lunes, 15 de agosto de 2011

La vida por delante I

Acababa de ordenar todo el material escolar. No es que lo hubiese dejado en exceso ordenado pero es que ella tampoco había sido nunca rigurosa en ese aspecto. En cierta manera consideraba conveniente dejar algunas cosas al azar en su trabajo. Tiene pues una concepción peculiar de la enseñanza que la lleva a creer que de nada valía preparar de antemano, pues los alumnos eran siempre los mismos pero diferentes. Por lo que, de nada valía dejar un material que sirvió para un grupo en el curso pasado porque lo más probable es que se convertiría en inservible al año siguiente.

En esta situación se hallaba cuando se disponía a tirar, en una caja prevista para aquella empresa, todo el material de curso pasado. Las clases empezarían dentro de unas semanas y como ya sea que tenía aún bastante tiempo libre se dispuso a ello. Comenzó por los estantes superiores que cubrían toda la pared del estudio. Del último estante bajó un archivador de color rojo cuando se desprendió del interior del mismo una hoja que fue planeando en zigzag y acabó directamente en su mesa. El papel era una hoja a cuadros arrancado probablemente de algún cuaderno escolar. Estaba escrita por ambas caras con distinta letra y con motivo de la despedida del curso. En él, los alumnos habían escrito unas palabras de despedida o de agradecimiento hacia la profesora.

Inmediatamente llegaron a su pensamiento imágenes del grupo. Ahora que sabía que no les daría más clases y que, probablemente, no volvería a verlos en mucho tiempo le embargó un sentimiento extraño que se asemejaba mucho a la nostalgia. Quien sabe, pensó, quizás en un futuro se los encuentre y aún se acuerden de mí, siempre se recuerdan a los profesores que nos dejaron huella. Y mientras se decía, esto se tocaba los cabellos nerviosamente esperando que así fuera.

Pensó en un instante qué hacer con el papel, no se atrevía a tirarlo. En el fondo de su ser era una romántica y ese detalle, no impuesto, sino salido de forma voluntaria por los alumnos le había conmovido. Sentada en el sillón negro de su escritorio leyó de nuevo las dedicatorias.

La primera era una nota breve de la alumna Fátima “una alegría haberte conocido”, comenzaba. A su mente llegó la imagen nítida de la joven y, de golpe la tristeza, como un pájaro que sobrevolara de pronto su cabeza, se poso sobre ella. Si pensaba en la joven sentía una ternura insalvable, como la que se siente por aquellos hijos más desamparados. Fátima era la única niña árabe de la clase, la que mejor redactaba, la más dotada, pero también la más desgraciada. Su semblante afligido, se decía, no era propio de una chica de su edad. Seria y adusta, jamás sonreía. Mantenía siempre una cierta distancia con el grupo y no parecía interesarle demasiado los estudios.

Solía faltar con frecuencia a clase, no era extraño, sus vestidos pobres y su calzado desgastado declaraban más de lo que era necesario evidenciar. A pesar de eso, tenía una mirada inteligente y dulce, una respuesta rápida y una lucidez que la desalmaba. Desgraciadamente, pensaba la profesora, la profunda indolencia que ella misma achacaba a la dejadez de los padres y una absoluta desesperanza en su propio futuro impedía a la muchacha tomarse sus estudios en serio.

En muchas ocasiones la muchacha se retrasaba expresamente al finalizar la clase recogiendo sus cuadernos, esperando a que hubiesen salido todos los alumnos para quedarse a solas con la profesora.

- Cuándo vas a tomarte tus estudios en serio- le decía la profesora mientras limpiaba la pizarra o recogía sus libros.

- No sé- respondía la alumna indiferente- Un día de éstos.

- Claro, para qué - le decía con una sonrisa maliciosa la profesora - tu padre te venderá pronto por un camello a un árabe viejo y feo.

Entonces la alumna esbozaba una amplia sonrisa tan poco común en su rostro y ambas acaban riéndose a carcajadas. La maestra por su propia audacia y la alumna porque comprendía que aquellas bromas solamente guardaban una honda preocupación por su destino.

Ahora sonreía acordándose de aquello anécdota. La joven acababa la nota con un “Se te quiere” y la profesora sonríe porque sabe que aquella frase impersonal, no era la marca de un distanciamiento sino todo lo contrario, la expresión tímida y sincera de los más elevados sentimientos.


Pintura: la lectora de Renoir.

12 comentarios:

Ambrosía ignota dijo...

Hola Ico

Ahora que te leo, hago referencia de algo especial te lo comparto: Recuerdo a mis maestras de primaria, las dos parecían mis mamás, siempre tan atentas con los niños, compañeros míos, recuerdo cuando terminó esa etapa (de 6 a 11 años) ver mi maestra Adalía cuando ella lloraba porque nosotros nos íbamos, yo pensaba que los adultos eran así y los niños se divertían siempre. Pasado los años aun la recuerdo y le guardo mucho cariño y no sé donde está. Amiga, me he viajado por tus letras leyéndote.

un abrazo!

cereza dijo...

A veces, basta recordar que alguien que admiramos, nos prestó atención, nos hizo un elogio sincero, una caricia, un apretón de manos, para volver a creer que valemos algo.
No somos totalmente conscientes del bien que podemos hacer con un poco de atención.
Enhorabuena.

Kika Fumero dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Cereza. Eso lo respiramos todos los días, cada año, en las aulas. Qué afortunadas somos al poder aportar ese granito de arena en nuestr@s chic@s...y cuánta responsabilidad también! Entrañable tu post, Ico. Un abrazo.

TORO SALVAJE dijo...

Me has conmovido.
Ojala Fátima disfrute de la vida.
No sé, me ha entrado una penilla...

Besos.

Estela Rengel dijo...

¡Ico! ¡Qué va, yo no soy ninguna de las de ahí! Jajaja! No sé si de perfil me pareceré un poco a esa chica, pero qué va... Puse un par de fotos para que la gente tratase de adivinar qué me iba a hacer en el pelo, que a ti te chivo que es lo último, no soy tan tan atrevida como para ponerme el pelo verde. :)

ISA dijo...

Tu relato me ha llevado a recordar la primera gran decepción, extrañeza, imcompresión, injusticia... en realidad no encuentro la palabra adecuado que recuerdo en mi vida : debía tener unos 12 años y claro tenía una amiga intima. Todavia me acuerdo de su nombre porque, por aquel entonces no era corriente: Gema.
Un verano, recién terminado el curso y en el que en el siguiente ya empezábamos el "bachillerato elemental" me comunicó que no seguía estudiando. Sus padres eran pobres y necesitaban de su trabajo, así que la metían interna en una casa para cuidar niños y lo que se terciara.

Mira que han pasado años y todavia me pregunto con frecuencia que habrá sido de ella.

Shubhaa dijo...

Una de las cosas más bonitas es cuando te reencuentras con esos chicos años después (y ya son señores con barba o madres), y puedes sentir que se alegran de verte y que los buenos recuerdos son mutuos. Y ojalá llegue el día en que tengamos una enseñanza verdaderamente gratuita y con los medios para que nadie se quede fuera sin quererlo.
Gracias por traerme recuerdos tan bonitos!

Unknown dijo...

Atrapada por la nostalgia de botar una notas que rememoran historias, sentimientos, huellas dejadas y otras sentidas. Fátima seguro llevará consigo muchas de ellas.

Un abrazo.

Lenteja dijo...

Tu relato me lleva a todas las Fátimas y Jonathan que he conocido Ico, ( yo tengo una carpeta con todos los dibujillos y notitas, no los miro nunca, pero supongo que en el fondo los guardo para echarles un ojo emocionado cuando sea viejita y jubilada.)Compañera, qué tiernas somos!!!
Besos.Lenteja

Susana Peiró dijo...

Entre alumna y maestra, hubo ese fenómeno extraño y maravilloso llamado “conexión”. Dos personas conectadas están más allá de las formas y se comunican más allá de las palabras. Incluso generan códigos propios. La conexión con otro ser humano marca un punto de inflexión en la vida, incluso la que està por delante. Besos Ico.

anuar bolaños dijo...

Miro a mi mujer para aprender de ella cómo es la vida blanda, sencilla, de puertas abiertas, de valentía sin violencia.

TARA dijo...

Yo lei ese papel antes de viajar... no se explicarte lo que senti, pero tu lo has hecho ahora...

Existen diferencias entre ser profesora y "profesora"
Me hubiera gustado tener una como tu, quizas hoy mi situación academica seria otra...

BEsos Ico
Pronto nos vemos