martes, 14 de febrero de 2012

El país más feliz de la tierra

En una ocasión asistí al evento más curioso y extraño de mi vida y al que, por muchos años que viva, jamás podré olvidar. Ocurrió en un entierro. En esa época me encontraba trabajando como adjunto comercial para el departamento el gobierno de Canarias en Senegal, llevaba todo lo referente a las transacciones portuarias de compra y venta que se realizaban entre Senegal y Canarias. Las relaciones comerciales estaban aún en sus comienzos y no existían muchos españoles en Senegal. Por lo que, en no pocas ocasiones me sentía solo en un país totalmente ajeno a mis costumbres.
Un día un colega senegalés me convidó al entierro de un pariente de su mujer. Su esposa, según me explicó en un perfecto inglés, también era extranjera, procedía del reino de Suazilandia, un pequeño país al sur de África; y era su costumbre que cuanta más gente asistiera más y mejor se honraba al difunto. Insistió tanto y me animó de tal manera a que acudiera que no pude negarme. La única condición, me dijo, era ir vestido de blanco y venir con mucha hambre, puesto era común que se comiera abundantemente.
Como es muy común en África, aunque me dio las señas correctas mi guía se perdió durante más de una hora, por lo que recorrimos bajo un sol aplastante un largo trecho hasta llegar al lugar. Cuando llegamos, la fiesta había comenzado ya. Sí, digo bien la fiesta, porque aquello era un auténtico festejo, la gente bebía, comía y cantaba alegremente bajo una música frenética y armoniosa.
Mi amigo acudió hasta mí y me explicó, mientras me ofrecía un magnifico plato de carne que devoré con fruición, que los entierro en el reino de Suazilandia eran todos así. La gente se alegraba de abandonar esta vida de miseria y congojas porque después de muertos entrarían directamente en el paraíso de la abundancia. Luego de hablarme de sus costumbres y de su forma de celebrar el final de la vida me avine a pensar que jamás había conocido pueblo más feliz y más sabio. Al final de la tarde, excesivamente alegre por la abundante comida y bebida, le pregunté a mi colega donde estaba el difunto y si debía mostrarle mis respetos. Parte de él siempre estará en ti, me respondió tranquilamente señalando a mi barriga, ha sido el más abundante y el principal plato.

10 comentarios:

Maga h dijo...

Uy!!!!!!

me mató el final, iba llegando a él felicísima y renegándome un poco mas por esta religión que nos metió ideas tortuosas en la cabeza, desde hace miles de años, y de repente lo que venía siendo un acontecer cultural a imitar hizo que automaticamente se me cerrara el estómago...

es mucho, pero vale, la cultura lo es todo!

Abrazos Nieves!!!!!....

Raquel dijo...

A mí también me mató ese final... y me encantó.

Anónimo dijo...

Es el mismo ritual que el manido: "cuerpo de Cristo"...y nadie parece escandalizarse.

TORO SALVAJE dijo...

Que majos.
Lo comparten todo.
Hasta los muertos.

Besos.

ISA dijo...

aGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG, no vuelvo a Senegal y comer carne y jarta de vino. Menos mal que las veces que he estado allí sólo he comido pollo, luego pescadito que es buenísimo.
Es uno de mis paises africanos favoritos (menos la parte de Casamance que es la más bonita pero pasamos un miedo...). La gente es supereducada, amable y alegre y los paisajes son preciosos si vas en nuestro verano. Allí es la época de lluvias y está todo verde. Una maravilla.

Ico: tu relato perfecto, pero anda que.........., menudo susto me he llevado al final y lo mejor es que ni me lo esperaba y eso tiene muuuucho mérito.

mjromero dijo...

jaja...,es que cuando se come fuera de casa...
Un abrazo.

Unknown dijo...

Excelente relato Ico. Fluido, ligero y contundente.

abrazo.

Anónimo dijo...

Vaya final....¿se lo contaste a Almodóvar? quién sabe....
Un beso artista
La Bohéme

Túconmigo dijo...

Sí, a mí también me dejó helada el final. Costumbres, razas, tierras... cuánta riqueza.

Gracias, querida chiflada, qué sería del mundo y de la vida sin chifladura.

Un enorme abrazo

Belén dijo...

¿Lo mejor?

El final (como todos)

Besicos