba nada nuevo a la eterna cháchara de las transmisión de madre e hija y de las dificultades de comunicación entre ellas.
Narra la vida de tres mujeres, de distintas generaciones abuela, madre e hija.  Novela hecha para mujeres, algo que detesto, llena de clichés y estereotipo, muy al  estilo Marcela Serrano y demás féminas escritoras que creen aportar algo al género femenino.
 Así que, sabiendo ya de antemano que esta entrada no gustará a más de una, me excuso diciendo que si algo valoro en la novela es el poder de sorprenderme y la capacidad de usar el lenguaje con maestría, ambas cosas ausentes en la novela. La narrativa en este caso es burda, a hachazos, y ramplona y sin una pizca de poesía, muy del género Best Seller, claro que si llego a saber que era este su género no hubiese esperado tanto de ella e igual me hubiese gustado más.
Sí, vale, ha sido traducido a más de veinte idiomas y ha sido uno de los libros más vendidos en los países nórdicos, bueno y qué, son gente muy rara, sino piensa en el incidente de la bebida, .. luego vienen aquí a las playas y se ponen como gambas sin salir de la piscina  en todo el día y atiborrándose a cervezas, en fin.
Que lo lea quien quiera, yo aviso, no es una gran literatura, ni media, los nórdicos destacan en lo que destacan, en las novela negra, algo que pega más con el ambiente frío, cerrado y pueblerino de esas tierras. Si la genética y lo no dicho condiciona en parte a la persona, como defiende la autora, habría que preguntarse cuánto condiciona el ambiente y  el paisaje a la hora de  crear una buena novela. 

lunes, 18 de febrero de 2013

El desnudo es inmoral



El hombre carpetovetónico salió de las cavernas con traje de chaqueta y bigotito falangista reducto de su época franquista y dijo:

“ permitir el desnudo en las playas es inmoral” “desde el comienzo de los tiempos el hombre se cubrió de pieles..” …. “El cuerpo  desnudo despierta nuestras más bajas pasiones” …y suele interponerse en el comportamiento recto de todo hombre o mujer…” “El desnudo puede ser moral o inmoral , según la belleza plástica de la mujer o el hombre.. un hombre o una mujer vieja de canes flácidas o voluminosas masas, nunca podrá tener otro desnudo que el desnudo grosero o repulsivo. Su representación inspirará lástima, burla o repugnancia (…) Un chico joven o una mujer joven, de bellos rostros y bien proporcionadas formas …jamás podrá ser calificada de inmoral , ni despertar en el público su desnudo otra cosa que delicados sentimientos de arte y belleza…
“un joven  y una mujer así presentados pueden permanecer en escena y en este caso en la playa, todo el tiempo que se quiera  que mientras mas tiempo transcurra, más delicados serán los sentimientos que despierte en el publico. ¿ Pero qué haremos con el turista de carnes flácidas o voluminosas masas, en definitiva el turistas sea un hombre o una mujer vieja, que somos la mayoría?
.. “ en Canarias no estamos preparados, ni formados para que de la noche a la mañana apodamos cambiar las costumbres de ir vestidos”

Esto lo escribió Antonio Velez, presidente de la FECAO, federación de ocio y turismo de Canarias. Cuando lo leí en la prensa pensé que era una broma del carnaval, pero no, este cavernícola se atrevió a decirlo en una artículo en un periódico local.
 En fin, trataré de estar atenta por si me lo tropiezo en Maspalomas algún día …
Un ejemplo más de la talladura moral de nuestros políticos…

viernes, 15 de febrero de 2013

Los pecados de los padres




"Los pecados de los padres repercuten en los hijos hasta la tercera y aún la cuarta generación. (…) Heredamos patrones de conducta, la conducta misma, y aún maneras de reaccionar, mucho más de lo que nosotros mismos queremos reconocer. No ha sido fácil darse cuenta de esto y asimilarlo, y es que es mucho lo que se “olvidó” lo que desapareció en el subconsciente(…) Las madres transmiten modelos arcaicos a sus hijas, las cuales, a su vez, tienen también hijas, las cuales.
Quizás haya alguna explicación para el hecho de que las mujeres hayan encontrado tantas dificultades en enseñar los dientes y en disfrutar de los derechos que le ofrece la sociedad igualitaria."

Marianne Frediksson. Nota de la autora perteneciente a su libro “ Las hijas de Hanna” 

domingo, 10 de febrero de 2013

De libros




Ser escritor conlleva tener una pasión por la literatura difícil de conciliar con la vida diaria, si alguna vez lo intentas  puede que te suceda como al escritor, Italo Svevo,  quien después de escribir Senilidad, y del fracaso estrepitoso que tuvo intentó no escribir más. Tuvo que pasar más de veinticinco años en silencio para que reconociese que esa pasión seguía ahí, latente, incapaz de desaparecer para siempre.
Senilidad, no es la obra de un anciano, como pudiera parecer, pero sí la novela de un hombre acabado para el amor que descubre que no hay más mundo que el que inventa y que la ficción rara vez coincide con la  realidad.
Esta novela, elegante e intensa, escrita en 1898, no tuvo éxito, por lo que el autor se retira de la literatura, quizás cansado de que su vida, como la del protagonista, sea sólo la vida de un personaje del que no puede escapar, que  idolatra a la mujer de la que se enamora, que padece los tormentos de los celos y la posesión, que siente miedo del amor. En fin,  una interesante introspección sobre las relaciones humanas, pero sobre todo del don o de la condena que tienen algunos seres con imaginación para idealizar o encontrar metáforas y símbolos en el objeto amado.

Sorjo rojo

Novela gigantesca por su hondura y belleza, obra de arte del premio Nobel de literatura Mo Yan.  Narrativa profunda y hermosa de una belleza aterradora, pero (¿no es acaso más cruel la guerra?) pero también de una poesía y delicadeza inaudita.
En un continuo vaivén temporal y técnico, el autor hilvana con hilos de seda una historia familiar en un fondo bélico, entrelazando los recuerdos de toda una generación. Entre el mito y la realidad se enmarca esta epopeya de la invasión japonesa sobre China.
A quien le guste las comparaciones, decir que me recordó a Cien años de Soledad, salvando las distancias, por la intensidad de sus imágenes y la mezcla de realidad  y ficción tan bien entrelazados. La novela crea un mundo del que es casi imposible escapar a través de unos personajes inolvidables  y de unas imágenes igualmente bellas y terribles.

martes, 5 de febrero de 2013

De las mil y una noches



 Los días se suceden como nubes. Desciendo la calle de mi casa, bordeo la ladera del Molino y bajo hacia las cuatro esquinas, en la plazoleta donde se cruzan los caminos, los árabes apostados se reúnen y conversan en su idioma. Mis pasos me dirigen hacia el mar, la pequeña Venecia, el charco de san Ginés, pequeño arrecife donde descansan las barquillas sobre un agua verde y tranquila. Un borracho canta agarrado a su botella con la misma fe que el almuacín a la hora del alba.

 La calma me embarga cuando miro al azul del cielo envolviendo esta estampa amable y pacífica de la isla. La tarde va cayendo y el cielo se va convirtiéndose en añil al ritmo de mis pensamientos. Voy pensando textos que se abren y se multiplican como los colores de la tarde, palimpsesto de historias fragmentadas que me ofrece la isla.
Y de pronto, la noche se desploma sobre la ciudad que se retira. El rumor del mar inunda la ciudad llenándola de un manto de misterio que como un río subterráneo anega las calles oscuras y los callejones ventosos. Las aceras van quedando vacías, las ventanas de las viviendas se iluminan con sus ojos de búho. Los vehículos y el rugir de sus motores es el último resquicio de una ciudad que se transforma en ave rapaz que acecha. Los habitantes caminan con pasos apresurados de vuelta a sus casas pues saben que en es al caer la noche cuando los demonios se pasean por sus calles.