lunes, 26 de abril de 2010

La extranjera VII

Son ya las ocho. Ya debe estar al llegar. Las flores aún no se han marchitado, quizá debería cambiarle el agua, sí quizás sí. ¡Cuánto he envejecido¡ No reconozco mi cara de hace unos meses. El tiempo, dicen. No, cambiamos nosotros.

¡Cuánto hemos pasado¡

Es cierto lo que dice Olvido, mi rostro tiene algo de trágico, los ojos hundidos ,quizás o las mejillas de este color pálido y ceniciento. En ocasiones me descubro mirándome al espejo y saludándome, hola ¿cómo estás? me digo, como si el rostro que llevo y que no me veo, fuera distinto a mi, como si fuera otra la que me vive dentro. Esta sorpresa también me llega cuando me observo, al descuido en algún escaparate, por la calle. Aunque sé que soy yo, no puedo dejar de percibirme como un anacronismo, en lo que soy dentro y lo que soy fuera. Fue Olvido quien descubrió antes que nadie esta grieta.

-Yo no soy toda tu vida, lo sé. Estás tan metida en ti. Eres una carretera, una línea paralela en la que a veces nos cruzamos, pero nada más.

-Tu también- le digo amodorrada en su pecho, después de hacer amor.

-No, Julia, yo te siento toda. Tu eres una vía paralela, - me respondes con esa voz tibia que se te queda - ¡estoy tan metida en ti¡ A veces, me cruzo, como por descuido con ella.

-Lo siento, no sé que me pasa, sólo sé que en ocasiones lo de afuera no existe, ocurre cuando tú me ves, como dices en vilo, en el aire. Camino, pero no percibo, tan sólo siento un mar en mi. Luego, otras veces no estoy en mí, sino fuera en las ventanas, en las puertas, en las baldosas, en las aceras. Me siento como una calle o una plaza, soy todo eso, y no es metáfora, unas veces me contemplo desde dentro y otras desde fuera.

-Tienes la capacidad de crear mundos y te trasladas al que quieres, y yo nunca sé cuándo vas a despertar, cuando volverás a mí. Si hoy estás en una carretera fuera de servicio, o en una autovía. Nunca sé qué piensas. Es un martirio.

Me rebelo contra esto, siento, que es la persona más importante de mi vida, que la quiero aunque a veces no sepa como hacerlo.

-Muchas veces no pienso- le digo- Tan sólo siento, una manera extraña de sentir. Siento, pero no con ninguno de los sentidos que conozco, es como una observación empática, de dentro afuera, de muy dentro a todo lo de afuera.

-Las parejas nunca se conocen.- respondes levantándote- Lo nuestro es una relación de necesidad mutua, tú me devoras a mi y yo a ti.

-No exageres, tengo muchos problemas es lo que pasa. Nada más. Aún no sé de dónde voy a sacar el dinero para pagar la matrícula, cómo voy a vivir. Tú lo tienes todo resuelto.

-Ya sabes que de lo que mi madre me manda la mitad es para ti.

-Ya lo sé, Olvido, pero no es eso, necesito, y no es por orgullo ganarme la vida por mí misma, saber que puedo aún alimentarme a mí misma.

-Sí y dar por culo a tu madre, también.

-También.

10 comentarios:

alejandra dijo...

Sí, y dar por culo a tu madre también... Me encanta, Ico, cuando pensaba que ya no lo podías hacer mejor, vas y nos sorprendes!

BUR dijo...

creandose y destruyendose,para luego volver a hacerse....

Ico, tengo un resacón- contento!!
besos

emejota dijo...

Toda una disquisición filosensual escrita con sensibilidad.
De todos modos, y desde la distancia que da la edad: Ufff, que tranquilita le suelen dejar a una los años. Me produce cierto regusto doloroso volver a recordar esos estados de ánimo. ¡Qué bien que ya pasaron! Un abrazo.

sinblog dijo...

Bienvenida de nuevo (a la autovía independiente de su casa)
Besos

Maga h dijo...

Me ha gustado!
Sensibilidad a tope!

Susana Peiró dijo...

Acaso extranjera en el propio cuerpo y hasta quizás en la propia vida.

Te sigo Profe.

Un Abrazo!

Anónimo dijo...

eL FINAL DE ESTA PARTE...Sublime. (Y escatológico)

maslama dijo...

¿cuándo se pasa de dar por culo a una madre, a echarla de menos? eso sí que es la vejez..

besos,

Beelzenef dijo...

Esta vida es muy extraña, y nunca sabemos cuando podremos conocernos a nosotros mismos. Mucho menos a la persona con la que podemos compartir nuestra vida

la cocina de frabisa dijo...

Bueno, hay personas que necesitan crecer para fastidiar a otras, incluso a su propia madre.

No estoy de acuerdo, por supuesto, pero ese no es el tema.

Me apena que su orgullo no le sirva para ser más y mejor por ella misma, mientras piense así, no tendrá paz.

un beso, Ico