martes, 1 de marzo de 2011

Morir o matarse

¿El trabajo es una cualidad inherente al ser humano o un castigo infligido al mismo? Quién sabe, lo único cierto es que no podemos dejar de trabajar, ciegamente, como las hormigas, impelidos por un deber y obligación que nunca cuestionamos. Este es, en síntesis, el tema principal de Las ciegas hormigas de Ricardo Pinillas.

La obra narra el esfuerzo, la voluntad regia de una familia vasca en un entorno rural desfavorecido que obliga a estar en constante la lucha por la supervivencia. Sobre este tema principal, la conquista diaria, el hacer ciego y cotidiano del ser humano se organiza una novela maravillosa. Tangencialmente otros temas no menos importantes, las relaciones entre los miembros familiares, el poder, la rivalidad entre vecinos, la envidia. Todo ello en un lenguaje no exento de poesía y precisión, como si de un drama Lorquiano se tratara. Es por eso una obra atemporales, universal, para ser leída en cualquier tiempo y circunstancia.

Es la búsqueda primigenia y eterna del ser humano, la lucha por mantener el calor del hogar y alimentar a los suyos, pasiones universales que hacen de este libro una magnífica obra, yo diría que obra de arte, contada desde la perspectiva de varias voces que corresponde a los distintos personajes. Apenas un defecto de forma, poner en boca de campesinos un lenguaje elevado, pero esto se le perdona por la tensión dramática, por la emoción sucinta y la intriga ascendente. Nos sumergimos fácilmente en los pesares de esa familia paupérrima y la lucha por la supervivencia, aún a riesgo de saltarse las leyes humanas.

Del morirse trata el libro de Arto Passilina, Delicioso suicidio en grupo. El suicidio como deporte nacional en Finlandia es tratado con humor irreverente y despiadado por el autor y la maniaca tendencia del pueblo finés a poner fin a su vida. Parodia divertida, a ratos, donde el autor se despacha a gusto criticando los males de su país.

“llegaron a la conclusión de que la sociedad finlandesa era fría y dura como el acero y sus miembros eran envidiosos y crueles los unos con los otros El afán de lucro era la norma y todos trataban de atesorar dinero desesperadamente” (pag 157)

Argumento: un simpático grupo de suicidas se reúnen para encontrar la mejor forma de hacerlo, cada vez se une más gente al grupo. Mientras van pensando la mejor forma de hacerlo, recorren el país y el norte de Europa en autobús, en medio de esto, la celebración de la vida.

Obra entretenida pero sin mayor intención que levantar una sonrisa y trata de cuestionar los valores occidentales, el fracaso personal y las exigencias vitales. Pocos llevarán a cabo su plan. Uno se apega más a la vida cuando la ve peligrar, llega a decir, en definitiva.

Humor por tanto, finés, ácido, negro, que levanta alguna sonrisa, pero que decae fácilmente por lo reiterado de la estructura argumental.

Esto me ha hecho pensar en la máxima de que cuanto más tenemos menos valor damos a la vida y cuánto más dura es esta, más nos agarramos a ella, pues apenas hay suicidas entre los países pobres. Los pobres no se suicidan. Mueren solamente, luchando por su vida mediante el trabajo como “las ciegas hormigas”.

10 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Entonces nos suicidaremos menos en el futuro porque pobres lo vamos a ser y mucho.
Eso lo saben hasta en el Congo.

Besos.

Begoña Leonardo dijo...

Pero que bien lo cuentas...
Besote

J. G. dijo...

brindemos para que el trabajo siga ennobleciendo

Susana Peiró dijo...

Querida Profe: permitime detenerme hoy en el placer de compartir letras con una aguda e inteligente Mujer, capaz no sólo de convertir sinopsis en joyitas, también de unir ambos libros en una excelente reflexión. Decía Ortega que vida es lucha entre las cosas, para sostenerse entre ellas. Probablemente cuando la lucha desaparece, aparece la finesa ironía, la desidia, el hartazgo, el “mal de vivre”…

Besos Amiga.

Anónimo dijo...

¡Pero que fina has estaO!

Anónimo dijo...

Ni morir, ni matarse.

Sí, deseo, quiero, disfruto...con:

Vivir y vivir "me", "os", "los", "te"...

Concha

almena dijo...

Estoy con Susana: qué eficaz forma de relacionar dos historias en apariencia opuestas.
Me ha atraído mucho tu sinopsis del primero de los libros. Voy a buscarlo.

un abrazo!

Candela dijo...

Pues es verdad lo que dices en tus comentarios finales. Alguna vez leí también que en los países muy pobres las personas no cogen depresiones. Luchan por subsistir y sobrevivir y dicen algo así como "No tengo tiempo para deprimirme".

Anónimo dijo...

Para unos el trabajo es un castigo; para otros una felicidad.
En este casto mundo, nadie esta contento.


Besos

mjromero dijo...

o ser pobre o suicidarse...
¿y no habrá una tercera vía?