viernes, 30 de julio de 2010

Presencias

De pronto siento que el pulso se me acelera y, el corazón, débil y malgastado por la espera se detiene. Entrecierro los ojos para discernir mejor la figura que se acerca de lejos. No puede ser, después de tanto tiempo, aquella manera de andar, aquella melena al viento…ahogué un quejido en el pecho.

La mujer, ausente de la angustia que acaba de provocarme, pasa de largo. Continúo andando, intentando sobreponerme al descalabro que acaba de sufrir mi alma. Me acordé de las palabras de mi padre cuando iba quejándose de una herida, “duélele tú más”.

Llovizna. Empieza anochecer y decido volver a casa, trastornada aún por la presencia.

Cuánto tiempo ya…

Demasiado. Y la herida aún sigue ahí. Tan fuerte como siempre.

Había empezado olvidando los buenos recuerdos, ya apenas me quedaban. Así, cuando algún amigo me recuerda algo que he vivido junto a ella, siempre creo que habla de otra persona, que le ha pasado a otra en un pasado, a otra de misma edad, con mi misma voz, pero no a mí. Pero asentía, sin sonrojo, mentía, sí, sí me acuerdo. Pero no me acordaba de nada, había decidido quemar todos los recuerdos, todo lo que oliese o viniese de ella, para poder sobrevivir sin ella.

Pero en cada rincón de la isla había una piedra, una esquina, una barca que la traía de nuevo a mí. Tenía que salir de allí, donde su presencia era constante.

Viajé sin rumbo, ebria de rabia y dolor, convulsa y deshabitada, hasta que un día, como hoy, creía ver a una mujer de espaldas que me recordaba a ella, que era ella. Y aunque la razón sabía que mentía, el corazón se desbocaba tras la desconocida, deseando que fuese ella en la irracionalidad de la desesperación.

Me dediqué a acumular sólo recuerdos crueles, mezquinos, busqué lugares comunes donde aprender a odiarla, donde ignorarla, quería aniquilarla en mi cerebro. Pero todo quedaba en el deseo, en el impulso que se deshacía antes de conformarse. No se deja de amar a nadie porque sepamos que será nuestro asesino. Ella era como las raíces de un viejo árbol que crecía, con más fuerzas, hacia abajo, hacia abajo.

Llegué a creer que todo desaparecería un día cualquiera, cuando me enamorase de nuevo. Amaría como entonces y ella acabaría diluyéndose. Pero esta misma obsesión me impidió amar, las raíces del viejo árbol había acabado por agrietar el suelo. Sentía mi vida como un pozo muy negro y muy hondo. Si se me alongaba a él podría precipitarme.

Así anduve durante mucho tiempo, habitada por su presencia, sin recuerdos. Toda mi fortaleza se desmorona en una única certeza, su presencia constante en mí. No siempre fue así.

Muchas me quisieron, con ese aspecto desvalido y terrible que confiere un mundo interior atormentado, me dejé amar. Ellas, intentaban llenar las urnas de amor nunca llenas, y yo, experta en tristezas, las complacía, las miraba dentro de los ojos y les sacaba la tristeza del fondo, también las tiranizaba, las adoraba, les decía la verdad y las engañaba. Las quise, pero sólo hasta dónde podía.

Porque en cualquier momento, sin quererlo, su presencia se imponía. Una palabra al azar, como si viniese de muy lejos, de otro tiempo o dicho por otra boca, una imagen similar y todo se volvía informe, quebradizo.

Cuando después de hacer el amor sentía un profundo deseo de llorar sabía que era por ella. Si me levantaba en medio de la noche, si odiaba, si negaba. Nunca conseguiría deshacerme de ella. Y la rabia me crecía por dentro como un órdago.

Vendrá, algún día vendrá, pensaba.

Y me odiaba porque hipotecaba mi presente en una esperanza inútil.

“Estúpida soñadora, sabes bien que no vendrá, ella nunca te quiso, Despierta, sigues esperando, consumiéndote, fingiendo que vives, que amas, que sientes, y que no te importa nada”.

Todo esto me decía aquella noche camino a casa, como si volviese de una vieja borrachera. Entré en silencio, sin encender las luces y me tumbé en la cama.


Pintura: "Raices" de Frida Kahlo



15 comentarios:

BO dijo...

lo inevitable.. qué dificil y duro

Bruja dijo...

Gracias por este relato… me vuelvo a sorprender de tu capacidad de nombrar lo hondo, lo duro y lo que no muere… un abrazo.

BUr dijo...

Tu lo has dicho, es el paradigma del amor loco... preferiblemte para ser leido o visto en film que para ser vivido...pobre Extranjera creo interiorizó, tanto esa presencia, o la idea del amor romantico que finalmente la destruyó, el amor cuando es asi

te diluye en dimensiones insospechadas (el infierno, sin duda)

Excelente relato Ico

Beelzenef dijo...

Siempre nos torturará el amor perdido, el que jamás podrá regresar

María dijo...

A veces la miopía es muy buena.

Maga h dijo...

Que bueno Ico, me hizo doler hasta las tripas. Claro que no es eso lo bueno, pero me transmitiste cada sensaciòn, o me las reviviste.
Por suerte, como decìa por ahì, en otro blog, hago ejercicios cotidianos, me tomo la pastillita correspondiente y Puff... desaparece y se olvida.

Nigerian Spam dijo...

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mjromero dijo...

Qué chuli la cabecera del blog, guapíiissssima.
y esta imagen que has puesto hoy de F. Kalo me encanta tanto que casi no podía leer porque se me iba la vista hacia él, ese convertirse.
Creo que tu 'cuento' de hoy son las hojas, falta el tallo, y la raíz.
Un abrazo grande.

Isabel Gil Jiménez dijo...

No puede ser. Me has hecho recordar el infierno, el mio, tan idéntico al que describes. Eso es horrible. Ojala, sea un pasado absoluto sin posibilidad de volver.
Un saludo y si es tu historia, lo lamento, sabiendo lo cruel que es.

Anónimo dijo...

Uf, Ico, justamente ayer lo hablaba con mis amigos. Lo que más duele es saber que nunca te ha querido y tú sigues enganchada a ella. Cuesta. Espero que sea parte de tu pasado o de alguno de tus relatos.

Victoria Dubrovnik dijo...

El amor es un animal, un animal salvaje e incontrolable, algo que se nos escapa de las manos... pero por el bien de la salud mental, hay que alejarse de imposibles, de acercarse a la realidad, de no generar esperanzas en algo que no puede ser, por mucho que nos empeñemos, y por mucho que idolatremos a esa persona...

Ays, el amor, qué complicado ;-)

Gran relato Ico. Como siempre ;-)

Belén dijo...

Es cierto,a veces no sé qué duele más, si los recuerdos o lo que nos deja en el alma...

besicos

alejandra dijo...

Los amores primeros, esos que se quieren por primera vez, que se entregan por primera vez... No dejan la huella, tan dentro que es difícil safarse de su dolor...
Muy bueno, Ico.

Ter dijo...

Me encantó, como siempre, la extranjera. Me viene a la cabeza una frase de una cancioncilla "fue siempre más féliz quien más amó" (del resto de la canción mejor no acordarse...porque creo que es el Hey..de Julio Iglesias).

Ter dijo...

Esa tilde en feliz se escribió sola, no he sido yo, lo prometo!!!