jueves, 30 de diciembre de 2010

Consuélate con el jodido amor


Una película es una sucesión de imágenes, de escenas concatenadas en el tiempo en donde abunda por encima de todo los diálogos. A no ser que sea japonesa y se hable poco. Pero todos estaremos de acuerdo en que un libro no es una película. Aunque algunos aún no sepan la diferencia y hagan un libro como si escribieran un guión de cine, y se queden tan anchos. Es decir, una escena tras otra, de diálogos, mucha conversación, en un lenguaje coloquial. Poco más. Lo peor de todo esto es que la gente los lee y encima piensa que es literatura, y les gusta.

Hablo de “El Consuelo” de Anna Gavalda. Un guión para una película que dice ser un libro. Entretenido, vaya. Como una película de mediodía de serie B de domingo. Debe ser que ahora como se lleva la mezcla de géneros, de realidad y ficción, novela y ensayo, este debe ser un nuevo género híbrido llegado de Francia, siempre tan novedosa. Algo así como: escriba usted un libro para todos los públicos como un guión de cine, no importa el estilo, hágalo del modo más rudimentario. Y claro Ana Gavalda lo hace, entonces podemos deleitarnos en su fino estilo.

“Flipó tanto que ni siquiera se atrevió a seguirla” (pag 357)

“Estaba de verdad perdidito. (…) le costó dios y ayudar encontrar la manera de abrir su puto saco de dormir y se quedó roque sobre un somier de moscas muertas.” ( pag 482)

Eso sí que el amor sea el tema central, por ejemplo la pérdida del amor como problemática única y que se resuelva con un encuentro, bucólico y pastoril, del amor al final. Que el lector no se preocupe por otros temas, eso de la dignidad, la justicia, la igualdad, bah, para qué tratar temas espinosos. Además, la revolución francesa ya se hizo, ahora interesa entretener, consolar de la pérdida de la dignidad, qué importa que cada vez seamos más esclavos o más temerosos, o más dirigidos.

Por eso en el “El consuelo” el protagonistas es guapo y ricos, pero hastiado, con ese hastío parisino, tan chic, de lo tengo todo y no soy feliz, hasta que encuentra a la mujer pobre y bella, rodeada de niños adoptados en medio de una granja derruida en las afueras. Todo muy bucólico, eso sí. A ellos no les afecta el paro, sólo les falta el jodido amor de novelas para ser eternamente felices.

Esto es lo que vende parece ser. La generalización de lo superfluo. Una dosis de romanticismo edulcorado y encontramos el grial que nos de el consuelo de la felicidad. En fin, esto ya no es una crítica de un libro, además la gente no lee libros en fiesta. Tampoco cuando se acaba la fiesta. La gente sencillamente no lee y si cuando lo hacen toman un guión de cine por un libro, se corre el riego de seguir pensando que seguimos estando en una película y que sólo basta esperar a que el jodido amor nos llegue para darnos la felicidad. Justo para mantenernos entretenidos con grandes ideales envuelto en pequeñas dosis de conformidad.

martes, 28 de diciembre de 2010

Antes de que la nostalgia haga mella


De vuelta a las Palmas. Atrás queda Lanzarote, la familia, la gran familia. Las comidas, las salidas por el callejón liso, los brindes, y beben y beben y vuelven a beber los peces en el río.

Arrecife, donde la luz a veces es tan clara e intensa que te obliga a ponerte gafas de sol dentro del restaurante. No, no es la resaca del día anterior.

Y sientes que allí la gente te mira a los ojos directamente, y sabes que estás más cerca de África que en ninguna parte.

Arrecife, donde nunca es recto el camino a casa porque callejeo en zigzag por cada uno de los rincones por los que he pasado, recordando las calles que huelen a sal y a mar. Escribo y recuerdo antes de que la nostalgia haga mella.

Pero vuelvo.

Volveré el quince de enero porque mi sobrina y amiga del diario de una miope ha decidido hacer una quedada bloguera en Arrecife para el quince de enero. No he podido resistirme. Así que les invito a tod@s las que puedan y quieran venir se acerquen ese fin de semana a visitar esta isla maravillosa en medio del atlántico. El encuentro será a las ocho y media en la cervecería Gran Vía en la Medular en el centro de Arrecife.

Les dejo unas imágenes realizadas por un artista, aunque él no lo sepa, bloguero de Lanzarote de su blog "huellas de arena" donde compagina música e imágenes de Arrecife muy buena a mi entender. Espero que las disfruten y se animen a venir y verlo desde cerca.

Imagen: la profesora chiflada y sobrina del blog que convoca, diario de una miope.

martes, 21 de diciembre de 2010

Los tres espíritus de la Navidad

Titubeante, con el andar de lado, y los ojos humildes y lastimeros el animal se acercó vacilante hacia mí. Sus ojos pequeños, de un verde tan claro que parecían amarillos me miraron. Estiré mi mano hacia él preguntándome de dónde había salido de esa forma y en medio de la noche. No tenía correa y el cuerpo era tan escuálido que daba lástima de sólo mirarlo. Debajo de la piel se podía tocar cada una de las costillas de su cuerpo.

Dejé de mirar la belleza de la luna llena sobre el mar, entre las montañas y estiré mi mano hacia él. El perro movió agradecido la larga y fina cola, y comenzó a olisquearme. Suspiré, sabía lo que aquello significaba. Mis perros se acercaron y lo olieron a su vez. Comencé a caminar hacia la casa llevándolo detrás. Noté que al caminar lo hacía con dificultad con el rabo entre las piernas. Era la viva imagen de la desolación. Entró conmigo y el resto de los animales a la casa, le puse algo de comida en la mano, por si llevaba mucho tiempo sin comer y movió débilmente el rabo. Después le miré el cuerpo con detenimiento y le acabé rociando con desinfectante. Estaba lleno de pulgas. Se dejó hacer mansamente.

Esa noche vino a visitarme el primer espíritu de la navidad. Vino en forma de mujer. Tenía el aspecto de una imagen renacentista, tal como la había imaginado Dante o Petrarca en sus poemas. Era la diosa de la lascivia, me dijo y venía a complacerme. No dije nada, cuando uno recibe este tipo de ofrendas lo mejor es no decir nada, tan sólo me dejé envolver por los agasajos y requiebros que la diosa me ofrecía. Esa noche fui llevada a los altares en un marasmo de placer y renovadas sensaciones. Sólo tenía que dar y recibir placer sin medida.

Pero el placer huero nunca satisface cuando se tiene un alma inquieta y pronto me cansé de la experiencia. La ninfa renacentista resultó posesiva y desenfrenada, adoraba en exceso mi cuerpo y sus ojos coléricos lanzaban llamaradas a cualquiera que se atreviera a mirarme. Gracias a dios, en mitad de la noche desapareció por el mismo lugar por el que había venido. Juré andarme con más cuidado la próxima vez que se presentara ante mi tan prosaico ser envuelto en bellas formas.

Cuando desperté el galgo, que resultó ser galga, seguía ahí. En algún momento de su corta vida alguien la había abandonado a su suerte y ahora estaba allí mirándome dulcemente. La pata delantera la tenía completamente deformada a la altura del peroné como si en algún momento se le hubiese roto y vuelto a soldar, quedándosele la pata herida torcida hacia dentro y de tamaño más reducido que la otra. Además de eso tenía la pata trasera a la altura de la cadera y del lado contrario encogida sin rozar el suelo, por lo que al caminar lo hacía de una forma curiosa, como si se balancease, tal un marinero cuando baja a tierra después de mucho tiempo en la mar. Era como mi sombra, me seguía a todas partes.

Esa noche me visitó el segundo espíritu de la navidad. Y vino de nuevo en forma de mujer. Pero esta vez, sin embargo, no apareció en forma de mujer exuberante sino envuelto en las formas de una joven inocente e inexperta. Soy el espíritu del amor, me dijo, y vengo a ofrecértelo. Vaya me dije, esto si que es tener suerte. El amor mismo viene a visitarme. Entonces me habló sobre la experiencia inenarrable del amor mutuo, de la inefable experiencia que era la entrega sin medida. Esa noche me dejé embelezar y arrullar por los cantos de sirena de la joven diletante. Pero a pesar de esto, y aunque de nuevo fui tratada como la diosa del olimpo, mi corazón no prendió en llamas de pasión, ni sentí todo aquello que me contaba la muchacha en flor. Lástima pensé, cuando me levanté de ese exiguo sueño la joven había desaparecido.

La perra dormía a mi lado. Temblaba como si en realidad tuviese sueños turbulentos y agitados. Esa mañana la llevé a la clínica veterinaria. El veterinario, un tipo joven que ya sabía de mis continuos encuentros con los animales, la miró con mala cara. Tenía el aparato de radiografía estropeado, pero por lo que se veía a simple vista, parecía tener la cadera rota por varias partes. Con lo que respecta a la pata delantera se le había fracturado en algún momento, y se le habían ensamblado mal los huesos. El costo de la operación podía ascender a todo mi sueldo multiplicado por dos. Sentí ganas de llorar. Quedamos en que me llamaría cuando estuviese arreglado el aparato de radiografía.

Esa noche apareció el tercer espíritu de la navidad. En realidad, no sé si apareció o yo lo fui a buscar. Necesitaba salir y divertirme. La perra, el dolor del animal y la desgracia del presupuesto me habían puesto en un estado melancólico nada apto para un sábado a media noche. La reconocí en el fondo del bar. Había bebido lo suficiente como para atreverme a acercarme a ella. Así lo hice. Eres la mujer más guapa de todo el bar, le dije. La muchacha sonrió entusiasmada. Tenía una mirada intensa y cautivadora. Me miraba de forma retadora. Bailamos e intenté besarla. Creo que conocía todas las artes para seducirme aunque en realidad se dejaba seducir. Nuestras miradas eran un combate de esgrima donde las espadas se mantenían en alto retadoras. Ella mantenía una estricta distancia, prometiéndome que me besaría cuando no estuviese bebida. Ah, me había enamorado, pensé en ese instante. Era la justa medida de mi corazón, suave y dura, seductora y seria.

Pero cuando me despertó ya no estaba allí. Juré que le había dado el teléfono, aunque si bien no recuerdo, tampoco me acordaba mucho de mi número. En una de las ocasiones me caí en medio de la pista. Creo que se avergonzó de mí en ese momento.

No volvió a visitarme ningún espíritu más esa Navidad. Pensé qué diablos podía haber significado todo aquello. Tenía que reflexionar. Había vivido tantas emociones esos días que me había olvidado de hacerlo.

La perra dormía tranquila en el sofá hecha un ovillo. Ya no gemía. Me acerqué a ella y le acaricié el lomo, su pelo era suave al tacto. Le dí un beso en la frente, olía a heno y a trigo.

Pintura: "las tres gracias" de Rubens

lunes, 20 de diciembre de 2010

Vida perra

Nunca dejaré de acostumbrarme a la soberbia y a la crueldad humana con las otras especies que habitan la tierra. La utilización, el maltrato, el abandono son sólo una muestra más del desprecio tan grande que sentimos por los animales.

En estas fiestas de amor y paz todavía se venden y compran mascotas a precios exorbitantes cuando hay tanto animal en las perreras a la espera de ser sacrificados si no los adoptan en un corto periodo de tiempo.


Como ya saben tengo un don para atraer a todos los animales abandonados de la zona, no sé qué perro agradecido corrió la voz, pero todos me encuentran cuando salgo a pasear a los míos al barranco. La pasada noche este animal, una especie de galgo vino en mitad de la noche hacia mí cojeando.


Era un perrita. No pude pasar de largo y darme la vuelta como siempre me recomiendan. Hoy lo llevé al veterinario, no tiene ni chip, por supuesto, tiene la cadera partida y la pata delantera rota. Además tiene en el cuello una marca de soga de haber estado atada mucho tiempo o de haberse intentado escapar.



No puedo ni imaginar la mente de aquél abandonó a esta cachorro de no más de seis meses o a aquél que lo atropello y se dio a la fuga. Mi imaginación está fuera de ese alcance.

Espero que alguna protectora de galgos o alguien con conciencia se haga cargo de esta perra a la que hemos puesto de nombre Molly. Si alguien estuviese interesado ya saben: nievesriver@yahoo.es

viernes, 17 de diciembre de 2010

Decálogo de cursilerías lésbico-amorosas


Este post no le va a gustar a mucha gente. Y menos a la autora que está en mi face. ¿Qué cómo está en mi facebook la autora? Y yo qué sé. Maldita manía de aceptar a todas las mujeres sin conocer a ninguna.

El caso es que fui a mi tienda de segunda mano donde compro habitualmente mis libros, y vi su nombre en una de las estanterías. Me suena, me dije. "La insensata geometría del amor " de Susana Guzner. Luego miré el argumento de la contraportada. Rollo lésbico. Bah. No suelo leer ese tipo de novela de temática lésbica. No suelen ser buenas. Pensé en devolverla a la estantería pero mi lado maligno se puso en funcionamiento. Bueno, si no siempre podré criticarla en el blog. Y eso es lo que me dispongo a hacer:

Primer aviso:¡ Dios, no compren este libro¡.Ni aún en una tienda de segunda mano. Si no quieren perder el tiempo. Ni el dinero.

Primer argumento: Nunca había leído tanta cursilería junta. Al menos desde hace treinta años (dios mío qué vieja soy) cuando leía a Corín Tellado. Pero si eres de las que les gusta las novelitas rosas, que de todo hay, estilo Victoria Holt o Nora Roberts, con muchos “te quieros” por páginas y “te querré hasta la muerte”, ésta es tu novela.

Segundo argumento: la trama no sólo es risible sino previsible. Mujer (lesbiana) conoce a mujer (hetero) en el aeropuerto por causas rocambolescas e increíbles, (algo de una bomba en el avión) deben pasar la noche en Venecia. Atracción fatal desde la primera noche, paseo por las calles de Venecia, (que debe ser algo así como el súmmum de todo romántico) cantos de violines en la cena y mucho sexo desenfrenado. Vuelta a España, conversación con los amigos gays. ¿Una hetero? Dios mío, pero si es monísima. Romance apasionado, presentación de padres idílicos a la novia hetero, celos por un novio que resultó ser invención de la hetero que no era tal. En fin, chorradas múltiples y y ñoñerías por doquier.

Tercer argumento: diálogos poco creíbles, superficiales y novelescos. Única temática: el amooor idílico otra vez (cuánto daño hace estas novelas a jovencitas sin criterio)

Cuarto argumento: Insalvable dogmatismo lésbico, clichés, y prejuicios de que ningún grupo se escapa para aumentar página.

La autora, argentina de nacimiento y afincada en las Palmas, Susana Guzner, según cuenta en la contraportada es psicóloga en comunicación y psicoterapeuta. Éste es su primer libro. En el facebook anuncia un taller de escritura para mujeres principiantes. ¿Debo apuntarme?



Pintura de Tamara Lempicka

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Vacaciones



El otro día pasaron esta película por el canal clásico. Digna de volver a verse. Un obra de arte.
Hoy empiezan oficialmente mis vacaciones.
Nadie sabe cómo las necesito.
En unos días de descanso mi cuerpo notará la diferencia.

lunes, 13 de diciembre de 2010

El juego


Marcos fue el último en apagar las luces de la oficina. Iba a abrir la puerta del ascensor cuando sonó su móvil. Era Raquel. Su voz sonó excitada y más baja de lo normal. Esta noche lo hacemos, le dijo en un susurro.

-¿Cómo?- Marco sintió que se le aceleraba el corazón. Quizás se refería a otra cosa. Pero antes de que pudiese preguntarle le respondió de nuevo.

- Tu juego, tonto.

No le dio tiempo a responderle. Había colgado.

El ascensor se abrió en ese momento. Apretó el botón y se vio reflejado en el espejo. Una sonrisa idiota le afloró en el rostro. Se sentía dichoso. Frente al espejo del ascensor se sonrió de nuevo. Se acarició el pelo con un gesto pensativo. Unas finas arrugas le surcaban la comisura de sus ojos.

El termómetro de la calle marcaba tres grados. Sin embargo, no sintió frió. Doblo la esquina la calle de la Palma y fue dirección Fuencarral. Había deseado tanto que llegara ese día que cuando entró en la lencería le temblaban los pies. Dudó entre el corsé negro o unas bragas y sujetador rojo. Finalmente se quedó con el corsé negro de encaje que resaltaría sus pechos.

En la casa cenó de pie y frente a la nevera. Estaba nervioso. Se bebió una cerveza en apenas dos tragos. Dejó el vino sobre la mesa de la cocina para cuando Raquel llegara. Tenía una hora para arreglarse. La ducha caliente le calmó un instante, lo justo hasta llegar al dormitorio y abrir el envoltorio de la lencería. Miró con detenimiento las braguitas negras, y el corsé, tocó su tacto fino, luego muy despacio, se las puso. Con cuidado colocó su pene hacia atrás, doblado entre sus piernas. Se enfundó las medias beige y los ligueros. Se acaricia con orgullo el nuevo tacto de sus piernas. De la parte inferior del armario saca una caja de zapatos de tacón.

Siente como su corazón palpita desenfrenado. Pero sabe que tiene que guardar la calma. Todavía le queda ponerse el vestido negro y entallado. De la parte superior del armario saca una peluca rubia.

Las manos le tiemblan cuando se enfunda el collar, los pendientes y las pulseras. Está deseando verse, pero aún le falta el maquillaje, una base no muy fuerte, luego el carmín, rojo encendido que marquen los labios. Se pinta los ojos con esmero, como hace siempre que está solo. Pero esta vez no será así. Ahora vendrá ella.

En el espejo del armario ve a una mujer sexy y guapa, con un brillo especial en los ojos. Llaman a la puerta. Anda con paso decidido y febril hacia la puerta. El sonido de sus tacones le hace sentir bien, se siente tan bien. Adora sentirse toda una mujer. Una mujer completa y sexy para ella.

Raquel la miraba de hito en hito desde la puerta.

- No puedo, hostia, no puedo.

Y sale corriendo. El ascensor se traga su último gemido. Detrás de la puerta Marcos se acaba desinflando como una muñeca de feria.


Pintura: autorretro de Francis Bacon

domingo, 12 de diciembre de 2010

Así soy


Me gustan las mañanas soleadas de sábado

y tener todo el día

Para estar sola

en mi mesa desordenada

y divagar

Perderme

Me encanta perderme

Soy infiel

Por naturaleza

Salvo cuando me enamoro

¡Pero es el amor tan breve¡

Me gusta reír

A carcajadas

Sólo sé hacerlo de esta forma

Ser mala mala muy mala

Aunque en el fondo soy buena

Me nace de dentro

Soy fácil muy fácil

en la superficie

¡Es tan débil la carne¡

Pero soy libre

Por eso no me alcanzas

¿Cómo hacerme entender?

Tengo más de lo que necesito

¿Películas?

Las creo todas en mi cabeza

como cuando era niña

yo era la guionista,

la directora, la primera intérprete,

la mejor crítica

Luego la representábamos en el colegio

Y los profesores se enfadaban

Era demasiado crítica

Culo inquieto

Alma de mal asiento

Rebelde con causa

Pero irresistible

Tentadoramente íntegra

Idealista y cínica

¿Contradictoria?

Sí.

Pero amiga de mis amigos

¿Podrías vivir conmigo?

¿Y sin mí?

¡Fustigadme¡

Soy guerrera

He combatido

en algunas guerras

Y combato todos los golpes

Siempre salgo inmune

Estoy acostumbrada

A la envidias

A las mentiras

A que me añadan más amantes

De las que nunca podré tener

Ni tuve

Me río

Pero desde ahí no puedes

oír mi risa

Porque si hay algo

que me divierte

Es esta vida

viernes, 10 de diciembre de 2010

Paraiso inhabitado


Me bebí este libro en dos días, justo el tiempo que el resfriado me tuvo aislada en cama. Pronto acabé olvidándome del resfriado y de todo lo que no fuera su lectura. Maravillosa Ana María Matute, qué capacidad de llevarte de la mano y recrear el mundo de la infancia de forma tan magistral.

En “Paraíso deshabitado” nos habla de la pérdida de la inocencia, y de ese lugar ya olvidado que es la infancia. Es por eso por lo que sus personajes son casi siempre niños, seres solitarios y perdidos en un mundo de adultos, que se encierran voluntariamente en busca de la magia de los cuentos de hadas donde todo es posible. La realidad, es por otro lado, extraña, incomprensible, fraccionada, e inevitablemente más chata y aburrida.

Los niños de Matute son siempre niños lectores con los que nos identificamos, niños solitarios, que se incomunican del mundo para disfrutar de la lectura. Niños que viven en un mundo que se desmorona y al cual no dan sentido ni significado. Son personajes al borde de la tragedia, puesto que llegará el día que, sabemos, despertarán de golpe para ser desterrados de ese paraíso inhabitado que es la infancia.

Matute recrea como nadie ese paso de la niñez, ese paisaje lejano y exótico del nunca jamás al mundo de los adultos, y lo hace con la maestría que le es propia, introduciéndonos en las vidas, en el pensamiento de sus personajes, sugiriendo más que afirmando, ofreciéndonos destellos de una realidad que, nosotros, como lectores, hacemos nuestra.

Esta es su genialidad, convertir sus recuerdos en los nuestros. Ana María Matutes, recientemente galardonada premio Cervantes, miembro de la Real Academia Española de la Lengua y una de las mejores voces narrativas de nuestro panorama literario, sabe ahondar con verdadera pericia en el mundo de los recuerdos, con fina sutileza, con ternura, entretejiendo la trama con unos personajes que acaban saliendo del libro para convertirse en humanos. Los vemos saltar, reír, llorar, fuera ya del libro y en nuestro cuarto confundiendo la realidad con la ficción.

Afuera está la guerra, los conflictos, las criadas, las clases, la incomunicación de los padres, la ausencia de verdad. Ella prefiere quedarse en ese paraíso inhabitado donde todo es posible, y nosotros, ávidos lectores, también.

Pintura de Henry Rousseau

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Hoy tengo la boca seca

Hoy tengo la boca seca

Como si todo un desierto me poseyera

Hoy tengo el alma por los suelos y

un puñado de abejas encabritadas en mi pecho.

Hoy mi cabeza dio de bruces contra el corazón

y se partió por medio

Bebo bebo bebo

Pero por más que bebo

no puedo saciar mi sed

hoy no soy río

sólo agua estancada

como si el alma me pesara

Y fuera arrastrando mi propio peso

domingo, 5 de diciembre de 2010

La mujer que buceó dentro del corazón del mundo



No existen las casualidades. Al menos, en cuanto al orden en que van cayendo en mis manos las lecturas. La semana pasada me regalaron “La mujer que buceó dentro del corazón del mundo” y al final de la misma, comienzo a leer otro libro con un mismo personaje como protagonista, un autista “El curioso incidente del perro a medianoche”. Así que iré por orden porque, aparte del hecho de que ambos libros están escritos desde la perspectiva de un narrador protagonista que tiene alguna especie de autismo, nada hay de parecido en ambos libros.
El primero trata sobre una niña autista que llevada por el amor a los animales, y especialmente a los atunes, se cuestiona el sistema de vida de los humanos y el trato que se tiene hacia ellos. Para Karen, la protagonista, primero es la existencia y todo lo que ello conlleva y luego el pensamiento. La tesis de partida es muy interesante, prestamos demasiada atención a nuestra psique dejando de lado nuestra mera existencia como animales. Una tesis que bien la podía defender una mujer manospata.
La autora, a través de las reflexiones lógicas de su protagonista, pone en entredicho el sistema social y humano centrado en la explotación y comercialización de los demás seres del planeta, consiguiendo que nos planteemos algunas cuestiones sobre nuestra propia posición en el planeta.
La historia se desenvuelve en una narrativa fácil, salpicadas de algunas escenas humorísticas y desencuentros curiosos, productos del uso de la lógica de la protagonista y de su incapacidad de comprensión de las metáforas. Pero a mitad del libro, su lectura desfallece, quizás porque se centra demasiado en el tema de los atunes y se vuelve repetitiva o porque la estructura sintáctica, queriendo imitar la lógica discursiva de un autista, se vuelve demasiado simplificada y pobre. Pero como tesis para los amigos y amantes del naturalismo o de la ética necesaria que deberíamos guardar con los animales no humano, es cuando menos interesante.
Por lo que se puede decir que consigue transmitir lo que quiere, pero para dar una opinión certera sobre la autora tendría que leer algo más de ella y saber si es capaz de moverse en otro registro más complejo y en un estilo más depurado.
La otra novela, “El curioso incidente del perro a medianoche” no parece defender ninguna tesis más que el entretenimiento o mostrarnos cómo funciona la mente de un autista. Nos presenta a un adolescente muy capacitado para las matemáticas que se propone investigar sobre la muerte de un perro. Libro de fácil lectura pero recomendado para los menores de 16 años por su claridad sintáctica y su sencillez expositiva. Pero sin mayor interés para los que ya peinamos canas. Destacar como llamativo los acertijos y problemas matemáticos que se insertan en el libro para aquellos amantes de las matemáticas que quieran ponerse a prueba resolviendo los enigmas matemáticos, a años luz de mi inteligencia.