lunes, 31 de enero de 2011

Autoconfianza o seguimos en la brega

Hoy he tenido un buen día de clase. Mi primero D ha respondido en clase y hemos podido dar más de cuarenta minutos de clase con normalidad ( dentro de lo que es normalidad en mi primero d)

.Para ser lunes y comenzar con el verbo me ha parecido un milagro que atendieran las explicaciones y que luego hicieran los ejercicios correspondientes, esto me ha dado un subidón para el resto del día y he querido pensar que algo he tenido que ver yo con este asunto, y que al fin, después de tantos sinsabores, de momentos de querer tirar la toalla, comienza a verse la luz. Y así, he hecho un repaso rápido de todo lo vivido en todos estos meses y he pensado que no ha sido fácil lidiar con ellos pues:

- Mi primero D, con once alumnos, llevan más partes acumulados que todos los alumnos del centro juntos.

- Entre todos tienen más expulsiones por cabeza que ningún otro grupo, clase o incluso todo el centro.

- Que a lo largo del curso he debido sortear sillas que iban a otras cabezas.

- Mediar entre peleas y puñetes a riesgo de recibir algún que otro que se desviaba.

- He recibido faltas de respeto en foma de insultos.

- He soportado un vocabulario escatológico-sexual deleznable

- Los he pillado in fraganti haciéndose un porro en el aula

- Me han robado el móvil. (¿a mi? ¿a mi? Me pasé todo el día llorando.)

Pero hoy, bendito sea, comienzo a ver la luz y poco a poco parece que se van viendo los resultados.

Estrategias utilizadas.

1- Ante los insultos (oírlos como si oyera llover, no vamos a ponernos a personalizar ¿no?

2- Ante el vocabulario soez: volver a repetirlo con sinónimos y eufemismo, ya sea por eso de ampliar el vocabulario.

3- Ante las faltas de respeto. (Pensar que es simplemente su forma de comunicarse ¿ Es que alguien los respeta a ellos?)

3º- Ante las peleas restarle importancia (de hecho es un reflejo de lo que viven y ven cada día en la tele o en casa)

4- No enfadarme nunca. Me convierto al budismo zen una vez entro en clase. Nada me turbe nada me afecte. (Nada tiene que ver conmigo soy sólo el medio por donde ellos escapan)

5- Relativizar todo, (yo, ante la situación que viven ellos en sus casas, el paro de sus padres, la miseria moral reinante ¿ no tendría la misma rabia?)

Por lo tanto, me doy dos besos y me animo con un poco de autoconfianza. Que me sirva este post para los días malos.

·“en la brega” canarismo, término procedente de la lucha canaria y que significa “ estar en la lucha

miércoles, 26 de enero de 2011

Dilema moral

Tengo una amiga, suramericana, que trabaja de diez a doce horas como trabajadora del hogar. No llega a 700 euros su salario. Sólo descansa una hora para comer fuera, porque ni comida le dan estos señores, quienes, seguramente, se considerarán a sí mismos buena y respetable gente, quizás abogados o médicos, alguna profesión liberal que permita tener un esclavo del siglo XIX en pleno siglo XXI.

Mi amiga, debido a su sueldo y a su poco tiempo apenas tiene vida social, no se permite el lujo de salir a comer fuera o de comprarse algún trapo en las rebajas. Comparte casa con otras compañeras en la misma situación y debe afrontar cada día penurias y necesidades. Aún así, el poco dinero que puede ahorrar se lo envía a su familia en Colombia.

Mi amiga es una persona paciente, dulce, trabajadora, que siente un amor incondicional por su familia a quien desde la lejanía ayuda y a quien siempre recuerda. El otro día me comentó que había conocido a otra colombiana que trabajaba en el oficio más viejo del mundo, daba masajes en acabado sexual. Una terapeuta alternativa, le comenté, (me gustó el término que oí en la película “My normal”)

Su amiga, continuó, ganaba por unas pocas horas al día de tres mil a cuatro mil euros. Vivía sola, gastaba lo que quería, le había comprado una casa a su familia en su país natal y alimentaba con el dinero que enviaba a más de una familia; al cabo de unos dos años, le contó, volvería a Colombia con el suficiente dinero para montarse un negocio. Mi amiga me contó esto mirándome fijamente a los ojos, quería saber mi opinión, me considera una persona de mentalidad abierta.

Inmediatamente pensé en un único obstáculo: la dignidad, e inmediatamente me surgió un dilema moral, miré su rostro cansado, sus ojos tristes y pensé si la vida de semi-esclavitud que llevaba mi amiga era realmente digna.

No supe qué contestarle.

martes, 18 de enero de 2011

Algo se está moviendo

¿Para qué? Suele ser la pregunta más frecuente de quien no escribe en un blog. Luego, una que escribe intenta responder, lo piensa un segundo y se queda bloqueada, para nada o “para estar entretenido” como dice keko.

Y es que para querer comunicarse, o expresar lo que se siente, o simplemente hablar de lo que nos gusta, no hace falta nada más que ganas de hacerlo. Y eso fue, las ganas de conocernos, el entusiasmo de compartir estas vivencias, lo que llevó a que un grupo de blogueros nos reuniéramos este sábado en Lanzarote.

Porque nadie puede negar que compartir vivencias hace que formemos parte de una comunidad específica, esa gente extraña que se lee mutuamente y que sin saberlo van creando tendencias, y es que, aquí y yo sin saberlo, somos creadores de información,según nos explicó la gran comunicadora que es Sofí.

El alcance de internet, hacia dónde llega la información que enviamos a la red es imposible conocerla, mientras que cuando se da un paso más y se pasa al conocimiento personal, el enriquecimiento inevitablemente aumenta, pues, una vez que a esas voces anónimas le damos nombre y la situamos en un contexto, la dimensión bloguera se transmuta.

Y es que el blog crea nuevas formas de comunicarse a través de la red, pero si a su vez, las relaciones personales se fomentan se acercan los dispares, las distancias se acortan, las gratificaciones son mayores, y es en el contacto directo, en las relaciones personales donde puede surgir la magia. Y esto sucedió en una isla mágica como Lanzarote y con un número mágico, como el siete, por eso fuimos siete los blogueros, todos de Lanzarote, aunque algunos como Sofi y yo vivamos fuera.

Y allí hablamos de todo, de Lanzarote, si situamos al archipiélago en vertical es el sur de las islas, por lo que, somos el sur del sur,( como bien dijo María¸ de política, (¿ en blanco o a los verdes?) de identidad conejera, (como la tierra somos, ariscos por fuera y volcán por dentro), de lo que nos parecemos a nuestras madres, de hijos, de nuestra propia juventud, de rebeldías asumidas y de renuncias y de tantas y tantas cosas nuestras.

Y las cervezas fueron cayendo una a una, mientras Sofi nos explicaba lo que hace una social media, ( ¿sabías que incluso las grandes empresas leen los blogs para conocer la aceptación de sus productos?) o como Keko, un hombre sencillo y sensible donde los haya, explicaba su necesidad de expresar afectividad a sus hijos y su imposibilidad (¿cultural?) de hacerlo.

Y conocimos a una María profunda y serena, a una Pepa, escritora, fotógrafa, moderna y enérgica.

Alejandra, quien convocó el acto estaba radiante y dicharachera, fuego y entrega, no paraba de dar razones a un Andriu siempre instigador y polemista en los nuevos debates.

Luego cerca ya de la media noche nos fuimos a un restaurante donde se añadió más gente, más amigos de blogueros. Y allí Pepa disertó sobre astrología, (cómo se notaba nuestro lado aries) mientras informaba al camarero sobre su alergia a los frutos secos y a las frutas peludas (risas generales, ¿frutas peludas?) mientras yo disertaba sobre el matriarcado que existió en Lanzarote en la época guanche (¿ habremos involucionado las mujeres que antes tenían tres marido y ahora sólo uno?)

La comida deliciosa, la charla distendida, alegría de encontrarnos, de reconocernos, de sabernos partícipes de una comunidad que crece, que se mueve, que piensa, que reflexiona, que siente y que quiere expresarlo al mayor número de gente posible. Luego la partida, la leve resaca, la nostalgia. Lástima que no haya un puente de isla a isla, para verlos más a menudos de cerca. ¿ O estaremos haciendo un puente?

jueves, 13 de enero de 2011

La calle del desamparo

La habitación que hace las veces de salón es un lugar poco iluminado. Las cortinas permanentemente echadas impiden que no entre más luz del exterior que la de una pequeña lámpara apostada en una esquina del salón que ilumina levemente el cuarto, por lo que tanto de día como de noche la luz es la misma tenue, mortecina,

Hay cinco mujeres en la pequeña sala, tumbadas algunas en el sofá ojeando unas revistas de moda, otras sobre la moqueta, repasándose las uñas o retocándose en un pequeño espejo el rostro.

Las horas pasan lentas y silenciosas, detenida en un tiempo de sombras y de espera, como si una tragedia se cerniese en el aire.

Cuando el timbre de la puerta suena rompiendo el silencio triste, las mujeres se incorporan. Abren los ojos las que dormitan, arqueándose como gatas perezosas de un falso sueño. Entonces la mujer que regenta el local aparece, con alegría de alcahueta abriendo la puerta de corredera, llamando a prepararse.

Las muchachas se ponen de pie como un ejército derrotado que en lugar de fusil se colocaran los tacones. Desfilan, una a una, frágiles maniquís frente al hombre que las mira. Intercambio de miradas, sonrisas fingidas, el saludo complaciente para desaparecer de nuevo.

La madame regresa para señalar a la elegida a la que tiende una bata blanca de enfermera. Le da una última mirada experta, le explica el servicio a la muchacha triste: luego coloca una llave en su mano y un preservativo en su bolsillo.

Julia sale erguida, inflando sus pasos de mujer vencida, saluda de nuevo al hombre, y se encaminan a la habitación.

- ¿Masage? – pregunta la chica.

El hombre se desviste, mientras se dirige al baño donde se deshace de la bata, abre los grifos y deja correr el agua del bidet. La mujer aparece ante él en corsé negro, la cara reluciente, el maquillaje deshaciendo su rostro de niña.

El hombre la espera tendido en la camilla. Hablará si es curioso o no conoce a la chica, ella responderá las mismas preguntas o se inventará otras diferentes. Hoy Julia cuenta mentalmente las mentalmente el dinero que obtendrá de este servicio mientras masajea la espalda al pobre señor rico.

Cuando le penetra no puede evitar mirar el reloj de la habitación y pensar con cierto aire de fatiga que en nada mentían las películas de prostitutas.

Sale y es de noche en la calle del desamparo, respira hondo el aire fresco y aprieta insegura el dinero en su bolsillo. Enciende el móvil. Nada. Ni una llamada perdida. Duda. Piensa que estaría bien llamarla, salir esa noche, invitarla a cenar, sentir la paz y la ternura que necesita.

Nadie. Le duelen los pies de los tacones. Insiste. Una voz anónima responde.

- ¿Te acabas de levantar? Perdona, estaba pensando, te gustaría salir esta noche, no sé...¿No? te invito yo, qué es entonces, Estás cansada. Yo, también… no, no estoy llronado, no me pasa nada especial. El trabajo como siempre, ya sabes, la mujer una lata, enfermita …

Julia coge el metro y mira sin mirar la cara de los desconocidos. Antes de subir a la casa entra en la tienda de la esquina. Compra fiambre y leche. Asciende los escalones hasta el quinto piso, como si la vida con veinte años le pesara, como si todo el dolor del mundo se agarrara esa noche a su cuerpo.

La casa desordenada, el gato maúlla. Julia lo estrecha entre sus brazos, le da de comer, lo colma de caricias. Luego se tiende en la cama, sin desvestirse, mira el ropero, las cosas inútiles que pueblan su cuarto, guarda el dinero entre las páginas de un libro y comienza primero en silencio y comienza a llorar con un llanto antiguo, desatado, inconexo.



Pintura: la toilette de Toulouse Lautrec.

lunes, 10 de enero de 2011

Lorrie Moore contra Vilas Matas

Grata sorpresa me he llevado estas fiesta al leer Pájaros de América” de Lorrie Moore. Historias cortas, cuentos llenos de humor y humanismo que me han recordado a mejor de los cuentos de Carver.

Moore escribe en una prosa inteligente, siempre desafiante, sorpresiva, llena de un humor sarcástico, ese que es capaz de dar la vuelta a la tragedia y hacernos mostrar una sonrisa amarga. Me ha gustado tanto que he ido corriendo a buscar al Google para saber algo más del autor y me llevé la segunda sorpresa; Lorrie Moore no era un autor sino una autora.

Ya ves, ni una lectora sagaz como yo podría diferenciar la escritura hecha por hombres de la realizada por mujeres. Siempre lo supe, no hay literatura femenina, ni masculina sólo buenos y malos escritores. Así que dejo aquí mi recomendación, “Pájaros de América”, uno de eso libros que no quieres que acabe, que te introduce en la historia, que consigue transmitir sin perder ese toque de humor y que logra que con su escritura sea capaz de encarnar la vida con sus tragedias y miserias.

Sin embargo, hay otro tipo de escritores que prefieren contar la vida como otros la contaron y su voz se oculta o desaparece y prefiere hacer un libro de citas (a esto se le llama intertextualidad). No interesa tanto lo que cuenta sino sobre todo, cómo lo cuentan y lo vivieron los demás (a esto se le llama intelectualismo). Vilas Matas se convierte así en el niño fascinado ante las letras de los otros autores (Joyce, Vilem Vok, Auster) prefiriendo repetir las palabras de éstos en lugar de mostrar sus propias sensaciones, (a esto se le llama crear mitos) ya sea porque el autor se siente incapaz de mejorar lo que otros hicieron o porque tiene la creencia intrínseca de que nada es mejorable (a esto se llama formar escuela).

Esta forma de novelar, defendida en su teoría de la novela moderna en el mismo libro, a saber, intertextualidad, y alta poesía le ha deparado a Vilas Matas no pocos éxitos. Sin embargo, yo como humilde lectora encuentro mucha intertextualidad en sus novelas pero escasa poesía. Todo lo contrario que en los cuentos Lorrie Moore, alta creatividad y abundante prosa poética.

Sin dejar de reconocer el buen oficio de escritor de Vilas Matas me cuesta acabarme Dublinesca, sirviéndome a veces en las noches de mortal somnífero. Debe ser debido a mi alergia a las biografías, pues Dublinesca no es más que una biografía novelada sobre sus gustos literarios y sus autores fetiches o sus amigos escritores (hay una alusión velada a Pérez Reverte) y por lo que cuenta, no hay vida más anodina que la de un escritor y dudo que a nadie más que otros escritores les interese. En fin, literatura, con teoría o sin ella, decadente, para lectores, como dijo alguien, para bibliófilos o interesados en la letra menuda de las novelas o en las anécdotas. A mi entender, sin embargo, carente de la creatividad y frescura que Lorrie Moore derrocha por los cuatro costados.

jueves, 6 de enero de 2011

De cómo se produjo la despoblación de Europa


Un día se decretó en toda Europa la prohibición de estar gordo. Se le llamó la ley anti-gordura para la defensa del ecosistema. Se emitió un edicto con el peso adecuado que se debía tener según el tamaño y constitución ósea de cada individuo. Si se sobrepasaba el límite permitido, se podía ser sancionado, la primera vez, multado la segunda y encarcelado la tercera.

Basándose en la inminente escasez de alimentos en todo el planeta, se promulgó esta ley para que se moderase el consumo. Se utilizó al pueblo nipón como ejemplo y la extrema delgadez de los países más pobres de África como modelo.

Sucedió entonces que los más pobres eran los más multados, algunos ya no se atrevían a salir de casa. Si te tropezabas con un conocido, era probable que cruzara rápidamente la calle, no fuera que te preguntasen algo y no pudieras hablar e introducir el estómago a la vez.

Las autoridades premiaban a quienes delatara al vecino o amigo que se saliera de la medida. La delación fue una corriente habitual, A fin de cuentas, no era más que una cuestión de urbanidad. Por lo que no resultó extraño ver cada vez más a las brigadas policiales anti-gordura irrumpiendo de noche en las viviendas.

Los centros penitenciarios comenzaron a estar cada vez más llenos, y pasaron a llamarse EMCP espacio de macro-dietas penitenciarias, siendo la mayoría de la población reclusa la constituida por pobres, puesto que eran esto los que se alimentaban de los alimentos más baratos, como el arroz o la papa, compuestos principalmente de excesos de hidratos.

De este modo, y sabido es, que son principalmente son los hidratos y las grasas los que producen la energía necesaria para llevar a cabo las funciones básicas, mermaron de forma alarmante los embarazos. De esta forma, se produjo la rápida desertización Europa, pues, de todos es conocid, la poca inclinación de los ricos a aparearse.


Pintura de Yacec Yerka

martes, 4 de enero de 2011

Esperando por el amor verdadero


Berta Monforte entró en su despacho de Ciencias Físicas de la Universidad Pontifica de Navarra en un estado de ansiedad incontrolado. En ese momento agradeció que su compañero de departamento no estuviese allí para poder hacer lo que hizo, desplomarse en su sillón de cuero y devorar uno a uno cada uno de los bombones que tenía guardado dentro del cajón de su escritorio. Los dedos le tiemblan nerviosamente, mientras los devora con fruición, suspira lánguidamente y mira tras los cristales del gran ventanal el campus universitario ,vacío y frío después de los últimos copos de nieve caídos en la noche pasada.

Berta roza ya los cincuenta. De pequeña había sido una niña escuálida, retraída y estudiosa pero poco agraciada físicamente. Hija única de una familia acomodada de tres hermanos y un padre ausente, encontró en los estudios el refugio y acicate para atraer la atención de una madre distante y fría.

Por su parte, la madre pensaba que su hija por ser la más lista de los tres no la necesitaba, volcándose en ternezas y atenciones hacia los otros dos hermanos menores. Además, le dijo un día la madre en un arrebato de sinceridad, siempre había preferido a los varones, pero a ti te salva tu inteligencia.

Berta consideró aquello no tanto como un consuelo sino como una especie de premio o designio proveniente de su madre. Por lo que, en el tiempo que los niños se dedicaban a jugar o a rebelarse contra los padres, Berta se dedicaba no sólo a estudiar, sino a sobresalir por encima de las compañeras de su clase. Hecho, por otro lado, que no le causaba gran esfuerzo, pues tenía una mente analítica y con tendencia a la abstracción que le sirvió, posteriormente y ya en la universidad, para granjearse buenos compañeros de clase que supieron sacar un buen uso de este hecho. Ayudar a sus compañeros de clase no fue tanto una vocación como una necesidad de relación, de este modo, suplía su gran necesidad de ser aceptada por el resto. Pero, Berta obviaba la parte de interés que había en esto, se sentía admirada, imprescindible y diferente, sólo en momentos de grandes altibajos era consciente de que no había dejado de ser la misma compañera empollona y fea del colegio.

En su momentos de lúcidez pensaba que había sido su inteligencia y no su orgullo, la que le había llevado a no dejarse caer en una depresión profunda cuando recordaba, aún con el sabor ácido en la comisura de los labios, las fiestas de la universidad y la sensación perenne de ser invisible para el resto, o la espera ardiente mientras miraba al chico de sus sueños escondida entre las columnas de los ponche. Solía refugiarse en los baños pero también allí llegaban las voces de las demás comentando las aventuras amorosas y de las que ella se sentía extranjera. Porque si alguna vez había intentado imitar los gestos coquetos o seductores de sus compañeras le salía antinaturales, impostados, ridículos. Entonces pensaba que tan sólo era diferente, más cerebral, más romántica, más tierna. Aún así, nunca fue excluida del cruel mundo de las adolescentes, gracias a sus dotes para el cálculo numérico y diferenciales, se convertía en imprescindible.

Berta, sin embargo, con la seguridad que da los pequeños logros y éxitos escolares, no perdía la esperanza. Aficionada a los libros románticos, sabía que el amor verdadero estaba esperando por ella, y que una vez llegara, ella estaría dispuesta, con toda la artillería preparada. Sólo había que esperar y ocuparse, como mujer práctica que era, de lo demás. Así se fraguó un futuro brillante en la universidad.

El primer amor le llegó justo en el último año de carrera, fue un compañero al que había preparado para el último examen de ciencia de los materiales el que la sedujo, más preocupada en su examen final que en contribuir con su dosis a la ciencia sabiendo lo que era acostarse con una virgen. Cuando finalizó el curso la dejó sin una llamada. Berta pasó todo el verano llorando, ah de nuevo la ingratitud de los hombres,. Pero, pronto se recobra y vuelve de nuevo a ser ella, sin perder ni un ápice de esperanza en la idea de que el amor verdadero estaba esperando por ella.

Fue la primera en su promoción, cómo no, la universidad, los estudios, había sido toda su vida. El cielo se le abrió cuando fue propuesta para una beca de investigación trabajando como profesora adjunta. Así pasaron los años, llevando un una vida, reglada, ordenada, pasaba la mayor parte del tiempo dedicada a la investigación, la tarde y la noche sin embargo, eran dedicadas al cine en compañía de su madre o a las novelas románticas.

Cuando por fin obtuvo plaza en el departamento de Departamento de Física y Matemática Aplicada Universidad de Navarra se enamoró perdidamente de su compañero de departamento. Berta había pasado tantos años abstraía en formulaciones y algoritmos que había olvidado todo arte o forma de hacer que un hombre se fijara en ella, por lo que tomó como base las estrategias y maniobras que leía en sus libros románticos. Sin embargo, lo que podía ser el requiebro natural de un corazón enamorado en ella resultaba chirriante como un tornillo mal engrasado. Así, con una torpeza inusitada, una mañana derramó su café sobre los zapatos de su compañero de despacho. El hombre la miró sin dar crédito, ella se empeñó en ayudarle a limpiarlos, ambos se bajaron a la vez, tropezaron las cabezas. Berta quería llorar, pero el profesor soltó una risa franca. Al día siguiente apareció en su despacho con un par de zapatos. Al hombre le hizo gracia el gesto y se acostó con ella un par de semanas, justo para descubrir a la mujer carente de encanto y dejarla con la disculpa de que su mujer se había enterado del incidente.

Esta relación le costó a Berta, siete noches de insomnio y algunos años más en olvidarla. Sin embargo, no se rindió, sabía que el amor verdadero estaba en algún lugar, sólo que no había tenido suerte. Por lo que siguió enfrascada en sus estudios como única escapatoria, investigando materias tales como laEstructura de capas y subcapas iónicas en nanocontactos metálicos” y cosas por el estilo.

Cercana ya a los cuarenta, pensó que ya era hora de vivir independiente de su madre y alquiló un coqueto piso en el centro de la ciudad, mientras lo decoraba imaginaba en quién sería el hombre que lo habitara. Cada día comía con su madre, a la que, por un extraño y cruel destino, encontraba o le parecía más joven mientras ella sentía que la juventud se le iba por las manos sin palparla.

A veces la madre, preocupada, le decía que no era bueno que estuviera sola tanto tiempo, que tenía que salir y encontrar a alguien. Entonces Berta hacía un gesto de hastío y se volvía a su casa, más sola que nunca para enfrascarse en el mundo del celuloide o de las novelas románticas.

Le dolía mirarse el espejo, uno surcos profundos le orilleaban los ojos apagados, se le había empezado a caer los párpados y las mejillas se le descolgaban. Había notado que cogía kilos proporcionalmente a los años y que la carne se volvía flácida, mientras su corazón virginal seguía oscilando entre el ardor romántico y la contención de la espera.

Por otro lado, sus alumnos la adoraban. Era una profesora entregada y justa, en el aula se hallaba como pez en el agua, podía ser elocuente y divertida y siempre salía de las clases inflamada. Berta, detestaba los fines de semana cuando el vacío de su existencia se hacía más patente y la presencia de su madre insoportable. Odiaba las comidas familiares donde sus hermanos menos listos y más felices, exhibían conjuntamente a sus retoños y a sus amplias sonrisas.

Fue el año justo antes de cumplir los cincuenta cuando pensó que había que darle una ayuda al amor y salir en su búsqueda. Como no tenía amigas, salvo compañeras de trabajo, pensó que Internet podía ser un buen medio para buscar lo que en tantos años se le había estado escapando. Entonces comenzó una búsqueda desenfrenada de hombres a los que amar, en los que depositaba su idea de amor absoluto y sus esperanzas, no obstante, pese a su empeño, éstos sólo le daban un sexo escueto y rápido.

Berta se hundía, una y otra vez, sin poder despejar la ecuación, sin encontrar la fórmula que la llevase a amar y ser amada sin media, no comprendía por qué ya nadie creía en el amor verdadero, en la entrega absoluta y sin contemplaciones. Por qué, se repetía en las noches en blancos, no era posible que todo aquél caudal de sentimientos que deseaba irrumpir como una presa no encontraba destino.

Justo el día de San Valentín conoció por Internet a Pedro, era un tipo listo, pero trabajaba en un taller como mecánico, eso la refrenó en un comienzo, pero luego, después de algunas conversaciones via Internet encontró esa idea hasta romántica. De nuevo volvió a resurgir de la nada, hablaba horas enteras de su ideal de vida, de lo que significaba el verdadero amor. Pedro, en cambio, le hablaba de sus dos hijos, de lo poco que los veía a causa de la separación, de los problemas en el taller. Berta justificaba su rudeza, le encontraba varonil, sexy, con cierto aire de malo de película que lo hacía aún más deseable.

Se encontraron en un bar en la primera cita. El mecánico bebió bastante, sentía curiosidad por aquella mujer madura que hablaba como una niña y que no dejaba de tocarse el pelo en una mezcla de timidez y nerviosismo. Berta se enamoró perdidamente del mecánico, le llamaba treinta veces cada día, le enviaba veinte mensajes, le escribía apasionadas cartas de amor donde le decía que lo había esperado toda su vida, que era su amor verdadero.

Pero hoy Pedro la ha llamado y le ha dicho que no anda para relaciones, pero se calla y no le dice que se siente asfixiado, que le agobia con tanta llamada, que no soporta que hable ella sola de cosas que no le interesan, que no le gusta su olor, su cara flácida, su tic nervioso, que le exasperan sus tonterías de colegiala. Se calla todo esto para no hacerle aún más daño. En cambio le dice que lo siente mucho, que como experiencia estuvo bien, pero que no quiere profundizar más. Por eso, porque la vida es injusta y el amor se le niega, hoy está Berta en el departamento de la Universidad de Navarra, atiborrándose a bombones, queriendo llorar mientras mira por la ventana.


Pintura de Edward Hopper

domingo, 2 de enero de 2011

Aquí lo celebramos dos veces




Ya se fue para siempre 2010, nos lo bebimos, pasaron los 365 días con sus noches. No quise escribir los rencores, lo malo del dos mil diez para quemarlo en la chimenea como hizo J. No había sido un año malo, tampoco demasiado bueno. Sólo un gastarse los días, y de repente los meses que pasan volando y algunas horas tan cortas. Por eso sólo escribí un deseo, quizás dos y los quemé en el fuego. Así que no sé si eso invalida el deseo o lo purifica. Yo pensaba que eso se hacía en la noche de San Juan le digo a J. No, me responde, también ahora. Cada uno de nosotros escribió entonces todo lo que quería quemar del año viejo. Y mientras las botellas de lágrima negra caen una tras otras, miramos de vez en cuando el reloj de la cocina no ser que no se nos vaya el tiempo.

Me he pasado la mañana en la cocina, ahora sólo falta calentar algunos platos, esperar al resto. Encendemos la tele, qué sería un fin de año sin campanada. Alguien anuncia que ya van a darlas. No, es en la península, dice C. Bueno pues brindemos por ello. Hay diferencia de opiniones, finalmente abrimos un champán por el resto, por los amigos de la península, por la familia de algunos que viven en el otro lado donde el tiempo es diferente. Y entonces sentimos una especie de nostalgia indefinida cómo si algo hubiese pasado sin nosotros. Para espantar esa tristeza alguien dice algo sobre las presentadoras de Telecinco, no conozco a ninguna. Me dicen los nombres, no me gustan, demasiado delgadas. Me miran extrañados.

Bailamos con Rafaela Carra, para hacer bien el amor hay que venir al sur, y si te deja no lo pienses más, búscate otro más bueno, esta es mi canción, grito, el alcohol me da una euforia alegre, bailarina. Nos sentamos en la mesa, pero ante tanta comida ya no tengo hambre. Seguimos bebiendo, preparando la próxima fiesta, qué tal si nos hacemos una carroza para carnaval, hace falta más gente, son caras las licencias, la gran mayoría estamos de acuerdo. Aún quedan dos meses, pero se podría empezar.

Encendemos la Tele canaria, el mismo programa de todos los años, un humorista decadente que sólo hace gracia a algunos y en “clave de j”, humor simple, ridículo, por ejemplo, un bufón que hace de borracho y se bebe una vaso de algo sin respirar, una mujer vestida de vieja o de mujer de campo. Un humor torpe que consiste en reírse de los otros, de los pobres o de los que no saben hablar, pero los más que se ríen son los pobres o los que no saben hablar. Aún así lo miramos sin oír, resignados con las uvas en las manos, pensando en silencio que esa bazofia, cutre y ramplona no nos representa, pero como ya estamos borrachos, no nos importa.

De pronto el campanario, la torre y el reloj que está a punto de dar el campanazo. Las uvas preparadas, contándolas no ser que falte una. Empieza la cuenta, una, dos, tres, a la cuarta hay que concentrarse mucho para no vomitarlas todas y seguir masticando y tragando. Sin pipas había dicho mi hermana. En el silencio de las campanadas la voz de C que dice, más verde que el coño, y no tenemos que doblar en dos para poder reír y seguir tragando la boca cerrada para que no se salgan. Luego besos abrazos, J está llorando se le ha caído una uva y no la ha encontrado, le faltan aún por comerse tres. Y ya estamos en otro año diferente, en un 2011 escuálido y feo, y otro año más vieja, más demacrada frente al espejo, con la garganta jodida y una voz que no parece mía, que casi desaparece.