viernes, 21 de octubre de 2011

Un día el volcán estallará



Hace unos años comencé a escribir una novela sobre el volcán de Timanfaya. No la acabé pero ocupé gran parte de mi tiempo en investigar como fue la explosión del volcán de Timanfaya ocurrida en Lanzarote en septiembre de 1730. Incluso llegué a conocer personalmente en unos carnavales a un historiador y estudioso del fenómeno.
Según todas las fuentes el volcán estalló en distintos conos y discurrió por tierras fértiles sepultando a varios pueblos como Santa Catalina, Mazo, Timanfaya, Tingafa, Testeina…. La población atemorizada sufrió durante días las estruendosas explosiones que se oían desde las islas de al lado, el olor a azufre y la lluvia de lapilli o piroplastos cubrió todo el paisaje. Si bien la población en un principio fue obligada por el regidor de la isla a permanecer en sus viviendas, pues no en vano estos municipios eran los principales exportadores de granos a las otras islas. Finalmente, y ante el peligro inminente, se les permitió abandonar sus casas y sus tierras para trasladarse a otras zonas más seguras de la isla o incluso inmigrar a las islas mayores. No obstante, aunque no hubo víctimas humanas, la mayoría de los animales y el ganado murieron y las tierras fueron sepultadas para siempre bajo un manto de lava.
Hoy apenas se conoce de la existencia de estos pueblos que yacen dormidos bajo la lava. Los últimos acontecimientos del volcán del Hierro me han hecho recordar esto. Desde mi televisor puedo observar y escuchar a un pueblo que mira desde una roca al mar esperando al volcán.
Han pasado tres siglos des esto, pero aún la gente sigue esperando que el volcán estalle, con la misma parsimonia y misma templanza, quizas por haber nacido sobre un volcán o precisamente a causa de eso.
Las consecuencias también siguen siendo las mismas, tres siglos después la gente es despojada de sus casas, se quedan sin trabajo, las labores del mar están perdidas, los negocios cerrados, el miedo que se instala en el cuerpo. Pero, sobre todo, sentimos, olemos, vivimos, en la conciencia infinita de que estamos sujetos a las fuerzas incontenibles y salvajes de la naturaleza .

8 comentarios:

mjromero dijo...

Vivir sobre un volcán...
En 1730..., y esto me trae a la mente que en mi ciudad en 1750 hay escritos dicendo que los barcos se quedaron clavados en en las tierras del fondo del mar, de la ría,y luego el mar cubrió todas las tierras...
y no paré de darle vueltas, porque estaban describiendo lo que hoy llamamos un tsunami.
Son cosas que te hacen pensar en los sustratos sobre los que posas los pies y eso por no hablar de la preciosa foca azul pintada en una de nuestras paredes rupestres.
A pesar de todo el asfalto y autopistas que recorremos seguimos viviendo sobre la naturaleza.
Un abrazo.

Maga h dijo...

Si uno toma conciencia del hecho de que estamos "en" la naturaleza, de que "somos" naturaleza, comprenderìa cada mañana al despertar que estamos sujetos absolutamente a ella y tal vez esa toma de conciencia nos resultaria insoportable debido a este vicio que tenemos por planificar el mañana.
No se, digo...

ABRAZO MAS GRANDEEEEEEEE!

Esilleviana dijo...

:)
la anónima jjs ya sabía de tu intención de escribir esta novela.

no conocía la existencia de este volcán, Timanfaya. Sin duda, vivir con esta incertidumbre acerca de los temblores del volcán de la isla del Hierro tal vez, aumente la inseguridad y las dudas sobre el futuro, ¿es así? o quizá también se aprende a vivir con esta situación y se tornan en normalidad y naturalidad los pequeños temblores del suelo. Te escribo desde mi gran desconocimiento de todo lo que está ocurriendo en la isla del Hierro, por tanto, no me hagas mucho caso...

un abrazo

Ico dijo...

No se vive con angustia, ni siquiera eres consciente de vivir en un volcán.., sólo en momentos como estos recuerdas lo incostante y efímero que es todo... hoy decía un experto vulcanólogo que no se podía saber con exactitud cuando un volcán va a explosionar, salvo unas horas antes. Vaya una ciencia nada previsora, decía el periodísta, sí, le responde, en nuestro trabajo siempre acudes cuando ya todo ha pasado todo...

Veronika dijo...

La Naturaleza...creo que es una de las pocas cosas que respeto y respetaré siempre. La tierra grita, se manifiesta de la forma que sea, y es espectacular toda su forma y voz.
Los humanitos podemos ser unos listillos sabes, pero con ELLA, no se juega.

Todo el apoyo a la gente de la Isla.
Saludos.

Esilleviana dijo...

gracias por tu lectura y visita, es siempre muy agradable leerte.

un abrazo
:)

LaCuarent dijo...

Es verdad que pocos le hacemos caso, pero los canarios viven sobre el volcán, con lo que de peligroso encierra el nombre. Está claro que no podemos vivir con miedo pero, ¿hasta que punto estamos preparados para afrontar las consecuencias del despertar estos seres dormidos que otorgan a nuestro paisaje la esencia?

He vuelto cielo
Besitos

Shubhaa dijo...

Como decía una sabia mujer a la que entrevistaron, el volcán reclama lo que es suyo. La naturaleza nos da otra lección de humildad.
Besos desde el volcán