martes, 28 de junio de 2011

yéndome

Me voy. Salgo por ahí a recorrer un poco el mundo. Madrid algunos días, Buenos Aires, luego.

Voy a buscarme a ver si me encuentro o a perderme si es lo que quiero. Alguien me dijo que todo los isleños buscamos una isla interior como Ulises, sólo que no lo sabemos. Yo sí lo sé, voy a buscarla cruzando el atlántico.

Voy a buscar historias o que las historias me encuentren a mí.

Me muevo. Avanzo. Nunca permanezco quieta. No me detengo en la tristeza. No soy complaciente. Las mujeres manos pata son viajeras incansables, quizás eternas insatisfechas.

Me voy como soy, sin darme siquiera cuenta, a rachas de impulso, a golpe de intuición, agradeciendo lo que me diste, sintiendo lo que no me has dado.

Emprendo el vuelo, voy al encuentro de corazones, de calles oscuras, de esquinas rotas, de palabras aún no dichas.

Porque creo en la magia de los encuentros, encuentro siempre.

Porque creo en el destino, comparto con la gente.

Y nada es casual.

Todo fluye, nada permanece.

martes, 21 de junio de 2011

El significado de las cosas

Treinta y siete grados marcaba el barómetro colgado en la pared. No había sido mala idea bajar las persianas y dejar todo a oscuras, de esa forma el calor no entraba por la ventana. Se había quedado adormilada en el sofá y había tenido un sueño extraño, viajaba por un río en un paquebote en un paraje selvático. Unos indios la acompañaban. Sobre cubierta uno de ellos le mostraba una especie de talla inca donde dos indios luchaban. Charlaba con uno de ellos en su propia lengua. Regateaban sobre el precio de la talla. Que sueño tan extraña pensó, debía de ser por el ruido del ventilador, suena igual que el motor de un barco.

La imagen de Lucía alejándose de espaldas en el aeropuerto volvió de nuevo a su cabeza. Observó su espalda morena, su andar lento y sinuoso que no volvería a ver más. Quería fijar en su retina aquella imagen que sabía efímera para que permaneciera siempre en su recuerdo. Ahora que podía dar rienda suelta a su tristeza comprobó que no tenía más lágrimas. Su pensamiento voló al collar que le había regalado en el último momento. Es el yin y el yan, le había dicho, El bien y el mal. Yo soy el mal y tú el bien. Entonces sonrió. Que alguien piense que somos el lado bueno de una historia siempre hace sonreír.

Pero no iba pasarse el día postrada en el sofá removiendo recuerdos inútiles, por lo que se levantó enérgica y se dio una ducha. El agua fría la reanimó. Se calzó una sandalias y un vestido de verano y salio a la calle. El calor había arreciado ligeramente, aún así, todavía hacía mucho calor para aquellas horas, las siete y media de la tarde. Por algunas de las estrechas callejuelas la brisa fresca que se había levantado hacía agradable el paseo. Decidió que dejaría la compra para más tarde, que le apetecía dejarse llevar sin rumbo siguiendo las sombras de los callejones y la brisa de media tarde. Lo hizo así durante un trecho, deteniéndose a mirar sin demasiado interés los escaparates. Se detuvo ante una tienda de antigüedades que no recordaba haber visto antes. Frente a la cristalera observó con curiosidad la disparidad de objetos expuestos, desde una hojilla de afeitar de barbero hasta una máquina de escribir antigua. Sin saber bien porqué entró en la tienda. Era un pequeño almacén no exento de cierta belleza distraída. Un agudo olor a iglesia flotaba en el ambiente. Todas sus paredes estaban recubiertas de una madera oscura que hacían las veces de estanterías y sobre las que colgaban objetos antiguos y extraños.

En una de las estantería observó con deteniendo un cráneo de minúsculas dimensiones. Caminó hasta él en un estrecho pasillo atiborrado de objetos, hasta llegar a aquello que llamaba su atención.

No era posible. Justo al lado del cráneo reducido estaba la figura del sueño. Era una circunferencia sobre la que estaba tallada en bajo relieve la contienda de dos indios. No daba crédito a lo que veía, no era posible tanta casualidad. La cogió con temor entre sus manos.

La madera del suelo crujió. En dirección a ella, un anciano de aspecto singular se le acercaba. Sus largos cabellos canosos caían a ambos lados de su rostro, sus ojos rasgados eran apenas visibles bajo el manto pesado de sus párpados. Vestía de un modo insólito, como si viniese de algún lugar lejano. Llevaba puesto una casaca colorada sobre unos pantalones cortos, de color verde caqui. A pesar de esto, lo que más le llamaba la atención del anciano era la inquietante sensación de que ya lo había visto antes. Hubiese jurado que aquél era el indio con el que había regateado en el bote.

- Tiene usted buen ojo- Dijo la voz profunda -Es una pieza muy antigua.

La mujer tuvo que apoyarse en la estantería, pero tuvo que apartarse pues notó la mirada preocupada del anciano ante la posibilidad de que estas guardasen poco su peso.

- Es una pieza prehispánica, una copia claro.

- Es muy curiosa- y notó que su voz a pesar de todo no temblaba

- qué representa.

- Dicen que al soñador y al despierto. Al parecer todos tenemos dos almas, una la del soñador que sueña lo imposible y otro la del despierto que se aferra a lo existente. Aquí están entablando batalla.

-¿Y quién gana? - preguntó la mujer.

- En realidad es imposible la victoria, nadie puede de pertenecer a uno sólo de los mundos - dijo el hombre mirándola fijamente- Cada uno de ellos se nutre del otro, el soñador, es el ser creativo, el que desafía las leyes naturales, el que sueña, y el despierto es el que se aferra a lo real, a la seguridad de lo conocido. Pero en la conciencia ambas puertas están comunicadas.

- y si es así ¿por qué pelean?

- A saber, quizás porque son opuestas, y ni ellas mismas lo saben- dijo meditabundo-. Pero desde luego están condenadas a encontrarse y a nutrirse mutuamente.

De pronto, el anciano como si despertara de un ensueño le tendió la pieza

- Se la dejo en cien euros.

- que sean cincuenta.

- 70

- 60. Ni para usted ni para mí.

Cuando salió de la tienda con la pieza bajo el brazo lo primero que percibió distinto fue aquél intenso olor en el aire, mezcla de esencia, musgo y madera. Lo que vio después no supo qué nombre darle. Aquella no era su ciudad, porque en ella nunca había habido mar ni río. Como si caminara en sueños, sus pies se encaminaron hacia la dársena de donde descargaban destartalados paquebotes.

Abrió los ojos. El fuerte sol de mediodía entraba por las rendijas de la persiana y tatuaba su cara de sombras y luces. La mujer india se levantó del suelo con parsimonia y dobló la esterilla que guarda en una esquina de la choza. Un hombre la saluda desde el barco que pasa por el río. Pero la mujer no se da cuenta pues está inmersa en sus pensamientos sobre un extraño sueño que ha tenido. Se ha visto a sí mima dormir a oscuras en otra casa, vestía ropas extrañas y caminaba por una ciudad extranjera.

viernes, 17 de junio de 2011

Asesino inmundo

Asesino

Despiadado

Vergüenza de la especie.

Raza inmunda.

Hijo desnaturalizado.

Inhumano.

Fantoche.

Engreído.

Indigno de pertenece a estar raza.

Pero ¿quien te has creído que eres?

¿Es que acaso eres mejor que ellos?

Ciego.

Sordo.

Absurdo ser perdido entre tus propias heces hediondas.

Un día la madre naturaleza hará lo mismo contigo.

Y pagarás de una vez tanto sufrimiento.

Cobarde.

Psicótico ser que vives en tu paranoia superficial de consumo y tele.

Descerebrado.

Irresponsable

Nunca supiste lo que era tener moral ni ética.

Pero ¿cómo te atreves a abandonarlo a su suerte?

¿Cómo eres capaz de dejarlo tirado en la cuneta y dormir sin tener mala conciencia?

Asesino

Hez

Rata inmunda

Te maldigo

Por lo siglos de los siglos

Hasta que conviertas en rata o cerdo de dos pies.

Recibirás tu castigo aquí y ahora

En la tierra.

Un día tus vísceras pustulentas se derramarán igualmente en el asfalto

Un día tú también serás abandonado

En mitad de la cuneta

Y nadie

Nadie hará nada por ti.

Todos miraran hacia otro lado

Porque con ellos no va nada

Porque eres sólo un perro.

martes, 14 de junio de 2011

Un misterio impenetrable




"Es muy asombroso, para quien se toma el trabajo de reflexionar sobre este punto, que todos los hombres estén constituidos de tal modo que son unos paro otros un misterio impenetrable. Cuando entro en una ciudad populosa por la noche pienso que cada una de aquellas casas agrupadas en la sombra tiene secretos que le pertenecen, que cada uno de los aposentos que encierran tiene su propio secreto, y que cada uno de los corazones que late en esos millares de pecho es un secreto para el corazón que está a su lado y que le es más querido."

“Historia de dos ciudades”
Charles Dickens



Foto: ciudad de Barcelona. La foto es mía.

sábado, 11 de junio de 2011

Indignarse no basta


Haces unas semana fui de viaje a Barcelona con mi sobrina, allí tuvimos la ocasión de presenciar en la plaza de Cataluña la acampada de los indignados. Bajo una humareda de hashis y ambiente festivos, (ése día ganaba el Barça). Atravesamos los distintos puestos y estantes mirando con curiosidad las distintas comisiones que se habían formado y leímos algunas propuestas interesantes.

Al día siguiente y al otro, volvimos a pasar por lo que sabíamos era el centro neurálgico de la ciudad. No queríamos pasar por alto esa ocasión. Me gustó la biblioteca pública donde cada cual se llevaba a su casa libros por dos días, e incluso, fuimos a un estante de “objetos perdidos” en busca de un móvil, que nunca apareció y donde todos sus miembros yacían durmiendo en el césped.

La sensación que nos llevamos de todo ello fue que los jóvenes habían encontrado un medio más para expresarse y divertirse en la no violencia en medio de consignas pero que, inevitablemente cada día pasaban más desapercibido y que pronto, el sistema el acabaría devorándolos.

En fin, todo esto para comentar la lectura del panfleto de Stéphan Hessel “Indignaos” de acuerdo en todo lo que dice, hay que indignarse de forma pacífica porque hay muchos motivos para ellos, el consumo de masas, el desprecio hacia a los más débiles, la amnesia generalizada. Aunque siempre una encuentra mil y una causa más para indignarse, como los cientos de mujeres que mueren a manos de sus novios o maridos o ex amantes a diario. Un breve texto de apenas veinte páginas que proclama una revolución pacífica que cambie el sistema imperante.

Pero cómo, he ahí el meollo de la cuestión.

Me cuenta mi amigo Víctor, quien me dejó el panfletito, que se está organizando un movimiento político a partir del 15M, organizado por un ex miembro de Greene Peace, que quiere coordinar a una izquierda roja y verde, y cuyo objetivo sea plantear un modelo de progreso sin que pase por la destrucción paulatina del planeta. Leo en Internet sus propuestas y me gusta, (hace tiempo que no veo otra opción política más coherente con mi forma de entender la vida que la de estar en paz con todos los miembros de este ecosistema. Ni qué decir tiene que en las últimas elecciones locales, aún sabiendo que mi voto ni iba ninguna parte, voté a los verdes.

Por esta razón, quue los partidos verdes de toda España se unifiquen en un nuevo proyecto llamado Equo me parece no sólo una opción inteligente sino extraordinaria, y creo que, si la cosa no se hubiese desviado por ahí, en unas semanas el movimiento de los indignados habría quedado en una anécdota más. Pues considero que todo movimiento que no esté organizado o que no utilice los cauces existentes para actuar desde dentro está abocado al fracaso. La indignación sola no basta, hay que usar también con la cabeza. Porque está bien indignarse, sabiendo por qué, y para qué, pero también saber con qué medios contamos a nuestro alcance para darle salida y cauce.

Pero, ya han salido las primeras objecionesa este nuevo partido en la red desde los insurgente. A ver qué alguien me diga qué otro medios existen, reales, inmediatos, a parte de estar formados, ser listos, y aprovechar las oportunidades para defender lo que haga falta, sin olvidar un pilar básico: la educación.

Esto viene a cuento de este cartel fotografiado en la plaza de Barcelona: lo leí tres o cuatro veces, intentando comprender lo que quería decir, lo volví a releer con igual resultado, y finalmente lo fotografié esperando que alguno de mis ávidos lectores me lo traduzcan.


http://youtu.be/S6yuR8efotI

miércoles, 8 de junio de 2011

La lluvia de Rosa y Murakami



Quien crea que las novelas de ciencia ficción son inocentes relatos ficticios sobre una época futura se equivoca. En ocasiones, son sólo la excusa perfecta para tratar temas universales como la identidad, la memoria o la muerte.

Que nadie crea pues, que el género de ciencia ficción es un cándido relato donde se conjuga posibilidades futuras de la existencia. En no pocas ocasiones, mediante el juego de lo posible y lo múltiple, es el marco ideal para reflexionar y especular de forma amena y entretenida sobre las consecuencias del ser en el espacio y el tiempo.

Miren sino estas dos novelas de ciencia ficción “El fin del mundo y un despiadado país de las Maravillas” de Haruki Murakami y “Lágrimas en la lluvia” de Rosa Montero. Dos obras de autores tan alejados en su estilo pero curiosamente coincidentes en cuestiones tan similares.

En “Lágrimas en la lluvia” Rosa Montero, más apegada a la tradición realista española se decanta más por el lado social, creando un mundo posible en un futuro no tan lejano, preguntándose si acaso habrá más equidad y seremos más justos, o si por el contrario, las diferencia serán de otra especie, precisamente, por la convivencia con seres distintas especies (humanoides y tecno-humanos)

La novela de Rosa se vuelve ágil y amena, narrada en un estilo rápido y preciso, desenvolviéndose en un solo plano, lineal y centrado en una trama detectivesca. En cambio, la narrativa de Murakami, se desarrolla en distintos planos simbólicos, llevándonos por extraños laberintos imaginativos, recreando un mundo con seres que viven y trabajan sin saber para quién o para qué, hombres sin recuerdos que pululan sin conocer su destino, mujeres sin corazón, habitantes del inframundo, ciudades amuralladas de las que no se pueden salir, hombres anodinos que viven una existencia gris y monótona.

Si bien, la parquedad narrativa se agradece en Rosa Montero frente el detalle minucioso del japonés, a ambos les une enigmas e intereses comunes, como la posibilidad de manipulación del cerebro en el futuro, o la capacidad de insertar o extraer recuerdos del mismo y manipular nuestra conciencia

Pero hay algo más íntimo y profundo que compartes ambas narrativas, la mirada naturalista (los animales son elementos simbólicos siempre presentes) y la visión poética de quienes se preguntan por nuestro nuestra existencia presente y futura. Y no es para menos, pues nadie, seamos conscientes o no, puede eludir un mismo destino para todos.

“Nadie podía detener la lluvia. Nadie podía escapar. La lluvia caía siempre de manera equitativa.”( Murakami," El fin del Mundo")

lunes, 6 de junio de 2011

Parábola de las necesidades encubiertas

Hay quien nunca tuvo zapatos de pequeña y de grande acumula cientos de ellos.

Hay quien de pequeña fue tan pobre que toda su obsesión de mayor es no volver a serlo nunca.

Pero hay, ay, almas dolientes, quienes de pequeñas nunca fueron queridas. Éstas son las peores pues andarán condenadas eternamente a buscar errantes a alguien que las quiere.

Pues, así como quien no tuvo zapatos le basta con ganar lo suficiente y encontrar en los pares acordes con su vestido.

Y a quien fue pobre, saber que con su esfuerzo y empeño algún día podrá dejar de serlo.

En cambio, quuien nunca fue amado, ni abrazado ni querido no encontrará fácilmente qué o quién supla esa necesidad encubierta.

Porque, así como la que nunca tuvo zapatos se contentará cuando los tenga, y una vez saciada esta necesidad, sólo tendrá que comprarse otro diferente, o la que fue pobre seguirá en su empeño de no dejar de serlo, la que nunca fue amada, querida, ni abrazada andará siempre buscando.

Y si es que, acaso algún día encuentre alguien que de verdad la quiera nunca sabrá si es esto es de verdad cierto. Porque ella siempre se enamora de mujeres que nunca tuvieron zapatos y andan como locas buscando en las tiendas, o de mujeres que fueron muy pobres y empeñan toda su vida en dejar de serlo.




Pintura de Leonora Carrington

jueves, 2 de junio de 2011

Pequeñas mentiras necesarias

Esta película me ha encantado. Hacía tiempo que no me gustaba tanto una película, por lo que se la recomiendo últimamente a todo el mundo. Y lejos de ser una película pretenciosa es una sencillamente genial, en el mejor estilo francés, humor, amor e intimismo. Habla sobre todo de amistad, pero también del amor y el desamor, de las relaciones que establecemos con los demás, de lo que decimos y de esas pequeñas mentiras necesarias.

Y no es el argumento lo que sobresale de este film, (un grupo de amigos se reúnen unos días al año para pasar las vacaciones juntos,) sino sus diálogo, siempre hay chispa ingenio, naturalidad. Además, la talla de los actores me pareció magnífica sobre todo porque en cada uno de ellos hay algo de cada uno de nosotros. Quién no ha sido nunca un neurótico inseguro ante un amor que teme perder, o alguien con miedo a comprometerse para no ser herido, o un desesperado cuando nos damos cuenta de lo que perdimos. Cada uno de ellos somos nosotros, por eso nos toca la película, por eso no sentimos pasar el tiempo y reímos con sus escenas, pero también lloramos con cada uno de ellos.

La banda sonora es otro de su grandes logros, Janis Joplin, Ben Harper, David Bowie, entre ellos, y un cantante nuevo que no conocía, Yodelice ( Maxim Nucci) una canción sencillamente sublime y que pueden ver en este video. La letra vale la pena conocerla y va muy acorde con uno de los personajes con los que inevitablemente me identifico. La traducción es mía. Se disculpará algún error.

Háblame

Algo ha cambiado en tu alma

Dime cariño que es lo que no va

Qué está pasando

Has estado llorando

Algo se ha derrumbado en tus ojos

Hay algo que se quiebra en tu mirada

Como esos días rotos

¿Es que ya no tienes confianza en mí?

Por favor

Háblame

Háblame

Cariño por favor

Háblame

Algo ha ocurrido en tu alma

Ya no eres como antes

¿Hay algo que me he perdido?

Me parece que el sol brilla para todo el mundo

Menos para mí

¿Me hablarás?

Esto es un tormento

Por favor, cariño

Háblame

Háblame

Soy yo

Háblame

Algo ha cambiado en mi mundo

Y me está matando

miércoles, 1 de junio de 2011

No se os oye


Este fin de semana aproveché el día de Canarias, como muchos canarios, o al menos aquellos que aún pueden, para irme de puente a Barcelona.

Allí viví, (imposible eludirla) la victoria del Barça y la celebración entusiasta que se llevó a cabo poco después en sus calles principales. Muy cerca de allí y, casi confundiéndose, los indignados resistían formando parte del espectáculo circense en la Plaza de Cataluña.

En medio de la muchedumbre victoriosa me dio por pensar que hay manifestaciones, como esta del Barca, que por alguna razón que me cuesta entender, arrastra a multitudes enfebrecidas llevándoles a una especie de comunión exaltada de todo un pueblo, pero que indudablemente este fenómeno forma ya parte de su idiosincrasia.

Todo esto me llevó a reflexionar en cómo elementos como este tienden inevitablemente a cohesionar a un colectivo y los hace formar parte de una bandera y un mismo sentir. Este pensamiento me llevó a otro más triste, a la constatación de la distancia planetaria que nos separa a los canarios de los catalanes.

Así, mientras hablaba con algunas amigas y conocidos, me llamó fuertemente la atención una frase dicha en medio de la conversación pues proyecta de manera precisa, a mí entender, la imagen que se tiene en la península de los canarios: no se os oye. Y es que es cierto.

Cuánta razón tenía. El canario no protesta, no se queja, no reclama, aunque sea la autonomía donde exista el mayor nivel de paro y donde los niveles de exclusión social están llegando a límites alarmantes. Y esto es así porque, como bien dijo Manuel Alemán, hace ya más de veinte años, en “psicología del hombre canario” dentro de las características del hombre canario están la del servilismo, la resignación o lo que es peor, el complejo de inferioridad ante lo foráneo, elementos todos propios de un pueblo que fue colonizado y que llega aún hasta nuestro días.

De esta forma, no es raro que el día de Canarias pase sin pena ni gloria y sea una mera celebración sin importancia a golpe de timples, sancocho y papas arrugadas, como mejor ejemplo de nuestra identidad canaria.

“No se os oye” repiten, “pero os sentís españoles, preguntan algunos osados. “Las Palmas, Le canaries, pas Palma de Mallorca” oigo decir a una francesa mejor informada en el avión.

Sí, señora, nos sentimos españoles, pero de segunda fila, o de tercera, somos sol y playa, turismo y buen clima y eso es lo que exportamos cara a la galería. Y como bien saben, el turismo es una industria fluctuante que enriquece a unos pocos y hace servil a muchos. La explosión turística en Canarias allá por los sesenta llevó a que muchos canarios optaran por el dinero rápido, abandonando la formación, como consecuencia ahora tenemos a un pueblo con el mayor índice de paro, motivado a su vez por la explosión de la burbuja inmobiliaria y, poco o nada formado. Si sumamos a esto pueblo sin educación y resignado obtendremos un pueblo sumamente manipulable, pero también con poca capacidad de acción y de reacción ante los problemas.

Entonces, cómo haremos para levantar esta maltrecha economía nuestra sino hay una conciencia social de identidad clara. Seguiremos probablemente a base de subvenciones, como siempre, para no llegar a ningún lado. Precisamente porque falta lo principal: a saber, ese espíritu emprendedor que mueve a los catalanes, una conciencia clara y elevada de su diosincrasia, una voluntad integradora de expansión, una concepción positiva y orgullosa de su propia esencia, en definitiva, un orgullo patrio que nos faltan.

¿Podrán los políticos encontrar fórmulas para que esto ocurra o seremos capaces entre todos de proyectar nuestro cultura más allá del atlántico, más allá del gofio y las papas arrugadas?

Pero esto que digo no es nuevo, ya lo dijo antes el escritor y periodista canario, Alonso Quesada, o el universal Pérez Galdós hace muchos años, al primero se le permitió en cuanto utilizaba el humor y el cuento para describir la idiosincrasia del hombre canario en la prensa, al segundo no se le perdonó jamás que nunca volviera a Canarias.


Pintura: "Retrato mujer en Roma " de Oscar Dominguez, pintor surrealista canario.