domingo, 6 de junio de 2010

La extranjera XIV

Navidad. La tarde cae y estás aquí sentada frente a la ventana abierta. Oigo las voces de mis hermanas y de mi madre abajo preparando la cena. A veces quisiera ir y mezclarme en su conversaciones banales, cercanas, pero algo se quiebra en mí.

Mi hermana se asoma al cuarto y me ve escribiendo.

- No eres feliz- me dice- te hace falta una así- dice separando sus manos.

Ahí queda reducida su filosofía, su percepción de mi, una “así” haría cambiar mi actitud y mi forma de pensar.

-Tú que sabes si tengo una- he dicho a bocajarro sin pensarlo.

-Será artificial. No es lo mismo.

Luego se ha ido, sin cerrar la puerta. Hoy no he llorado. He pasado el tiempo escribiendo y mirando el techo del cuarto. Mi madre me ha llamado para que baje a cenar. Nada más ver el banquete sobre la mesa me di cuenta de que no tenía hambre. Intenté evitar la mueca de desagrado ante los trozos de cabrito que me sirvió mi hermana mayor en el plato y que siempre me recordaban al primer animal que perdí, y que, horas después estaría sobre la mesa. Siempre ante la carne de cabrito vuelve la imagen de mí, corriendo por los sillones del recibidor, gritando desgarrada con el animal en brazos sin comprender por qué debía sacrificarse para la cena.

Aparté el plato y sentí de nuevo las miradas cayendo intermitente sobre mí, por turnos. La de mi madre desde el fondo de la mesa, la de mi padre, mis hermanos, mis cuñados formando todos ellos un cuadro jugadores de barajas, impertérritos

En el centro de la cocina hay aún otra mesa pequeña, la de los sobrinos adolescentes y la hermana pequeña con su amigo, retraído. Uno de ellos se acerca y me pregunta.

- tú cuando me regalas en Papá Noel o en Reyes.

- En Reyes- contesto.

Al otro lado de la cocina se oyen a los pequeños entrando y desapareciendo en las habitaciones.

- Prefiero comer otra cosa, ¿no hay gambas?- digo finalmente.

- Ponte de pie - me dice mi hermana mayor, no tienes buen aspecto, estás demacrada.

Me levanto con desgana, no digo nada.

- No me gusta esa malla, pareces un paje o un arlequín.

Vuelvo a sentarme sin decir nada. Pelo las gambas sin levantar la vista del plato. Un perro la husmea bajo de la mesa.

- ¿A dónde vas a ir luego?

- Al parque será. – respondo

- ¿A dónde va a ir ella si no? Responde rápida la madre- a los sitios donde ella se mete.

Pintura: Sol ardiente de junio de Frederic Leighton,

10 comentarios:

El Drac dijo...

Casi siempre sucede que existen personas distintas de la gran mayoría; que son catalogadas de enfermas o de extrañas, pero que en definitiva no pertenecen a lo común y corriente

Ter dijo...

Cuanto cuesta encontrar "el hogar". A veces la esperanza está en un parque.

alejandra dijo...

Lo cotidiano, al final esas cosas son las que echaremos de menos

Candela dijo...

"Una así" y otros arreglos emocionales. Qué facil resulta consolar-animar-arreglar a una mujer. En fin, una historia cotidiana :)

muchacha en la ventana dijo...

A veces estamos en esa isla a solas y parecen que todos son extraños a nuestro alrededor. Se suele oir esa frase "una así", y que será se queda una imaginando.

un abrazo Ico

yo misma dijo...

Con lo sencillo que sería el remedio y ella pensando en escribir..desde luego..hay cada rarita por ahí..;-)
un saludo.

Pena Mexicana dijo...

Me da gusto leerte de nuevo... eso quiere decir que estás mejorcita.
besitos

Begoña Leonardo dijo...

se me encoje el corazón, pues sé perfectamente cómo puede sentirse...

Besos

BluEmoOn dijo...

Sentí algo extraño al leerte, me siento identificada contigo, por muchas razones.

A veces nadie ve las cosas como uno así que ánimo, que todos tenemos nuestras cosas raras... aun que algunos no lo demuestren...

Un abrazo en la lejanía.

te sigo!

felicitat dijo...

Nací en junio, como la pintura, geminiana, cosa rara dicen...

Un abrazo!