sábado, 7 de mayo de 2011

la imposibilidad de Julia


Señora, le dijo el amanecer a la noche, es hora de que se retire. Imposible respondió la noche, estoy en ti. Soy parte de ti.

Sonrió frente a la frase escrita sobre la pared azul del cuarto de baño. Se subió la cremallera y tiró de la cadena. La cafetería estaba casi vacía a aquella hora. Pidió un café solo y un vaso de agua. Abrió el periódico en la página de anuncios. “señorita morbosa, latina, cariñosa, mucho pecho, masaje relajante, ambiente selecto.”

Había empezado a llover, tenía que darse prisa o se mojaría de nuevo. Pensó en su último resfriado, no se podía permitir estar enferma, ahora no. El teléfono sonó dos veces. Concertó una cita, en veinte minutos, dijo, mientras se refugiaba bajo un portal de la lluvia.

Su casa daba justo a la avenida central, desde la ventana del salón se podía ver un pedazo de mar, hoy estaba el mar encrespado, gris, mar de fondo, pensó. Se retocó los labios frente al espejo y se aplicó un poco de color en las mejillas. Se miró un instante a los ojos, aspiró hondo.

El hombre entró decidido, la miró de arriba abajo aprobando lo que veía. Ella sonrió con una sonrisa forzada. Le tendió una toalla y lo hizo pasar al baño. Es necesario, le dijo. Mientras oía caer el agua de la ducha estiró la camilla, echó un vistazo al cuarto, colocó de nuevo los cojines de la cama. El hombre apareció ante ella desnudo, semi erecto. Ella le indico que se acostara en la camilla mientras se embadurnaba las manos de aceite. De espaldas primero, le dijo. Puedo verle los pechos mientras me da el masaje, pregunta. Eso es otro servicio, responde sonriente.

La mujer masajea el cuerpo tendido e intenta pensar en otra cosa, en la sonrisa de Julia mirándola en la oscuridad del cine, en las fresas con nata que están en la nevera, en llamar a su madre antes de que anochezca. Los gemidos del hombre tan sólo le hacen acelerar más sus pensamientos, el ingreso que debe hacer en el banco, el plazo del pago del préstamo. Sus gestos son mecánicos, preciso, certeros. Después de acabado, ella se vuelve al baño, se lava con fruición las manos, se mira de nuevo al espejo. Sabe que ellos prefieren quedarse solos después de eso. Siempre sienten vergüenza, prefieren vestirse rápido, salir deprisa, como un malhechor a punto de ser atrapado.

Ella, en cambio, continúa en su ritmo pausado, guarda el dinero, lo cuenta de nuevo, va a la nevera, toma un yogurt, unas galletas. Las horas pasan lentamente, enciende la tele, vuelve a la nevera y pica algo de nuevo. El teléfono suena una vez más, contesta con voz melodiosa, convincente. Comienza a prepararse para una nueva cita, la tarde va cayendo tras los cristales. El mar parece más oscuro, el viento ha comenzado a agitar las olas que llegan en forma de espuma blanca a la orilla.

Un nuevo sonido irrumpe sus pensamientos, es su teléfono personal. Es Julia. Apenas tiene tiempo de contestarle, su voz suena triste, contenida. Me voy a ocupar, le responde. Luego te llamo, y efectivamente, nada más colgar, suena el timbre de la casa. Repite de nuevo los mismos gestos, mecánicos, tenderle la toalla, estirar la camilla, prepara los preservativos. Cuando el cliente se va, se recuesta en el sofá y enciende la tele, debería llamarla, pero una tempestad agita su estómago. Piensa que tiene que hacerlo, aunque no debería, se está convirtiendo en una costumbre, no quiere hacerlo, aunque se sentiría mejor. Finalmente se levanta, abre la taza del water y se sienta en el bidet. Se mete los dedos dentro de la boca, los introduce un poco más en la garganta, más adentro. El vómito sale como una fuente y choca contra las paredes blancas de la taza. Quiere arrojarlo todo, expulsar todas las horas de espera, todas las citas, todo el olor a aceite y a semen que no se despega de la nariz, vaciarse de una vez y por todas.

Cuando Julia llega le pregunta si ha cenado. Julia la mira intentando adivinar sino le miente, se preocupa por ella, hace días que la nota demacrada, todo le sienta mal, apenas come o come demasiado. Aún así, sabe la causa de sus desórdenes alimenticios, pero no le dice nada, calla porque sabe de su dolor y de su vergüenza. Mientras hablan de cosas cotidianas, siente deseos de abrazarla pero la intuye arisca, enfadada, poco receptiva. Le pregunta si quiere salir y dar una vuelta al borde de la playa. Caminan por la avenida, sin cogerse de la mano, a ella le gustaría pero no dice nada. Le pregunta qué tal ha ido su día. Ella responde que lo mismo.

Julia la mira de lado, sus ojos parecen tan tristes, daría lo que fuese porque ella soltase toda su rabia, su odio, su asco, pero no lo hace. Ella prefiere pensar que es lo que le toca, que hay que hacerlo, y en esta condición u obligación encuentra la fuerza para seguir haciéndolo.

Cuando llegan a la casa se desnudan en silencio, ella la arropa en la cama antes de entrar en el baño. Julia intenta no mirar a la camilla que está al lado de la cama. Cuando la mujer entra desnuda en la cama Julia la abraza y la siente más lejos que nunca. Oye su respiración agitada, piensa que puede oír incluso sus pensamientos. Le gustaría besarla, acunarla en sus brazos, deshacerle todo el dolor del día, pero sabe que todo contacto es ya inútil, cualquier intento de su parte será rechazado. Siente que la pierde cada día un poco más, que inconscientemente confunde, incluso, que ya no discierne claramente en su marasmo de vida quien la ama o quien la utiliza. Me duele el estómago le dice, y le da la espalda. Julia se muerde el labio, siente deseos de llorar. Sabe que su cuerpo está herido, que se siente sucia y desprecia todo contacto, incluso el de ella, que daría lo que fuese por poder sanarla. La noche va amortiguando los ruidos del día, a veces las luces el sonido o las luces de un coche se filtran por las rendijas de la persiana. La habitación permanece en un silencio lacerante. Julia llora contra la almohada en silencio, ella la escucha y no dice nada.

15 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Demoledor.
Un abismo de vida.
Parece irreversible.

Besos.

TARA dijo...

Señora, le dijo el amanecer a la noche, es hora de que se retire. Imposible respondió la noche, estoy en ti. Soy parte de ti.

Corto y pego, porque me encantan estas líneas...

Por lo demás, es brutal, una historia que empezó ya terminada.

Genial Ico, no te olvides de seguir caminando...

alejandra dijo...

Es impresionante la capacidad de hacernos vivir historias Ico. Todo el texto es inmejorable y brutal. ERES UNA ARTISTA. Que orgullo compartir algo de sangre ;)

Martina dijo...

Me ha encantado la historia. Un saludito.

mariajesusparadela dijo...

Preciosa y terrible.
(Te multarán por fumar en el blog, pero si te amenazan, dímelo y llenamos la red de fumadoras)

silbante dijo...

Me deja usted con el cuerpo medio cortado pensando que el dolor nos vuelve infranqueables.
Un saludo Ico.

emejota dijo...

La "curpa" la tiene nuestra educación judeocristiana. Visto fríamente tan solo es una profesión, lo malo es que parece ejercerla sin que le entusiasme, ni siquiera le guste mínimamente, puesto que es una profesión enraizada en la vergüenza y la ocultación. Sus emociones están divididas y esto es poco bueno, para todo. Tampoco sería feliz ejerciendo otra profesión que no le gustara. Doloroso, siempre doloroso. Un fuerte abrazo.

María dijo...

¡Qué angustia!

María dijo...

¡Qué angustia!

Anónimo dijo...

Una historia entremecedora, a veces queremos ayudar pero si no se dejan de nada sirve, asi que sigue tu camino Ico...

JJS

almena dijo...

Tremenda. Tremenda historia...
Ojalá la piel y el corazón supieran deshacerse de cuanto les pesa como una losa...

Besos

Anca Balaj dijo...

Es algo que muchas veces me he preguntado, ¿como distinguen esas personas entre el trabajo y el amor?
Sin duda, una no puede salir entera de algo así.

maslama dijo...

hola guapa;
¡cómo escribes! se me saltaron las lágrimas..

besos,

Susana Peiró dijo...

Amiga, me has dejado con el corazón estrujado. Esto es transitar por los rincones más oscuros de la vida, donde la belleza y el amor agonizan entre las sombras y la hipocresía. Un trabajo muy movilizador.
Un abrazo guapa.

PD: la foto con sombrero y cigarrillo en el header es preciosaaaaaaa!

LaCuarent dijo...

Me quedo con el sabor a angustia derritiéndose en mi boca.
Tus letras maravillosas me provocan una envidia,sana, pero envidia, son magníficas


El 28, me voy una semanita para Telde de comunión, espero que esta vez podamos vernos
Un beso