jueves, 25 de agosto de 2011

La vida por delante III

Elena, en medio de esa discusión, permanecía extrañamente callada, como si ella, sabiéndose juez y parte de ese mismo debate, no tuviese derecho a expresarse. No le importa, escucha a sus compañeros con una satisfacción muda. El ambiente en la clase está bastante caldeado. Ya nadie respeta el turno de palabra, sólo una exaltación ferviente y excitada entre corea entre los alumnos. La profesora los deja hacer, consciente del momento, de la creciente necesidad que manifiestan todos, inclusos los que permanecen callados y escuchan atentamente, de levantar la voz y expresar sus miedos o de reafirmar deseos. Son las chicas las más resueltas a la hora de hablar Algunas alumnas se declaran abiertamente y bisexuales. En cambio, Elena, la única alumna declaradamente lesbiana permanece en silencio, oyéndolo todo, con un cierto brillo en los ojos, orgullosa, en una distancia cercana, hierática y exultante a la vez. Recuerda como supo de ello. Fue una mañana a mitad de curso durante el recreo. Salía del baño cuando oyó la voz de su jefe de departamento protestando en voz alta. Miraba fijamente hacia patio de recreo y murmuraba con evidente malestar.

Es una mañana de primavera y las clases se van desarrollando con normalidad. Ella sabe que habla para que alguien lo escuche por eso decide acercarse hasta él y ver qué es lo que enfada de esa manera.

- Esto es increíble- murmura- increíble.

- ¿Qué pasa?-responde la profesora mirando a su vez al patio sin ver nada anormal.

- ¡¿Qué qué pasa?¡- Mira- responde atrayéndola hacia él por el brazo- ¡mira, mira¡

Pero ella no ve nada más que el patio y una masa de chiquillos que juegan, hablan, comen sus bocadillos, es decir, hacen lo propio que hacen los alumnos en su media hora de recreo. Pero no observa nada de particular y así se lo hace entender.

- Elena- señala despectivamente- ¿Esa no es de tu clase?

- Sí. ¿Qué le pasa? - la profesora intenta mirar nuevamente entre la chiquillería sin éxito.

- Está todo el día pegada a la otra, alguien le debería decir algo.

La profesora que continua intentando divisar a la alumna mencionada, se pone alerta.

- ¿A sí? - no sabía nada.

Y es cierto, ella nunca se, pocas veces se entera de las relaciones de sus alumnos ni está atenta a lo que estos hace. Aún así sabe que es inútil comenzar una discusión con él sobre ese aspecto. No quiere perder el tiempo en una conversación que no le llevaría a ningún lado. Prefiere quitarle importancia y pensar en la alumna.

- Están fijo, en el recreo dándose besos y metiéndose mano.- continua el profesor indignado. Tiene los ojos muy abiertos, y una mueca de desaprobación y rechazo en los labios.- Hay que hablar con ellas.

La profesora se adelanta temerosa de que alguien con tan poca consideración pueda frustrar para siempre unos sentimientos naturales.

- yo hablaré con ella- le dice- A fin de cuentas, soy su tutora.

Ese mismo día, sin esperar a que nadie lo haga por ella, la profesora llama a la alumna después de la clase, no sabe bien como abordar la cuestión. Este será otro de los tantos temas que deja al azar.

La muchacha, una de sus mejores alumnas, inteligente y educada se acerca hasta ella tímidamente. En su cara muestra el temor a recibir algún tipo de represalia, quizá intuye de qué va a hablarle. La profesora sonríe para tranquilizarla.

- No es nada.- le dice, acercándose a ella mientras caminan hacia la salida- No te preocupes, una tontería.

El instituto está casi vacío, algunos profesores se despiden hasta el próximo día. Los alumnos no corren, vuelan, cuando la sirena anuncia la hora de salida. Por eso están los pasillos semivacíos. Casi puede oír el eco de su voz. Sabe que la muchacha espera, ansiosa a que le cuente lo que tenga que decirle. Por eso lo dice con voz templada, pero con gesto rápido y desenfadado.

- No es nada. – comienza- Pero, bueno, como tutora te lo tengo que decir. ¿Sabes una cosa Elena? En esta vida hay mucha gente envidiosa, gente mediocre, gente sin ideales ni sueños, gente, muerta ya. Y el amor, esa cosa tan maravillosa ya no pasará más por su puerta, por eso sienten envidia de que otros lo sientan y lo expresen. ¿Entiendes?

La alumna afirma, sonriente, con la cabeza. Había imaginado algo de eso. Finalmente suspira, aliviada.

- Sólo eso, no le des motivo de envidia a los otros, guárdate un poco de dar demasiadas muestra afectivas en el recreo ¿vale?

Laura está ahora exultante, sonríe abiertamente, con los ojos, con la boca.

- Vale, profe.- le dice alegre.

- Venga vete- le dice guiñándole un ojo.

- gracias.- le grita la joven a modo de saludo.


Pintura de Alma Tadema

9 comentarios:

María dijo...

La vida por delante... ¡te sales, Ico!

Anónimo dijo...

Joder...Conozco muy bien a esa alumna y su tutora... año 1977.

Esilleviana dijo...

A mi me admira la profesor (es decir, tal vez tú), como resolvió esa situación tan comprometida, espinosa (puesto que es un asunto muy personal, que ninguna persona debe entrometerse, interfieriendo en su vida amorosa, relacional...).

Sin duda, es una estupenda lección de moral, de tolerancia y sobre todo, de bien escribir por tu parte... :)

un abrazo

Anónimo dijo...

Quise decir: REconozco
Esas posturas no se olvidan jamás.
Buen trabajo Ico.

Anónimo dijo...

En silencio por el "jaque mate", mi silencio por aquí, pero con una vida por delante para seguir.
Un placer.

emejota dijo...

Genial Ico, lo bordas. Parece que estoy viendo las imágenes. Beso.

Alf. dijo...

Pues me parece estupendo, oiga.

Shubhaa dijo...

Gracias Ico!

TARA dijo...

No podia ser de otra forma... Genial!

Besos