viernes, 9 de octubre de 2009

Toro



Todo comenzó con los animales. Al principio nadie le dio importancia. Incluso se bromeó sobre el asunto. La primera en atacar fue una leona a la que dieron caza en dos días. Nadie supo si se había escapado de un circo o si algún particular la tenía enjaulada.
La policía la encontró en medio de la noche con los ojos encendidos y a punto de abalanzarse sobre ellos. Descargaron cuarenta ráfagas sobre el animal acorralado y se fueron.
Ese mismo día las noticias anunciaron que un toro se había escapado del redil y tenía atemorizado a todo un pueblo. Seguimos la caza del animal desde el salón de mi casa, mientras comíamos, con el volumen del televisor bajo como mi madre quería. Clío jugaba con sus cajas de colores, ausente y distante en su mundo impenetrable, cuando vimos la imagen de toro correr hacia las cámaras.
Entonces ocurrió algo que nos dejó a todos boquiabiertos. Mi hermana pequeña despertó de su letargo y levantó su dedo señalando hacía el televisor. Mi madre se levantó tan rápido que dejó caer la silla del comedor hacia atrás. De pronto habíamos dejado de mirar al televisor y al toro acorralado para mirar a mi hermana pequeña pronunciar su primera y última palabra. Toro.
Mi madre corrió hacia ella a abrazarla pero mi hermana había empezado a llorar y a mover el cuerpo hacia atrás y hacia adelante como hace siempre que algo no le gusta. Aún así, mi madre, desde ese día, no perdió la esperanza, cuando aún había esperanza, de que Clío mejorase y se convirtiera en una niña como las demás. En la pantalla pudimos observar como el toro, antes de morir bajo la descarga de la guardia civil, embistió a tres de ellos.
Debí intuir o ver un indicio de algo aquel día, pero nunca nadie sabe nada, y menos yo, me hubiese imaginado nunca lo que sobrevendría después. Todo comenzó ahí, creo que en cierta manera los extraños comportamientos que comenzaron a tener los animales tuvieron algo que ver con la mejoría de mi hermana quien nunca había mostrado interés por nada ni nadie. Pero mi hermana no mejoró y la noticia del extraño proceder de los animales dejó de ser noticia para ser una pesadilla.
Los enjaulados enfurecían hasta acabar estrellándose en los barrotes hasta morir, los que podían, escapaban sin atender a las voces de los amos. Esa misma semana una manada de caballos salvajes asaltó las autopistas provocando numerosos accidentes. Tan solo unos horas después una jauría de perros hermanados con lobos aterrorizó a un pueblo entero.
Los acontecimientos no remitieron, sino todo lo contrario, los animales comenzaron a atacar mortalmente a las personas de manera irracional. Algunos científicos discutían el origen en el extremo calor que estaba haciendo por aquellas fechas. La temperatura había alcanzado ya a los treinta grados en pleno octubre y todos estábamos más irascibles y nerviosos de lo habitual. El exceso de calor tenía efectos agresivos en los animales salvajes, decían. Cuando la temperatura bajase todo volvería a la calma, pero nadie creía demasiado en esta teoría.
El día que los pájaros en bandadas atacaron un autobús escolar el gobierno estableció el estado de alerta. Los colegios fueron lo primero que se cerró luego vino el resto.
Las noticias que nos llegaban eran confusas, hablaban de una extraña alteración producto del calor pero, lo cierto es que nadie podía dar una explicación al comportamiento tan extraño de los animales. Raro era el día que no supiéramos de la agresión de algún animal doméstico a su dueño. Cuando las bestias comenzaron a organizarse y a actuar en manadas se implantó la ley del terror.
Entonces se decretó el estado de excepción. En un principio el gobierno intentó ocultar los muertos pero pronto fue inevitable. La gente temía salir a la calle y los animales se apoderaron de la ciudad; llegaban de todos lados, enseñando las fauces y reclamando su parte de territorio.
La gente comenzó a armarse por su cuenta y se formaron algunas cédulas para exterminarlos, pero todo eso fue imposible, ellos eran más fuertes y numerosos. Parecía que los animales hubiesen despertado de una vez y por todas de su estado de esclavismo y sumisión.
El temor nos ha paralizado, nadie se atreve a salir a la calle que se ha convertido en una selva de asfalto, hace tiempo que se han detenido las fábricas y los aeropuertos. Clío y yo vivimos en la oscuridad más absoluta y en el comienzo del caos. La tele y la radio han dejado de funcionar. Las últimas noticias fueron confusas y escasas, hablaban sobre la rebelión de los animales, sobre la venganza de éstos.
La comida escasea y pronto se apagará la luz en toda la ciudad. Mis padres no volvieron nunca. Las calles están llenan de muertos y solo oigo el sonido de la noche mientra amanece. Se vislumbra sobre un poste una bandada de pájaros que esperan. Oigo el sonido metálico y lejano de unos cascos de caballos galopando en la calle desierta. Desde la ventana un toro aguarda sobre el motor apagado de un coche. Cuando amanezca Clío y yo saldremos a buscar comida o a servir de pasto y presa a los animales que acechan.

14 comentarios:

María dijo...

Estremecedor. El relato y la foto.

Candela dijo...

Podría ocurrir y a veces me parece lo más justo. Menos mal que ellos siguen ahí dándonos su autenticidad salvaje en la selva o amable e incondicional a nuestro lado. La foto es terrible, no puedo mirarla. Un beso.

Beelzenef dijo...

Mi pesadilla es despertar una mañana y encontrar un mundo como éste. Aterrador

mjromero dijo...

Cuántas veces el hombre es el animal más bestial para el hombre...,
es un mundo de violencia y lucha por sobrevivir,
ahora es una lucha metafórica y no tanto, pero vuelto el mundo al revés lo vemos más claramente, es lo que ha hecho este cuento: mostrarlo.
Un abrazo.

farala dijo...

me ha encantado!!! fabulosa recreación de un mundo distópico y me ha recordado mucho un cuento del que, para mi, es el mejor narrador de historias cortas, julio cortazar... (la de la autopista del sur). enhorabuena Ico!

without dijo...

Curiosa metáfora, animales que toman el poder "sometiendo" a la clase humana...

Besos

Anca Balaj dijo...

¿Sabías que los toros lloran? Con lágrimas.

Así es como deben sentirse los pobres animales frente a nostros, cada día. Incluso matamos sin sentido, por la simple costumbre de matarlos: un insecto que pasa por la acera y es visto por un humano, rara vez escapa, rara vez ese humano pasa de largo sin aplastarlo gratuitamente.

Tantaria dijo...

Ufff, con el maltrato animal no puedo. La foto es durísima, pero aún más ver cómo disfrutamos con el sufrimiento ajeno, en especial de los que no se pueden defender.

maslama dijo...

hahaha me ha encantado.. la gatera, convertida en una jaula de tigresas

besos,

dintel dijo...

Genial, el cuento.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por este relato que has creado para mi titulo. Genial!!

TARA dijo...

Que bueno Ico, me encanta. Podría dar miedo, aunque miedo deberíamos sentir nosotros por haber creado lo que hemos creado...

Muy bien Ico!!

Besos Tara

Ico dijo...

Farala coincido plenamente contigo, Cortazar es de los mejores narradores de cuentos cortos..
gracias a todos...aún vendrán más..

Pena Mexicana dijo...

Me uno al club de las que no pueden mirar la fto. ¿El relato? simplemente de lo mejor que has publicado, genial. ¿Hasta dónde piensas mejorar? ¿me firmarás un autógrafo cuando seas más famosa? besos