martes, 5 de febrero de 2013

De las mil y una noches



 Los días se suceden como nubes. Desciendo la calle de mi casa, bordeo la ladera del Molino y bajo hacia las cuatro esquinas, en la plazoleta donde se cruzan los caminos, los árabes apostados se reúnen y conversan en su idioma. Mis pasos me dirigen hacia el mar, la pequeña Venecia, el charco de san Ginés, pequeño arrecife donde descansan las barquillas sobre un agua verde y tranquila. Un borracho canta agarrado a su botella con la misma fe que el almuacín a la hora del alba.

 La calma me embarga cuando miro al azul del cielo envolviendo esta estampa amable y pacífica de la isla. La tarde va cayendo y el cielo se va convirtiéndose en añil al ritmo de mis pensamientos. Voy pensando textos que se abren y se multiplican como los colores de la tarde, palimpsesto de historias fragmentadas que me ofrece la isla.
Y de pronto, la noche se desploma sobre la ciudad que se retira. El rumor del mar inunda la ciudad llenándola de un manto de misterio que como un río subterráneo anega las calles oscuras y los callejones ventosos. Las aceras van quedando vacías, las ventanas de las viviendas se iluminan con sus ojos de búho. Los vehículos y el rugir de sus motores es el último resquicio de una ciudad que se transforma en ave rapaz que acecha. Los habitantes caminan con pasos apresurados de vuelta a sus casas pues saben que en es al caer la noche cuando los demonios se pasean por sus calles.


 








8 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

La noche es de los demonios.
Por eso me gusta.

Besos.

Anónimo dijo...

No vi la Charca al anochecer, era medio día...

Igor dijo...

Menudo contraste. Ahora que empezaba a relajarme con este rincón donde se puede respirar... Pero sí, siempre hay otra cara y otra lectura para todo.
Saludos.

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=D57UOg9VDSQ

maslama dijo...

en la noche habitan miedos ancestrales y atmósferas oníricas. Me lo recordaste con mucha viveza

besos,

secuelasdeunalarguísimanotaderechazo dijo...

Lo que muestas me resulta tan exótico como cualquier paisaje remoto del planeta. Tan cerca y tan desconocido al mismo tiempo.

Un texto muy poético. Me gusta, como siempre.

Esilleviana dijo...

Tus post conservan la huella de las palabras teñidas por las sensaciones que las calles y gentes de tu isla te ofrecen y, desde luego, siempre es un placer leerte.

:)
un abrazo

ISA dijo...


Así contado parece muy bonito, pero te aseguro que yo saldría corriendo....
Por la noche, en Madrid, siempre acompañada y el coche en el parking, toda precaución es poca.

Hace 8 ó 9 años salíamos S. y yo de un garito flamenco de esos que no conoce casi nadie, cerca de la plaza de Santa Ana pero que de pronto puede aparecer Jose Marcé o Capullo de Jerez y lo pasamos estupendamente, hasta la hora de irnos (las 4 de la madrugada o algo más), cuando un gitano (que no es xenofobia, que el sitio está lleno de ellos) de los de cadena de oro de 20 kilos y anillos de idem se empeñó en que tenía que pasar la noche con él¡¡¡. Hay Dios. Cuando nos veamos, que te cuente S. la historia, porque en mi vida la he visto reirse tanto y yo hasta que no me metí en el coche y cerré todas las puertas no dejé de temblar