lunes, 29 de marzo de 2010

La extranjera II



He ido a la agencia y he comprado un pasaje de tren para Praga. He paseado por sus calles y me he dejado llevar por la belleza de esta ciudad dormida. No he escrito nada en mi cuaderno, sólo un nombre, Praga. Cómo si nunca hubiese estado allí, como si nunca hubiese recorrido la casa de Kafka ni el puente de Carlos IV o me haya detenido a mirar el agua turbia del Moldava. Pero yo sé que estuve allí, auque mi cuaderno esté en blanco y nunca te cuente que bebí más de la cuenta y acabé con una botella de Becherovka en la habitación del hotel con dos jóvenes, y que hablamos y confundimos nuestros cuerpos en la oscuridad sin necesidad de entender las palabras, como vagabundos que se encuentran y se reconocen en un idioma universal.

Pero hoy pienso si no fue un sueño que estuve allí y te busqué en sus calles porque ya estoy de vuelta en este tren donde sueño con nuestro encuentro.

Sucede así, Tú irás a recogerme a la estación, o quizás sea yo quien espere. Pero tú estarás ahí, sentada en ese banco que ahora miro. Me acercaré silenciosa hasta ti y me sentaré temblando a tu lado. Será en ese instante cuando pierda las fuerzas o las recobré, justo, cuando me mires y me digas lo que sientes. No diré una palabra, atenta a que seas tú quien me hable: nuestros ojos se batirán en duelo de espadas y no habrá vencidos ni vencedores, sólo dos cuerpos deseantes que se acercan. Si ha de ser que sea de una vez y para siempre, y si ha de acabar que sea esa noche la última de ellas. Que tu ardor sea tan fiero que te ciegue, y que tus ojos me digan antes que tus palabras lo que sientes.

Sueño con que la mañana me despierte arrullada por tu voz a medianoche, tendidas cuerpo a cuerpo y sentirte tan cerca que parezca que nos rozamos, pero eso aún no será, porque quiero deleitarme en ese momento que vendrá.

No pretendo tener prisas, ni tocarte aún, sólo estar muy cerca y que sientas el calor que desprende mi cuerpo gritando deseo deseo deseo. No apartes un solo instante tus ojos de los míos. Persigo ver la marea del deseo ascender en el aire, pero no me acaricies aún, no quiero que lo hagas inmediatamente, déjame desearte aún más. Déjame soñar el sabor de tu boca, el tacto de tu piel bajo mi cuerpo.

Y sentir tu mano en mis caderas antes de que la hayas puesto y presenciar agazapada por encima de mí misma cómo mi cuerpo se deshace por tenerte, y gritarte al oído, sin palabras, en un soplo que te quiero.

Ambiciono no dejar de mirarte ni un instante, porque si dejo de hacerlo, mis temores arrastrarán mis manos torpes hasta tu cuerpo.

Déjame soñarte así, intocada, expectante, incierta.

Porque cuando la caricia se pose en la piel ardiente un volcán se desatará en mi frente y no habrá límite que me detenga ni espacio que me contenga.

Porque cuando nuestros cuerpos se estrechen se abrirán los océanos, se derramarán las fuentes, se disolverán nuestras bocas y después de más de un milenio se encontrarán nuestras pieles olvidadas.

En ese instante las manos se convertirán en seda y nuestro cuerpo festejará el encuentro mientras nuestras piernas se entrelazarán buscando el centro. Y así, fundidas en un abrazo de llama o lava desearé detener el tiempo o morir en ese instante. Es en esa noche sin fin que ya espero, donde nuestras partes perdidas se encuentran y nuestras almas se revelan para siempre.

Pero tú no has ido a buscarme. En la estación sólo hay gente diferente, gente que va y que viene, que no me busca y que no me encuentra. Y aquí estoy otra vez sola, sola yo y la máquina. Ay, cómo te he buscado en las calles de Praga, en el café y en el metro de Paris, en el mar de Lisboa y no te hallé. He sido una loba herida buscando en otros cuerpos en otras bocas, pero tú no estabas en ninguna parte. Ni en las noches frías de Praga ni en esta estación perdida de Nuremberg. Aunque yo siga aquí esperándote en esta cafetería donde no vendrás.

Miro a la gente pasar y comienzo a esperar, como siempre he hecho, incluso cuando pensaba y creía que no esperaba. El camarero me trae una cerveza que bebo como si mi amada se retrasase y esté jugando conmigo misma a enfadarme. Pero la gente viene y se va cargadas con las maletas. Aparto los ojos de los besos y los abrazos de los otros y espero, el corazón en el estómago, imaginando que aún puedes venir, que es sólo un retraso. Pero la realidad es que ahora estoy sola yo con la máquina, sola hablando con la maquina, sola arrastrando la máquina. Y la máquina retumbando en la habitación vacía, multiplicando el eco de este cuarto del callejón del molino. Sola con la máquina vaciándome, deshojándome, la máquina terapia, la máquina llorando llanto, seco. Julia sola con la máquina porque tú no has venido a la estación a buscarme, porque nunca me quisiste y nunca te quise.


Imagen: dos mujeres con flores de Gaugin.

12 comentarios:

alejandra dijo...

Creo que despues del capitulo siete de rayuela es lo mejor que he leido... intimista, cercano... delicioso

Minombresabeahierba dijo...

Me hizo recordar a Penélope, la de Serrta.

Ah Praga, me falta conocerla para saber si es más bella que mi Budapest...y si la siento algo mía...

No se quien se sorprendería mas, si Kafka o yo...supongo que ël visitando mi casa...jaja

besos

emejota dijo...

Cuanta pasión, cuanta emoción, cuanta frustración pareja al deseo. Un abrazo.

Beelzenef dijo...

Desgarradora pasión y desencanto al no encontrar el objetivo de semejante deseo

Bur dijo...

El holandes errante que no puede dejar de errar y errar hasta que no halle fuera lo que ya habita dentro

La Maga dijo...

Las mujeres no deberían esperar en ninguna estación y menos con la sospecha íntima de no ser esperadas.

((Pero muchas veces, se toma el tren de las confirmaciones))

Muy buen texto.

Charm dijo...

Coincido en decir que es de lo mejor que he leido de Ud. Parece escrito con las tripas y el corazón valiente y desnudo.
En mi día de hoy, tristón, esto me llega... me llega, me llega.
Creo que yo habría acudido a la estación. No me gusta que pasen los trenes de mi vida y perderme ese viaje posible....

Belén dijo...

No sé si serán las hormonas o mi implacable estado de hoy pero... dios, me has emocionado!

Será que estoy enamorada de Lisboa...

Besicos

Anónimo dijo...

El deseo no culminado,sea donde fuere, reconcome más que aturde.
Tremenda, como siempre.

mjromero dijo...

Una espera así solo puede ser imaginada, un cuento mientras se espera algo indifenido, me ha gustado el ritmo in crescendo y chafff!

maslama dijo...

qué triste, ico

Mari Triqui dijo...

"nunca te quise"... esa frase final... no sé si creerla...
Cuánta pasión y deseo... ¿por qué somos capaces de imaginar más de lo que puede llegar a ser?... me he quedado triste...
Besos, ESCRITORA!!