jueves, 13 de enero de 2011

La calle del desamparo

La habitación que hace las veces de salón es un lugar poco iluminado. Las cortinas permanentemente echadas impiden que no entre más luz del exterior que la de una pequeña lámpara apostada en una esquina del salón que ilumina levemente el cuarto, por lo que tanto de día como de noche la luz es la misma tenue, mortecina,

Hay cinco mujeres en la pequeña sala, tumbadas algunas en el sofá ojeando unas revistas de moda, otras sobre la moqueta, repasándose las uñas o retocándose en un pequeño espejo el rostro.

Las horas pasan lentas y silenciosas, detenida en un tiempo de sombras y de espera, como si una tragedia se cerniese en el aire.

Cuando el timbre de la puerta suena rompiendo el silencio triste, las mujeres se incorporan. Abren los ojos las que dormitan, arqueándose como gatas perezosas de un falso sueño. Entonces la mujer que regenta el local aparece, con alegría de alcahueta abriendo la puerta de corredera, llamando a prepararse.

Las muchachas se ponen de pie como un ejército derrotado que en lugar de fusil se colocaran los tacones. Desfilan, una a una, frágiles maniquís frente al hombre que las mira. Intercambio de miradas, sonrisas fingidas, el saludo complaciente para desaparecer de nuevo.

La madame regresa para señalar a la elegida a la que tiende una bata blanca de enfermera. Le da una última mirada experta, le explica el servicio a la muchacha triste: luego coloca una llave en su mano y un preservativo en su bolsillo.

Julia sale erguida, inflando sus pasos de mujer vencida, saluda de nuevo al hombre, y se encaminan a la habitación.

- ¿Masage? – pregunta la chica.

El hombre se desviste, mientras se dirige al baño donde se deshace de la bata, abre los grifos y deja correr el agua del bidet. La mujer aparece ante él en corsé negro, la cara reluciente, el maquillaje deshaciendo su rostro de niña.

El hombre la espera tendido en la camilla. Hablará si es curioso o no conoce a la chica, ella responderá las mismas preguntas o se inventará otras diferentes. Hoy Julia cuenta mentalmente las mentalmente el dinero que obtendrá de este servicio mientras masajea la espalda al pobre señor rico.

Cuando le penetra no puede evitar mirar el reloj de la habitación y pensar con cierto aire de fatiga que en nada mentían las películas de prostitutas.

Sale y es de noche en la calle del desamparo, respira hondo el aire fresco y aprieta insegura el dinero en su bolsillo. Enciende el móvil. Nada. Ni una llamada perdida. Duda. Piensa que estaría bien llamarla, salir esa noche, invitarla a cenar, sentir la paz y la ternura que necesita.

Nadie. Le duelen los pies de los tacones. Insiste. Una voz anónima responde.

- ¿Te acabas de levantar? Perdona, estaba pensando, te gustaría salir esta noche, no sé...¿No? te invito yo, qué es entonces, Estás cansada. Yo, también… no, no estoy llronado, no me pasa nada especial. El trabajo como siempre, ya sabes, la mujer una lata, enfermita …

Julia coge el metro y mira sin mirar la cara de los desconocidos. Antes de subir a la casa entra en la tienda de la esquina. Compra fiambre y leche. Asciende los escalones hasta el quinto piso, como si la vida con veinte años le pesara, como si todo el dolor del mundo se agarrara esa noche a su cuerpo.

La casa desordenada, el gato maúlla. Julia lo estrecha entre sus brazos, le da de comer, lo colma de caricias. Luego se tiende en la cama, sin desvestirse, mira el ropero, las cosas inútiles que pueblan su cuarto, guarda el dinero entre las páginas de un libro y comienza primero en silencio y comienza a llorar con un llanto antiguo, desatado, inconexo.



Pintura: la toilette de Toulouse Lautrec.

18 comentarios:

LaCuarent dijo...

Duro muy duro amiga.
Besos

Pilo dijo...

Un relato muy duro pero no por ello pierde un apice de realidad
Besos

TORO SALVAJE dijo...

Me temo que con el tiempo dejan de llorar.

Besos.

emejota dijo...

La narración como siempre magnífica. La emoción que provoca, evidentemente triste. Siempre me hice muchas preguntas al respecto. Ya no. Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Cuando un alma sólo conoce como forma de derramarse, el llanto; tan sólo en gat@ desea transformarse.

Concha

Anónimo dijo...

Interesante, pero la protagonista lo toma como un castigo, cuando simplemente es una profesion.
Asi lo ve el Estado y se ha determinado que ellas deben pagar los impuestos correspondientes.

Besos

TARA dijo...

Sin palabras me has dejado Ico, pero no sin emociones... Que duro relato.

Besos,

Minombresabeahierba dijo...

Demasiado desamparo, demasiadas sonrisas fingidas, demasiadas palabras inventadas.

Poco llanto para tanta vida absurda.

Besotes

alejandra dijo...

Maravillosa forma de narrar la historia, gracias por acercarnos y dejarnos vivir unos instantes en otra piel.
Es una realidad dura, pero no podemos mirar hacia otro lado mientras.

José Viridiana dijo...

Interesante punto de vista...

Anca Balaj dijo...

Siempre me pregunto cómo se llega a eso. Supongo que hay mil maneras.

Ico dijo...

El tauromático no creo que lo tome como un castigo pero coincidirás conmigo que si es una profesión se acerca mucho a la de trabajo social por la labor humanitaria que hace pero no deja de ser la profesión más triste del mundo.. aún así, hay una parte, llámalo sentido ético, que me obliga a pensar en la dignidad de estas mujeres, en la soledad y ocultismo al que se ven abocadas...
Esta noche será el encuentro de blogueros en Lanzarote, en la cafetería Gran Via, en la medular deqA Arrecife... si hay algún o alguna rezagada de última hora que se apunte...allí estaremos sobre las ocho y media.. Feliz fin de semana a todos...

Jirafas en Gerundio dijo...

Unás amargas lágrimas

Belén dijo...

Los escritos de soledad son los más duros, porque te ves reflejado, siempre...

Besicos

Susana Peiró dijo...

Mientras el llanto esté presente, hay esperanza. Pero en el tiempo, ni siquiera queda ese consuelo. Se llevan las lágrimas, sin pagar por ellas, arrancan el corazón de una Mujer y la dejan vacía para siempre.

Conmovedor y desolador trabajo Querida Amiga. Muchas Gracias por publicarlo.

Maga h dijo...

Cuantos cuerpos vacios!
Cuanta real pornografía. Cuanta falta de verdadero deseo.
Hubiera jurado, al principio del relato, que era un texto ubicado en algún tiempo remoto, pero no... está aquí a la vuelta de la esquina.

Abrazos Ico y a contar como fué ese encuentro de Blogger!

alicia dijo...

Manchas de humedad en la pared, lluvia gris y un libro cuarteado. Leo tu relato y una tristeza densa me envuelve... La atmósfera casi se puede acariciar.
Un abrazo bajo el paraguas

Unknown dijo...

Que lindo haber llegado y leer lo que tienes para nosotros...