viernes, 29 de mayo de 2009

Los matrimonios van en bicicleta pero cada cual en su rueda

El sol iba cayendo con placidez sobre mi espalda, Podía darme un último baño, pensé, pero con lo remolona que era para entrar en el agua, no lo haría si yo no la acompañaba. Así que, me quedé como estaba, saboreando la tarde soleada y absorta en mi lectura, sin apenas apercibir como la playa iba poco a poco despoblándose. No esperé mucho, al cabo de un rato apareció alegre y hablando por el móvil. La saludé de lejos, mientras doblaba, con la solapa de la portada, la página por donde estaba leyendo. Extendí la toalla azul en la arena para que se sentara. Todavía hablando por teléfono, le tendí el bikini que saqué del bolso mientras se deshacía de su ropa de trabajo. ¿Me verán? Me dice. Qué importa, respondo. Estará muy fría el agua. Que no, está deliciosa, yo ya me bañé, estaba esperándote.
Mentía, como era habitual en mí, el agua estaba helada y por eso entré gritando para espantar el frío. Desde la orilla me mirabas excusándote, si entro seguro que me pondré mala, me dices. Que no, te digo, ya sumergiéndome, pero tú me miras como si esperaras que yo te disculpase de entrar en el agua. Está buenísima te grito. Y es cierto, después de tres minutos que el cuerpo se aclimata, el agua fresca relaja tu cuerpo y lo menos que sientes es frío. Pero ella aún no lo siente, debe ser porque es de secano y le cuesta, por eso nado hasta a ella. Si metes la cabeza, le digo, no sentirás frío. Pero tu cara es un poema y, antes de que te arrepientas, pongo mis pies en tu cintura. Pónmelos tú a mí. Te digo. Y así, entrelazadas formando una barca flotante sonríes al fin feliz. Mientras damos vueltas en círculo entrelazada pienso que pronto vendrá el verano y todo será diferente, y será como al principio y volveremos a girar en la misma rueda, y tú no me dirás más que ando metida en mí, y todo será más fácil y reiremos como ahora, convertidas en balsa flotante, enredadas pies y manos meciéndonos por la suave corriente, mientras, mis manos, como remos, hacen girar el tiovivo marino que hemos inventado.
Mis dedos aspas o remos se alzan alegres y se encuentran en el aire con los tuyos. Siento una caricia metálica y de pronto tu cara de pánico. El anillo, me dices. Y yo sonrío porque pienso que estás bromeando, porque a veces me haces esas bromas crueles. Pero tu cara sigue gritando y yo grito también asustada. El anillo, me tiraste el anillo, el anillo, gritas, desencajada, y veo como tu rostro se descompone en una mueca de terror y dolor y me precipito y buceo dando rápidas brazadas hasta el fondo, pero aunque el agua está clara mi miopía me impide ver claro. En el fondo la arena ondula ocre y fina y siento que mis pulmones no pueden más y me asfixio y me impulso hacia arriba. Respiro, pero ya no estás delante de mí, sino que estás a diez metros de distancia. Pero qué haces ahí, te grito, mi anillo, respondes llorando, mi anillo. Entonces advierto que es la corriente la que nos ha separado y nunca sabremos dónde se fue el anillo de casadas. Me sumerjo una y otra vez inútilmente buceando en el azul y pensando por qué coño dios me hace esto. Y su cara es tan triste que no puedo soportarlo. No llores le grito porque no soporto ver cómo sufre. Era sólo un anillo, le digo, sin entender porqué está tan triste. Pero ella sigue llorando, arrugando el rostro como una niña inconsolable. Para ti no significa nada, pero para mí sí, me gritas desesperada, mientras tapas tu rostro lleno de amargura. Claro que significa, te digo, pero siempre podemos comprar otro. No. yo quería éste, dices, deshaciéndose tu boca en un nuevo llanto, este es el que yo quería, el que siempre me acompañaba, el que me gustaba ver, el que acariciaba y manipulaba en mi dedo. Toma te doy el mío, le digo y me mira con mayor espanto. No, el tuyo es tuyo. Pero a mí no me importa, respondo. Y eso ha sido aún peor, ha vuelto a llorar de nuevo diciéndome que, de esa manera, se sentiría peor sabiendo que yo no lo tenía.
La playa se ha ido vaciando y nosotras seguimos en el agua, ella llorando desconsolada y yo buceando en la nada sin comprender porque de pronto la tarde se ha roto. Al final, asumida la idea de que nunca lo encontraremos volvemos a la arena, mientras nos secamos, miramos en silencio el mar. No he sabido qué hacer, ni qué decir, ni cómo consolarla. Después de un largo silencio me dices: se lo ha tragado el mar. Como siempre, respondo, pero es romántico, intento añadir para arreglarlo, se quedará para siempre en esta playa que nos gusta tanto. Hubiese preferido pasearlo por el mundo, respondes apenada

miércoles, 27 de mayo de 2009

Desde Laponia


Querida amiga:

Me he ido a vivir a Laponia. Siempre me atrajo este lugar frío y blanco donde su nieve constante me transmite la pureza que ando buscando. Me es insostenible vivir más en esta isla. Hay quien me dice que no es para tanto, que apague la tele, que no lea las noticias pero, la noticia, que supongo no ha llegado a tu tranquilo país, está en la calle. No hay nadie que deje de hablar de ella. Intentaré explicártelo lo mejor que pueda para que lo entiendas:

Imagínate a un hombre entre rejas. No es un simple ladrón. Es un ladrón político, subespecie tristemente en aumento en nuestro país. Imagínate un hombre que cumple condena por comprar votos a políticos, daños al patrimonio histórico, malversación de caudales públicos, daños a la Hacienda Pública, a la Seguridad Social. Un hombre, como puedes, ver sin escrúpulos, que entre otras fechorias, con la excusa de abrir un Complejo Agroindustrial en la isla se embolsa millones de euros que pide, amparando en su cargo al banco .

Aún así, este hombre es indultado de algunos de estos cargos cuando gobernaba el PP. Este político es real y algunos le llaman ya San Dimas, porque aunque de santo ,como ves, no tiene nada, la gente le sigue aún votando y defendiendo; digo yo, si será por las siglas de su partido: P.I.L (Partido Independiente de Lanzarote) aunque nunca nadie me respondió cuando pregunté por la ideología del partido. Pero esto es otra historia, porque desgraciadamente en esta isla, se sabe que quien se mete en política siendo pobre sale siendo rico, y que quien empieza como político acaba como fructífero empresario. No acabaría hoy enumerándote los muchos casos que conozco.

En fin, a lo que iba, el tal Dimas, personaje ladino y taimado donde los haya, no solo no deja su partido, que es él y un grupo de empresari, sino que gobierna desde la cárcel y a través de sus hijos, a quien coloca en instituciones señeras de la isla como el ayuntamiento o cabildo. Pero amiga, y esto es lo peor, ¿crees que la clase política lo defenestra? ¿Crees que lo excluyen y apartan de la política? No. Hasta el partido socialista, por el birviloque de la ley de pactos, pacta con él en varias instituciones, como si no conociesen la ralea de persona que es.

En mi ayuntamiento de Arrecife cogobiernan juntos pero, es que no te imaginas qué concejalías pidió para aceptar gobernar. Sí, sí, la de hacienda, la de urbanismo y la de contratación de empresas. Exactamente las que manejan dinero. Es como poner a un ladrón de director de banco. Pues bien, parece ser, que desde allí tenía su central al estilo mafioso para pedir a cambio de favores políticos millonarias comisiones. Y esto muérete,parece que era un rumor entre los vecinos.

Pues bien, hace dos días estalló la bomba. La policía, que llevaba un año investigando la trama, a instancia de un empresario que denunció, entro en el Ayuntamiento y se llevó detenido a varios políticos y concejales, entre ellos la hija del Cesar, perdón, de Dimas. Minutos antes habían cogido infraganti en una cafeteria a la mano derecha de San Dimas recogiendo un maletín con cien millones de euros de un empresario.

La noticia ha revolucionado la vida tranquila de la isla y anda la gente revolucionada. No hay lugar donde no se hable de la corrupción existente, de las comisiones millonarias, de que se deberían investigar otros ayuntamientos. En fin, también hay quien después de todo sigue defendiendo al pobrecito Dimas.

Y este suceso ha sido el que ha colmado la gota de agua, el que me ha hecho pensar en Laponia y su manto blanco. Porque, mi niña, la vida aquí cada vez es más difícil. Más difícil esconderse en la burbuja y aislarse de tanta ignorancia y mirar a otro lado y olvidar que somos la comunidad con más parados de toda España, la comunidad con el índice de pobreza relativa más elevada de todo el Estado Español, aunque a su vez sea una de las que más dinero recibe de los fondos europeos. La comunidad con la cesta de la compra más cara de todo el país, la comunidad con más abandono y fracaso escolar, la comunidad con mayor porcentaje de malos tratos a las mujeres, la comunidad con mayor porcentaje de embarazo de adolescentes… y podría seguir… y seguir pero me canso.

Estoy cansada. En dos días será el día de Canarias, los políticos y los trajes populares saldrán a defender una idea de no sé qué. Y no tengo cuerpo para esto.

Desde Laponia.

Una Lanzaroteña muy cabreada.

lunes, 25 de mayo de 2009

Ecos de sociedad


Alicia mira de nuevo el reloj. La ejecutiva regional para elegir delegados para el próximo congreso en Madrid se demora más de la cuenta. El delegado de Comunidad aporta en esos momentos sus delegados a la lista. De nuevo sólo hombres, se va a armar, se dice Alicia, hoy no embarcamos. Con el codo le da a su compañero que escribía mensajes sin parar.
- Van tres delegaciones y no han nombrado a ninguna mujer. De vergüenza.
Su compañero de Servicios Públicos se alza de hombros y sigue escribiendo un nuevo mensaje. El salón de actos esta casi al completo. La gran mayoría son hombres; mujeres justo el 20% necesario para que se desarrolle el congreso. En el escenario la mesa de la ejecutiva parece tan adormecida como el resto de los participantes. Tiene posesión de la palabra el compañero de la federación de transportes públicos.
-Tengo que salir a llamar un minuto- le dice Alicia a su compañero.
El hombre asintesin levantar la cabeza del móvil. La mujer atraviesa los asientos rojos de salón de actos y empuja la puerta de la aseguradora que les ha cedido el local. Recorre los pasillos y sale a la zona de fumadores. Abre el bolso con ansiedad y saca a la misma vez el paquete de cigarrillos y el móvil. Le duelen los pies. Marca un número a la vez que enciende el cigarrillo.
- Carlos soy yo.
- Ah.- la voz detrás al otro lado del teléfono suena adormilada
- ¿Ya comieron?
- Sí- responde desganado.
- ¿Viste las albóndigas en la nevera?
- Sí- responde
- Vale. Déjale algunas a tu hermana, no te las vayas a comer todas.
- Sí- pesada- ¿Cuándo vas a venir?
- No lo sé Carlos, tengo el pasaje para las siete, pero si esto se atrasa tendré que cambiarlo. Ya te llamo.
- Hoy tengo que pagar el gimnasio
- Mira a ver… en la mesita de noche me parece que había veinte euros… cógelos.
La mujer se despide de su hijo y corta. Apaga el cigarrillo y se encamina de nuevo al salón de actos. Nada más entrar se pregunta de nuevo qué hace allí perdiendo el tiempo. El reparto de delegados continúa. Su compañero sigue sin levantar la cabeza del móvil.
-Seguro que no es a tu mujer- le dice Alicia, clara y directa como una bala.
El hombre la mira, sonríe, con una sonrisa estúpida.
- Es una amiga de Madrid.
Alicia no responde. Siente el estómago protestar porque desayunó demasiado pronto para coger el avión a las siete. Le toca el turno a la Comunidad Autónoma. De nuevo un listado solo de hombres.
- Oye, oye que estamos solo nombrando a hombres… acuérdense de la paridad- dice la secretaria desde la mesa de la Ejecutiva Regional.
Murmullo de voces. Menos mal, se dice Alicia. El representante de la Comunidad Autónoma que tiene la palabra protesta.
- A ver, que nosotros ya aportamos en el congreso pasado… que cedan ahora otras delegaciones que no lo han hecho.
El representante de la administración local de Galdar, a quien le toca el turno, se siente aludido.
- Nosotros no tenemos a nadie en lista -protesta.
Algunas voces se levantan para profetar. Cada delegación se siente aludida. Se arma la bronca. Todos hablan a la vez y ya nadie respeta el turno de palabra. Nadie quiere dejar de ir a Madrid. Una voz de mujer, la representante de residuos sólidos, alza la voz y pide que se respete la ley y el turno de palabras. El representante de Correos levanta la mano tímidamente. La mesa pide calma. Alicia se enciende y está a punto de estallar.
- Parece mentira- grita airada.- mejor les diera vergüenza. Un sindicato de izquierdas y todavía seguimos perdiendo el tiempo en esto.
El corazón se le acelera. De pronto se hace un silencio que acalla los murmullos.
- Nos tratan a las mujeres como basura- continua Alicia- ¿Que se puede esperar de ustedes? ¿Qué se puede esperar, si ni siquiera ustedes respetan la ley? Alicia mira a las gradas con desprecio- ¿Y ustedes son los representantes de los trabajadores y trabajadoras? Siento vergüenza ajena.
La mesa pide calma Hay que cerrar las listas en menos de una hora. La compañera tiene razón. Hay que llegar a un consenso. Alicia se desploma agotada en el asiento, el pulso temblándole, a punto de salir de allí para siempre. Su compañero la mira, asustado.
- Oye, a mi no me dejarás sin ir a Madrid, ¿no?

sábado, 23 de mayo de 2009

La magdalena de Proust



Cuando viví en Madrid tenía un placer del que nunca me he sabido ni querido desprender. Adoraba las mañanas de Rastro. Me encantaba perderme entre los puestos de libros de segunda mano y rebuscar pequeñas y antiguas joyas literarias que nadie parecía apreciar, al menos su vendedor, y que para mí eran un tesoro. Esa afición, veinte años después, sigue latiendo en mí. Solo que ya no vivo en Madrid ni el Rastro es lo que era, tampoco yo.

Recuerdo esas mañanas mágicas cuando salía del Medeas amaneciendo, y en vez de irme a dormir, me encaminaban en dirección al Rastro. Más de una vez imaginé, entre los efluvios aún del alcohol que abajó, muy debajo de la calle Ave María, se vislumbraba el mar. Otras veces me acompañaba mi amigo Lenon, el gay más moderno de Madrid, y mientras, él encontraba modernísimas ropas de segunda mano en los puesto de los gitanos, yo rebuscaba libros y comic.

Hoy ha vuelto a mi memoria aquella época porque Mimí me ha dicho.

- Estas más feliz que en el rastro ¿no?

Y no he podido negarlo. Llena de polvo y descalza rebusco entre cajas de libros. Y es que hoy ha venido la propietaria de la casa a llevarse sus enseres personales que permanecían empaquetados en el garaje. Como vive en la península y no tiene intención de volver a las islas me ha pedido que le guarde unas pocas cajas y que me quede con los libros si quiero. He disimulado mi alegría, intentando no mostrar un entusiasmo excesivo, no vaya a ser que me suba el alquiler por la dosis extra de alegría.

Me ha faltado tiempo para apresurarme a registrar las cajas de libros. Allí encontré gran cantidad de libros, sobre todo libros de bolsillo, novelas románticas, históricas, de intriga pero sobre todo best seller. Es decir, todos esos libros en los que nunca reparo en las librerías ni en bibliotecas y que jamás me compraría. Allí estaban apilados unos a otros, Ken Follet, John Grisham, Dan Brown, Noah Gordón, Perez Reverte, Matilde Asensi, Antonio Gala, Victoria Holt, etc y me he configurado un rápido perfil del tipo de lectora que era la dueña. Entonces me ha acordado de un refrán o quizá era un proverbio que dice que “no hay libro malo que de él algo no aprendas “o algo por el estilo.

Así que he decidido no tirar ninguno de ellos, tampoco podría. Algún estante encontraré para ponerlos y tal vez, en las largas tarde de verano, comience a leer alguno para saber porqué se venden tantos Código da Vinchi o Pilares de la Tierra. Quién sabe, quizá alguno me atrape o tan solo sirvan para rellenar la sección “libros de los que puedes pasar”.

La dueña ha hecho hincapié en que no tire por favor la Enciclopedia Británica que le costó tanto. Y me he detenido ojear alguno de los 23 tomos de la enciclopedia cuya primera edición era 1786.

- No me digas que con todo lo que hay que hacer te vas a poner a mirar la enciclopedia británica- dice Mimi abriendo mucho los ojos.

- No, no …- digo- como cogida en falta, mientras simulo limpiar el polvo a las tapas de la enciclopedia.

Pero el colmo de la alegría ha sido cuando he abierto una de las cajas y he encontrado oh éxtasis total, una numerosa colección de Tintín, Asterix y Mortadelo y Filemón. Ha sido como la magdalena de Proust. He evocado en un instante el placer de la infancia. Aquellas tardes de domingo. Lo recuerdo perfectamente. Mi madre nos daba el dinero justo para el cine a mi hermana pequeña y a mí, y después de ver Tarzán o el Zorro siempre quedaba una pequeña cantidad que nos debíamos repartir a medias. Ahí, justo en ese instante comprendí que la vida es una elección y que ésta elección siempre trae dolor. Debía elegir entre las golosinas, que mi hermana compraba con su parte y sin dudarlo, o el tebeo. Remoloneaba un instante, desconsolada por lo que sabía ya la ausencia de las golosina. Siempre acababa comprándome el tebeo. Hoy sentada en el quicio de la puerta, he recordado a esa niña sentada en la acera de mi casa leyendo un tebeo una tarde de domingo. Justamente lo que voy a hacer en este instante.