domingo, 31 de marzo de 2013

Lo que esconde tu nombre


A veces uno escoge dos obras al azar del estante de novedades en la biblioteca y cuando las está leyendo comprueba que ambas, sin proponérselo, tratan sobre el mimo tema, el periodo de la Alemania nazi y la ocupación europea.
 Ocurre con los libros como con la gente, que uno no sabe dónde se los encontrará y que le deparará el conocerlos, y unas personas le llevan a otras y otras a unos, hasta comprender un día la  lógica escondida de los acontecimientos.
Lo que esconde tu nombre, fue Premio Nadal 2010, debe andar muy mal la narrativa española si da premios tan fácilmente y de esta guisa. La novela versa sobre una historia tan manida como insulsa, un anciano, antiguo superviviente de los campos de concentración de Monhaussen, viajará desde Argentina para seguir la pista a unos viejos nazis afincados en las costas española. Por otro lado, una joven embarazada contacta fortuitamente con estos adorables ancianos, sin saber quienes son.
La historia se desarrolla a dos voces, en primera persona, distribuyendo así la estructura narrativa en un recurso fácil y monótono. Ni si quiera el uso de la primera persona, le da a esta novela un carácter más sólido. Sus personajes son poco creíbles, poco desarrollados, personajes acartonados y maniqueos, una joven tan incauta como pueril y un anciano jubilado. La historia podría haberse desarrollado en un plano de intriga psicológica a lo Patricia Highsmith pero se queda en un abortado intento de mostrarnos las telarañas del mal en forma nazis retirados convertidos en dulces ancianos viviendo en la costa del sol. Diálogos insulsos y poca emoción en un relato de segunda.
La otra novela es Calles de las tiendas oscuras de Patrick Modiano, premio Goncourt en su momento, es a su manera, , una novela policiaca. No hay asesinos ni muertos, sólo una ayudante de detective sin memoria, que ha olvidado su pasado. La novela comienza cuando el protagonista decide saber quién es, ahora que su jefe ha cerrado las oficinas.
 Interesante propuesta narrativa, que ausculta los entresijos fluctuante de la memoria. Sin embargo, la novela peca de ser excesivamente fragmentaria como la propia memoria del protagonista que alumbrará de vez en cuando en leves destellos. Los capítulos son excesivamente breves como corresponde a los encuentros con desconocidos que le facilitarán alguna información y dar con nuevas fuetes. Como el juego de las muñecas rusas, unos personajes llevan a otros y así sucesivamente. Decepciona el final abierto, que dejará al lector igual que al principio,  desconcertado y sin salida. En el trasfondo,  Francia ante  la ocupación nazi o y el temor de sus gentes.
 Tendría que leer algo más de Modiano para darle mi pésame o visto bueno definitivo, con esta novela apenas se entrevé nada del que es considerado uno de los mejores escritores de Francia, a no ser un ágil manejo de la trama y un depurado estilo, muy del gusto francés, pero sin más fondo.
 u

martes, 26 de marzo de 2013

Lugares donde esconderse



Hay lugares donde uno acude para esconderse, como cuando éramos pequeños, entre las faldas de su madre o debajo de aquella máquina de coser y aquella rueda que giraba y giraba, bajos los pies de la madre que, enormes, hacían de frontera o barrera del mundo exterior.
Uno se escondía y a lo mejor sabía de qué se escondía.
Ahora, los lugares donde esconderse quedan velados y ocultos para el mismo subconsciente. Nadie habla de sus escondites, y  alguien nos dijo que esconderse era de cobardes.
Entonces pasan los días, y uno no sabe ya de qué tiene miedo, pero sabe de escondites, de pasadizos secretos donde ahuyentar los demonios, donde disipar la pena, donde aislar el ansia.
 PERO BIEN SABEMOS, LOS QUE VAMOS CARGADOS DE AÑOS, QUE LA REALIDAD NO SEIMPRE ES HERMOSA NI JUSTA y que es necesario escparse de ella.
Y entonces buscamos un subterráneo, un pasadizo secreto que nos lleve a ese mundo acoger.
 Julia, se refugiaba en la lectura como otros lo hacen en el sexo o en los bares. Y no es que no fuese el sexo un lugar al que acudía con premura cada vez que podía, o que los bares no fueran un refugio grato al que visitar y charlar con algún viejo amigo o algún desconocido. Nada de eso. Sólo que, dotada de una gran imaginación  y amante como era de las ensoñaciones diurnas, amaba por encima de todo la lectura. Bien estaba así, pues sabía de sobra que, si hubiese tomado como refugio del sexo o una visita frecuente a los bares hubiese acabado siendo claramente una adicta al sexo o una alcohólica. Con certeza conocía su tendencia a desbordarse en todo aquello que le gustara.
Aquel era, a fin de cuentas, su escondite, más peligroso, pero más seguro. Julia, en la oscuridad de su cuarto pasaba largas horas escondida entre libros. Se sumergía en las historias como quien se lanza a la pasión del amor, con el mismo frenesí 

martes, 19 de marzo de 2013

Mi lugar de retiro



El próximo sábado se inaugura en Telde,( Las Palmas de Gran Canarias) en el viejo casco de la ciudad,  San Juan, lo que será muy probable mi lugar de retiro: El café literario La Escalera.


El café literario la Escalera es el proyecto de una amiga que se ha convertido en el proyecto de muchas manos amigas,  que han colaborado para que esto salga adelante. 

 “El café literario la Escalera” será un lugar de encuentro, un proyecto cultural y un espacio para dar cabida a las iniciativas de todos aquellos que no tienen cabida en el actual sistema cultural.

El espacio, situado en una antigua casa colonial del siglo XVIII ofrece todas las comodidades para estar largas horas entretenida en lecturas y demás placeres.

Además cuenta con la libertad maravillosa de permitirse fumar., ya que la escalera no es más que un patio abierto al exterior.  

Como saben que me apasiona la literatura les he echado una mano en la parte literaria y en el el face he comenzado un club de lectores para aquellos que se animen a comentar un novela on line,  y quien sabe, tal vez puedan venir a vernos y comentarla.


El sábado será la inauguración, a tod@s aquellos que puedan y quieran conocer un lugar diferente, les animo a venir. 
Pronto se abrirán  las puertas. ¿Te apuntas?







jueves, 14 de marzo de 2013

Premio y castigo




Queridos blogueros: estos días son de mucho trabajo para mí. Son las terríbles evaluaciones. Un día hablaré de lo agotador que resulta evaluar a tanto alumnos Así que, ando un poco  fuera de cobertura, ya retomaré este fin de semana, si puedo, mi vida y  la lectura de los blog.
Hoy quiero hacer una recomendación encarecida para aquellos amantes de la novela negra “ Aurora Boreal” de Assa Larsson. Novela primeriza y muy digna de esta escritora sueca. Ya se pueden imaginar, paisajes fríos y nevados.
En una tranquila localidad se comete un terrible asesinato por parte de un predicador. La protagonista, una joven abogada, la hija pródiga que vuelve para defender a una antigua amiga, acusada ahora, de asesinato.
Novela ligera que se lee de un tirón pues mantiene siempre la intriga. La sospecha recae sobre la comunidad de religiosos. ¿Cuáles fueron las motivos que llevaron a aquel asesinato?
 Curiosa novela, dos mujeres son las protagonistas, la policía, en estado avanzado de gestación participa en un tandem investigador con la abogada. Personajes que dará más de una novela, da mucho juego el carácter campechano y seguro de las mujeres nórdicas. Recuerdo la anterior novela de la española Belen Redondo,” El Guardian invisible” y comparo la independencia y solidez  de este personaje con el anterior y, no hay color.
La otra novela no la recomiendo. “Anticrista” de la belga Amelie Northon, es una “pertardez” un “pestillo” infumable para todo aquel que no esté acostumbrado, como yo, a leer novelas juveniles a porrazo. Alguien endiosó a esta mujer un día, seguramente un buen agente publicitario, y  otro se hizo eco de ella por su desfachatez o sus “boutades”. Ya hablé de ella en una ocasión comentando "ácido sulfúrico" y no lo volveré a hacer más.
Son novelas para adolescentes, por decir algo, argumentos simples y hueros de personajes maniqueos. Son esquemas de novelitas infantiles, unas cien y poco páginas, que no dan para más, diálogo constante entre dos adolescente, niña buena y estudiosa y niña mala y díscola, dos personajes que se quedan en esquemas  de tan sintetizados. Diálogos superfluos y sentencias pedantes que aburren hasta al de más aguante.  Ni lo acabé, creo que se lo dejé a una alumna que quería leer algo rápido para recuperara mi examen. Está bien como castigo. Ustedes, sufridos lectores no se lo merecen. 

sábado, 9 de marzo de 2013

la fantasía




Cuando se tendió boca arriba sobre la cama y cerró los ojos recordó de inmediato el sueño de la noche pasada. Una sensación de placer le sumió en la suave calidez de las sábanas. En el duermevela del mediodía recreó la imagen de la mujer de su sueño. Ahora la veía claramente, con su boina de punto violeta y sus botas altas viniendo hacia él.  Era Amanda. Cuánto hacía de aquello, demasiado, qué extraños eran los sueños, por qué volvería a acordarse de aquella mujer. Hacía tantos años ya,  qué edad tendría hora. Sin saber bien cómo, se encontró calculando mentalmente su edad.
La había conocido una noche en la plaza de Santa Ana, ella estaba de paso por Madrid y regresaría al día siguiente Por lo que aquel encuentro desde el principio fue lo que parecía;  una noche de copas y sexo en un hotel del centro.
Por aquel entonces era un joven ambicioso recién salido de la universidad y Amanda le había parecido una mujer atractiva y de ideas muy claras, tenía cierto aire bohemio que él mismo siempre había querido poseer y que nunca tuvo. Era demasiado serio para su edad, le había dicho ella nada más conocerlo, y su risa franca y esa manera natural de decirle las cosas más brutales con una sonrisa lo desarmaron aquella noche.  Después de ese encuentro se vieron unas  cuatro o cinco o veces más durante los dos años siguientes, siempre una noche o dos a lo sumo. Después ella dejó de venir a Madrid o él empezó a salir con alguien, no recordaba bien. Las fechas y sus relaciones con mujeres siempre  le había desorientado.
Todavía tengo su teléfono se dijo como un niño que sabe que va a cometer una travesura y lo anuncia. Sonrió ante lo absurdo de ese pensamiento, era una locura. Pero tampoco había nada de malo en saludar a una vieja amiga, se dijo. Se habían separado sin un adiós pero también sin ninguna promesa de volver a verse.  Eran dos personas adultas que se habían conocido, se habían alejado, y cuyas vidas habían seguido existiendo sin más. Sus encuentros no habían tenido ni la transcendencia ni la carga emocional de los encuentros  amorosos. Quedaban siempre cuando ella volvía a Madrid, Amanda lo avisaba sin previo aviso, le decía que estaría en Barajas al día siguiente y él iba como un loco a recogerla, primero en el coche de su padre, luego en el suyo propio y por último en la moto. Aquellas escapadas eran para ella simples encuentros sexuales, sin ningún objetivo más que el mero placer o quizás ahuyentar la rutina y la monotonía de su vida. Apenas sabía de su vida,  en sus encuentros no hablaban de sí mismo, ese era el acuerdo. Ella había insistido en esos términos. Cuando una sóla vez intento saber algo más de su vida, le había noqueado con un directo punzante y agudo, estoy casada y tengo un hijo, le dijo, terminando la conversación. Tú eres mi fantasía, un joven guapo e inteligente al que follaré y al que  luego olvidaré. Fue un gancho directo a la mandíbula. Se lo había dicho así, como decía las cosas más importantes, luego se había reído echando la cabeza hacia atrás de aquella forma tan sensual que lo volvía loco.
Al recordar todo aquello le invadió un extraño desasosiego, una mezcla nostálgica y lúcida al pensar que después de tanto tiempo, él seguía recordándola, mientras que, probablemente ella lo había olvidado ya. En aquel entonces, le habían asustado los casi diecisiete años que le llevaba de diferencia. Él era sólo un crío de veinte años acomplejado e inseguro en el terreno amoroso. Pero Amanda siempre había sabido mostrarse considerada y elegante en ese aspecto y nunca le demostró que le importase su impericia, sino todo lo contrario. Sí, había sido una tía especial. En más de una ocasión en todos aquellos años había estado a punto de volver a llamarla.
Pero ahora su vida había cambiado radicalmente. Mientras pensaba esto, apresó el móvil que tenía en la mesa de noche y revisó la agenda de su teléfono con una mano. Le podría mandar una mensaje, un saludo inicial para ver cómo estaba. Cuanto más pensaba en lo absurdo de la situación más seguro estaba de que lo iba a hacer. No era un hombre impulsivo sino todo lo contrario, pero ahora sentía una pulsión extraña que lo guiaba.
Buenas, tardes soy Raúl,  te acuerdas de mí,  escribió. El mensaje estaba enviado. El corazón se le aceleró durante unos instantes. Nada. Ninguna respuesta, deseó no haberlo mandado.Había sido una estupidez, quizás no recordase quién era. Escribió rápidamente. Soy el informático de Madrid.  No supo cuántos minutos pasaron antes de que la pantalla se iluminara con un: Hola, claro, Raúl, qué es de tu vida
Una alegría inusitada le embargó e imagino que estaba allí en Madrid, y que en unos instantes le iba a decir que fuera a recogerla al aeropuerto. No sabía qué decir, quizás algo interesante, pero era tan difícil condesar todo en una frase. Qué podía responder, había pasado tanto tiempo. Mi vida ha cambiado mucho. Escribió finalmente.
¿Y eso? Respondió la mujer.
Raúl se había incorporado, un nerviosismo febril que hizo que le temblasen los dedos le hizo escribir. ¿Por dónde andas tú? La respuesta no tardó en llegar.
Por las islas, como siempre, ¿no estarás aquí de vacaciones por aquí?
No, respondió. Con quién vives, se atrevió a preguntarle. Aquello había sido una metedura de pata. Podía sentir sus silencios, sus dudas por el tiempo en que tardó en responderle. Con mi hijo, respondió.
Mi vida ha cambiado mucho, escribió Raúl y la imaginó desnuda como la última vez, al borde de la cama .Voy a ser padre, le dijo finalmente. Luego el silencio fue mayor.
Pues sí, vaya, sí que te ha cambiado la vida. Ya has madurado, le respondió Amanda.
Se arrepintió de inmediato de haber llevado la conversación por aquellos derroteros. Entre ellos ese tipo de conversación estaban vedadas. Pero dentro de unos días sería padre, entraba, ahora lo comprendía el significado de su sueño, definitivamente en ese mundo al que ella pertenecía, y del que se escapaba, a través de él, de su fantasía. Amanda representaba lo que fue y lo que estaba a punto de perder. Pronto se acabaría la conversación y no habría nada más que decir.
Cómo te has acordado de mí después de tanto tiempo, apareció escrito en la pantalla. Siempre me acuerdo. Me caíste genial. Bueno, tú a mi también, si un día vienes por aquí avísame.
Raúl supo que aquello era un adiós. Tenía la sensación de haber rotos una extraña regla de un juego secreto y misterioso de la naturaleza.  Reclinado sobre el costado izquierdo de la cama observó la luz del mediodía que se filtraba por las persianas y suspiró. 
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Esta es mi aportación al blog de nasnoc cuyo tema de esta semana es la fantasía, quería haber escrito un cuento fantástico pero esto es lo que ha salido. Espero les guste.

miércoles, 6 de marzo de 2013

intenciones ocultas



Compré "El guardián invisible" llevada por un deseo perentorio de leer una novela policiaca, un género ligero que me entretiene y me relaja cuando ando muy estresada. Ir deduciendo quién de todos los personajes puede ser el asesino es una afición como otra cualquiera.
Así que,  influida por un entrevista a que leí en un periódico local donde la autora, Dolores Redondo, hablaba de su primera incursión en este género, típicamente masculino, bastó para dejarme en la librería los 20 euros que cuesta la novelita de marras.No sé que fiebre me dio, si fue el hecho de que contara la propia autora que la novela sería traducida a varios idiomas o que el productor de la saga del “Los hombres que no amaban a las mujeres” tenía intención de llevarla al cine también. Vaya éxito, me dije o su agente era un crak o teníamos a la nueva Stieg Larsson a la española.
Pero no, en conjunto la novela es bastante floja, comienza bien, una serie de asesinatos ocurridos en Navarra van a ser investigados por una mujer policía. Hasta ahí. La  protagonista no deja de ser una mujer afectada por su imposible maternidad, por un trauma de infancia, pero sobre todo, por ocupar un puesto tradicionalmente de hombres, nada nuevo bajo el sol. Incluye elementos fantásticos, de la mitología vasco Navarra, “el bajaun” “belagile”, algunas palabritas en vascuence… y poco más.
La trama, es muy imprecisa, el argumento no acaba de cuajar al igual que el desenlace. El asesino se lo sacó directamente de la manga y los personajes no acaban de ser lo suficientemente sólidos.
Dispuesta y previsora como soy, (sólo en cuestiones literarias, qué le vamos a hacer)o más bien para resarcir mi mala conciencia al haber comprando un best seller, me resarcí acudiendo a biblioteca para llevarme“ De mujeres con hombres” de Richard Ford, escritor americano del que no había oído hablar, me flagelo por tal motivo, pues lo comparan con el gran cuentista Raimon Carver.  Sin embargo, tampoco es que me halla dejado una huella indeleble, como dirían los cursis.
“De mujeres y hombres” son tres cuentos centrados en las relaciones siempre complejas entre hombres y mujeres. Trata de historias comunes y cotidianas, gente corriente y moliente. En dos de los cuentos el contexto es Paris y el protagonista es un escritor. Es ameno de leer , me recuerda por el realismo y la cotidianidad de las historias a Auster, historias de relaciones de perplejidad entre hombres y mujeres, de sentimientos no dichos y de cambios en los mismos a través del tiempo. Un ejemplo de su prosa.
“las mujeres, quien sabe porqué, parecía haberse vuelto sexualmente insaciables. Una profesora de Económicas de Wilmot College con la que había tenido una aventura en la primera semana de desconcierto después de que Penny le abandonara, había expresado su necesidad de que follara con ella todo el tiempo, incansablemente, lo que a Matthews , la verdad, no le había agradado demasiado. Le había hecho sentirse inseguro. No hubo encuentro humano; ni siquiera deseo de que lo hubiera. Negarle algo a aquella mujer habría sido considerado por ella un feroz insulto. Las mujeres siempre habían podido decir “No” o “ vayamos un poco más  despacio “ No estoy preparada” …lo que en su caso juzgaran conveniente. Y ahora los hombres no podían decir esas mismas cosas sin que a las mujeres les “reventara” oírlo. ” Ahí queda eso.