lunes, 21 de junio de 2010

El secreto

Mi tía abuela murió anoche. Mi hermana me llamó desde buena mañana para contármelo. Mientras hablaba me di cuenta que en el jardín ya habían florecido las adelfas y que un jilguero revoloteaba de rama en rama. No atendí muy bien a lo último que me dijo, algo sobre la fecha del entierro, creo, la volveré a llamar más tarde. Luego he desayunado recordando la última vez que la vi en la cama de un hospital. Estaba triste y abstraída, como sólo ella sabía estarlo. Pienso si era su forma de ser tan delicada y sin querer molestar a nadie lo que le impedía decirnos a todos que nos la llevásemos a casa a morir tranquila. Recordé con exactitud lo último que me dijo y pensé si aquello no había cambiado en cierta manera mi concepción de la vida. Mientras desayunaba en el jardín y oía débilmente el cantar del jilguero entre las ramas pensé que si no había querido, en cierta manera, que yo fuera la depositaria de su secreto.

Mirando sus manos rugosas, sus venas recorriendo la piel tan pálida le dije espantado la sombra de la muerte de sus ojos que me casaba y me iba a vivir fuera. Entonces me miró fijamente a los ojos, conocía aquella mirada que me indagaba, que buscaba más allá de mis palabras. No dijo nada, permaneció un instante en silencio como si reflexionase o buscase en el pozo profundo de los recuerdos. ¿Te habla al corazón? Me dijo al fin.

Sonreí, me alcé de hombros, qué quieres decir, claro que lo quiero, respondí. No dijo nada, su rostro brillante, pétreo, la piel ya convertida en cera o en cuero definitivamente como una máscara antigua, hacía tiempo que había dejado de desear o querer nada.. No te pregunto si lo quieres o no, me dijo al fin, apoyando su blanca y arrugada mano sobre la mía, sólo si te habla al corazón. Esto es muy diferente. Entonce le pedí que me explicase la diferencia al iguall que le pedía un cuento de pequeña.

Asintió, le costaba respirar entrecerró los ojos y comenzó.

Me casé con mi difunto marido enamorada, al menos eso creía, era un buen hombre, atento, discreto, inteligente, cariñoso, y sobre todo, me quería con locura. Con él nunca supe lo que era la preocupación, ni tuve motivo de queja nunca. Me creía una mujer feliz, satisfecha con mi suerte, la vida no me había dado hijos pero, afortunadamente mi hermana tuvo tantos, que siempre tuve el cariño de sus hijos y especialmente, de sus nietos.Sin embargo, después de unos años de casada sentí que algo me faltaba, de alguna manera pensaba en mi fuero interno que la vida no era todo eso, o que, al menos para mí no podía ser sólo eso. Algo se me escapaba, no sabia qué ni donde, pero algo estaba esperando fuera y no atinaba a saber qué.

Lo descubrí una noche en un baile. Había estado toda la noche bailando, que si mi marido me dejaba, claro, eran otros tiempos, yo bailaba con quien me lo pedía, además a él no le gustaba bailar. Estaba radiante, por un momento me sentí algo mareada, y salí fuera al jardín dejándolo con el resto de los hombres. Caminé un trecho entre las flores del jardín, olía a rosas y lilas, nunca lo olvidaré. La noche era cálida y serena, me fui alejando del ruido, podía oír la música a lo lejos. Es extraño como algunos recuerdos son tan nítidos, podría decirte hasta la música que sonaba entonces; casi había llegado hasta el final del jardín, ya podía oír las olas de la playa más cercana al otro lado de la verja, cuando oí una voz, primero muy débil pero que, luego acabó imponiéndose a todos los demás sonidos. Me quedé allí sin moverme, sin saber qué hacer, no podía avanzar e interrumpir lo que parecía una conversación apasionada de dos amantes, pero tampoco quería irme, así que me quedé quieta, oyendo lo que la mujer decía y sintiéndome una intrusa.

El hombre que ame, decía, deberá quererme por encima de todo, con arrojo de cuerpo y mente, porque sólo así yo quiero y respeto, debe quererme más que a nada ni nadie, más que a los propios hijos, más que a sí mismo, que con su mirada me posea, que me haga sentir suya, porque yo sólo quiero sentirme suya, ser poseída desde la distancia, desde la cercanía, que me haga sentir la fuerza de sus lazos a cada paso, y pueda gritar que es mío, mio, como yo seré suya y de nadie más. No quiero ser decente ni buena, no quiero ser lo que se espera, porque yo no espero, yo arrebato, yo robo, y si es de otra y siento que él me habla al corazón ,no tendré ningún reparo en llevármelo porque sólo a mi me pertenece como yo a él.

La voz del hombre sonaba apagada, el viento la arrastraba y no podía oír sus quejas. Pero la voz de la mujer era clara y fuerte como las olas. Me quedé allí un rato más, luego sentí que se iban, me dí cuenta de que temblaba, mis piernas temblaban y no era de frío, sentí que mi corazón palpitaba.

Vi la sombra de una mujer de mi edad alejarse hacia la fiesta, caminaba presurosa, decidida. La seguí con la mirada, sus palabras aún retumbaban en mi cerebro, era como si naciese y viese mi propio nacimiento, como si alguien me hubiese dicho, de pronto, que el cielo era rojo y las flores azules, y yo lo creyese a ciencia cierta, porque la vida tomaba sentido para mí en esos colores y en esa forma. Aquella era mi voz en otra voz, eran esas mis palabras que podía haber dicho yo si hubiera sabido decirlas. Las palabras de aquella mujer me habían trastornado sin remedio, sentí que me hablaba de algo que hasta entonces, apenas había atisbado, pero que, sin embargo, no había vivido nunca y ahora se me desvelaba de repente. Me sentí asustada, frágil, pero con una determinación fija, mis piernas empezaron a caminar detrás de la desconocida. ( continurá)


Pintura: La habitación roja de H. Matisse.

19 comentarios:

frida dijo...

a menudo escuchamos nuestros pensamientos en boca de otr@as. Atreverse a reconocerlos es un primer paso hacia la valentía...Haz que siga a esa mujer, seguro que la lleva hacia descubrimientos interesantes.

Candela dijo...

Me gusta mucho la pintura que ilustra este post. En el post no leo la palabra "pasión", pero la veo por todas partes. Espero la segunda parte para asegurarme (o no).

Ter dijo...

Las meigas, xanas, anjanas antes de morir donan su sabiduría a "su heredera"... seguro que no publicarás las palabras mágicas, bruja!

Begoña Leonardo dijo...

Haces que mi imaginación vuele y me lleve a rincones de mi propia existencia, que me cuestione e interrogue. Espero ansiosa más...

Besitos.

Anónimo dijo...

esperaremos..

Morgana dijo...

estoy con Candela:la ilustración es preciosa!

Pues nada, a esperar.

Besos.

emejota dijo...

Ideal ilustración. Quedo a la espera. Te comentaría tanto que prefiero reservarme para la segunda parte. En esto del amor tiendo a diseccionarlo tanto que me lo acabo cargando. Un abrazo.

alejandra dijo...

Y qué pasará si se calla... si ese que habla al corazón de sume en el silencio...
Espero la continuación

Unknown dijo...

Acá me quedo esperando...quiero leer más.
Besos.

Beelzenef dijo...

Es temible cuando ves que tu dulce estabilidad se destruye en apenas momentos, sin siquiera verlo llegar

Victoria Dubrovnik dijo...

A veces, necesitamos el reflejo, el espejo, para ver donde estamos, y quienes somos... A veces un juego tonto, es justamente las palabras espejo, y que te devuelvan lo que estas diciendo... Es sorprendente, porque no tenemos, a veces, conciencia de nuestro propio discurso...

Me has quedado con ganas de más :)...

Y eso sí, un beso y el abrazo más fuerte del mundo para que se lleve la tristeza del día :)

yo misma dijo...

hablarle al corazón..pero qué bonito..y se fue detrás de aquella mujer..¿qué más?..¿qué más? cuenta..cuenta..

Belén dijo...

NO me dejes asíiii nooooooooooo

;)

Besicos expectantes

la cocina de frabisa dijo...

Parece que la historia que cuenta tu tía abuela es interesante, espero, pues...

un besito, Ico

Jirafas en Gerundio dijo...

No queda otro remedio, tic tac tic tac, tic ta tic tac, esperaremos pacientes. (pero date prisita)

Unknown dijo...

Hola ICO, tu historia me ha introvertido un poquito.. he recordado a la fuerza algunas cosas que, sin duda, merecen la pena ser recordadas de cuando en cuando y forman parte del mapa genético. Gracias.

Anca Balaj dijo...

Un amor que te habla al corazón es un peligro. Un gran peligro al que hay que tirarse de cabeza, sabiendo que un día se esfumará.

Xun dijo...

Jaja, qué bueno, por lo inesperado. Y tanto mejor para tu tía abuela porque con alguien que anhela poseer, ser poseida, que se cree la dueña de una persona que le atrae, que se cree con derecho a hacer lo que sea para hacerse (y en su caso conservar, seguro) lo que cree suyo, que pretende ser el centro y maxima prioridad de la otra persona...eso hubiera sido una pesadilla! Tanto que entre eso y el marido afectuoso pues yo me quedo con el marido.

leito dijo...

esa sensacion solo lo he tenido una vez y fue cuando vi a alejandra la primera vez en persona.