viernes, 1 de abril de 2011

hombre normal de cada día

Cada mañana al despertar sentía su mano entre mis piernas ascendiendo como un reptil pegajoso y caliente hacia mi sexo dormido. Entonces me levantaba sobresaltada como si fuese una pesadilla. Pero no era lo era. La mano del hombre seguía ahí, mientras yo me revolcaba, intentando zafarme de aquellos dedos largos, de aquella mano blanda y húmeda que me horadaba.

Recuerdo, aún hoy, esa mano, su textura, su forma, como la un animal asqueroso y baboso viniendo hacia mí. No recuerdo qué edad tenía. En el deseo de olvidar todo lo vivido, olvidé muchas cosas, que era una niña, que no podía gritar porque él me tapaba la boca, que mi madre me no me oía.

Cada mañana sus labios húmedos y finos sobre los míos me despertaban. Su lengua ansiaba traspasar una y otra vez la muralla de mis labios cerrados. Yo me revolvía, me quejaba, intentando apartarlo de mi lado. Pero él siempre estaba ahí, acechante, hombre normal de cada día, esperando encontrarme a solas, para acorralarme detrás de las puertas o en las habitaciones vacías.

Cuánto tiempo duro aquello. No lo sé. He olvidado casi todo, salvo la sensación de un despertar tormentoso, de unos labios que se acercan empujándome, acorralándome, de unos dedos que se cuelan entre mis piernas, hacia mi sexo y me invaden.

Lo peor era el silencio, la soledad, el secreto.

Él manipuló todo idea de rebelión en mí, haciéndome sentir culpable de sus sentimientos. Él justificaba sus actos diciéndome que me quería, que estaba enamorado de mí, que nadie me querría como él y que por eso, no podía evitarlo. Solo más tarde, mucho tiempo después comprendí que aquello no era amor. Pero tuve que salir de él y huir de mí para comprender que el verdadero amor no manipula, no fuerza, no obliga.

Él me obligó a callar, nadie me creería, no podía escapar, no podía hablar; y así poco a poco y en silencio fue fraguando lentamente el menoscabo a mi cuerpo. El odio al amor y a mí misma. Sí, he de ser sincera, él ganó la batalla, fueron muchos años de esconderme, de aislarme en mi mundo, de luchar contra el enemigo. Tuve que vivir mil vidas, envilecerme, degradarme y olvidarme para saber reconocer en él a un enfermo y a mí una víctima.

Sin embargo, yo, que lo olvidé casi todo, no olvidé esa mano viniendo hacia mí esa boca acuosa apresándome y esa sensación de angustia al levantarme.

Entonces envejecí. Fui vieja siempre. Me entregué al sexo y al amor, como si nada importara, en realidad, nada me importaba, porque ya los términos estaban invertidos de una vez y para siempre.


Pintura de Edward Hoper "summer interior"

20 comentarios:

Ico dijo...

Otro caso más de abuso sexual de menores en Canarias,cuántos no se repiten cada día. Lo peor es silencio,la soledad, el secreto que deben mantener estos niños.

http://www.europapress.es/islas-canarias/noticia-libertad-cargos-presidente-club-futbol-gran-canaria-acusado-dos-delitos-abusos-sexuales-20110401102253.html

TORO SALVAJE dijo...

Terrorífico.
Que horror.
Me has helado la sangre.

Besos.

Unknown dijo...

Triste sensación de soledad y de impotencia ante una forma muy cruel de violencia, ¿en que cabeza cabe? el relato sobrecogedor...

Begoña Leonardo dijo...

Con el vello de punta, cuándo cesará esta barbarie...
Besito

Anónimo dijo...

Una vez mas tengo la sensación del calor penetrante de tus visceras salpicadas por todo mi rostro. Te miro, desde aquí, sentada, sin saber qué decir.
Hopper se sentiría orgulloso de que su "secreta mirada" presidiese tu relato.
Escalofriante.


http://www.youtube.com/watch?v=zSuOrA7q6kw&feature=fvst

Anónimo dijo...

La frase "los términos estaban invertidos de una vez y para siempre" define tan bien el resultado de esta conducta imposible de erradicar...

TARA dijo...

Me has dejado sin palabras...

Beelzenef dijo...

Son monstruos, sin piedad alguna para ellos

Esilleviana dijo...

(pensaba apagar el ordenador y visitarte más tarde, pero al empezar a leer no he podido parar).

Tremendo, espeluznante y espantaso... habrá muchos más adjetivos para describir y calificar el abuso sexual de un padre a su propia hija. Es inimaginable, realmente es una mutilación de la propia persona que lo sufre. Abarcando a todos los aspectos de la personalidad: autoestima, confianza en los demás, descubrimiento del propio cuerpo y más tarde, disfrute del mismo... es cruel y despiadado.

Me gustó muchísimo esta lectura. Escribes tan bien, que leerte es introducirse en la piel de la protagonista.

Un abrazo.

LaCuarent dijo...

Muy dura tu entrada amiga y lo peor es que está tan bien escrita que se presupone que tu ficción no es superable, pero tristemente es peor la realidadde muchas víctimas
Un beso y buen finde

Ariadna dijo...

Yo conocí a alguien que sufrió esto y que decidió finalmente acabar su vida a los 23 años volando esde la última planta del hotel Los bardinos.
Gracias por darle voz.

almena dijo...

No puedo leer estos casos de abuso sin sentir por dentro una oleada de violenta indignación. ¿Qué piedad puede merecer quien siega de raíz el derecho de otro a vivir su vida sin tamaños fantasmas en el recuerdo?

Qué repulsión me producen.

Un beso para ti

Anca Balaj dijo...

Esto es desgarrador, Ico. Y que sea para siempre, peor todavía.

Belén dijo...

Los casos de abusos sexuales son duros de explicar,pero además si es en poco tiempo, la cosa se hace más difícil...

Besicos

alejandra dijo...

Pero les cuesta demasiado darse cuenta que él era un enfermo y ella una victima... Igual pasen toda la vida intentandolo... Magnífico relato

Anónimo dijo...

Lo duro y difícil y por lo que hay y han de luchar, y ni por ello reprobable sino fuera así, es en conseguir que estos "seres" no logren robar SU / MI / TU... LUZ.

(Un Ángel Gris)...¿Cuántos?


Concha

Anónimo dijo...

¡Cuánta culpabilidad hay en ese relato! Tu personaje debe pasarselo a quien le corresponda

Ico dijo...

Esa es precisamente la mayor perversión del pederasta, hacer creer a la víctima culpable.

Enrique García dijo...

Supongo que hay que decir algo:
a) que tu relato es el recordatorio de una barbarie.
b) que lo has descrito con tanta implicación y con tanto arte para implicarnos a todos los demás.
Felicidades, Ico. Y gracias por transmitirnos esta realidad y de esta forma.

Vicki dijo...

Gracias Ico por poner palabras a los sentimientos, a la culpa, a la verguenza, al miedo que nunca te abandona, a la indefensión, a la inseguridad, a la culpabilidad.
Nunca se olvida, sin embargo, yo sé que los términos se pueden invertir.