viernes, 21 de agosto de 2009

El galope líquido



Ana Expósito abrió los ojos en mitad de la noche. Había soñado que una salamandra le hablaba al oído y se había despertado empapada en sudor. Oyó los animales removerse nerviosos en el cercado. Hacía días que el calor era insoportable, pero aquella noche parecía que la tierra ardía. Se levantó a tientas sintiendo la tierra caliente bajo los pies y encendió un candil. Olfateó el aire como una animal al acecho, podía oler el maizal muerto en la pradera, el augurio de un estío reseco, estéril, como ella misma. Las cabras la miraron en la oscuridad mientras llenaba una tanqueta de agua. En la espesura de la noche entre zarzas y piedras emprendió el camino hasta Santa Catalina. Tenía que llegar antes de que amaneciera.
El padre Andrés no vio a la mujer arrebolada en un pañuelo negro que se acercaba como un ánima. Ave María, dijo desde la puerta trasera de la iglesia. Sin Pecado concebida, respondió el cura sacudiéndose el polvo de la levita. Qué te trae tan de mañana por aquí.
Barruntos.
Dolores se levantó con el estruendo y vio espanto en los ojos de su marido. Qué fue, dijo. Pero Juan permaneció mudo. De nuevo un sonido sordo como un trueno multiplicado por diez acalló todos los ruidos. La tierra se había movido. En la calle la gente andaba de un lado para otro preguntándose qué había sido, la armada, los moros, nadie acertaba. Salían de las casas temiendo que se les viniese abajo y acudían en busca de refugio a la ermita. Los cabras que habían estado balando todo la noche, los perros ladrando, son acallados por otro nuevo estruendo.
Del cielo empieza a caer un polvo fino, ceniciento que cubre los cuerpos y la cara de la gente. Los niños asustados por los fragores lloran. El cielo parece que quema, se derrite y se desfleca en cenizas.
Es la Caldera del cuervo, gritó Juan, señalando a lo alto de la colina. Por la boca de la montaña comienza a salir piedras de fuego, ceniza y lapilli. Todos miran a la ladera por donde comienza a discurrir como la miel derretida la lava ardiendo. El padre Andrés pide calma y oficia una misa. Permanecen así, ateridos e implorantes toda la noche a cubierta en la ermita. Afuera la lluvía gris continúa.
De Mazo, Testeina y demás pueblo del derredor llegan campesinos con el rostro negro, las ropas sucias y cenizas, entrando de rodillas, asustándose los unos de los otros, convertidos de pronto, en demonios negros de ojos encendidos.
En la plaza los campesinos parcos en palabras, empiezan a hablar como si las voces pudieran aplacar los estruendos que se suceden. Un pastor llegado de Mazo relata, en medio de la concurrencia, como acudiendo a refugiarse de los temblores de la tierra en una cueva donde guarda el ganado, se le apareció su difunta mujer en una de las grietas que se abrió en la gruta. Y cómo con miranda furibunda, hablando en una extraña lengua de galimatías, le había maldecido.
Algunos hombres jóvenes, que habían salido en retén hasta Caldera del Cuervo, llegan contando con grandes aspavientos como el fuego salía de la montaña y como en un galope líquido discurría imparable montaña a través.
Los primeros que empezaron a caer fueron los animales, asfixiados por el sulfato que desprendía el suelo. Los olores del campo, de millo, del pescado tendido al sol, ya han desaparecido bajo el olor penetrante de fuego quemado y azufre.
Un mensajero cabalgó hasta la villa para entregarle al regidor una misiva del Padre Andrés donde le cuenta los hechos y que las cosechas de granos están perdidas. Durante la tarde se abren dos bocas más de fuego en las montañas contiguas. El pueblo está cercado.
El mensajero vuelve al día siguiente con una respuesta explícita. Había que salvaguardar el grano de Santa Catalina, guardar la mayor cantidad de grano en el granero para ser exportado a otras islas. Nadie debía salir de Santa Catalina.
El padre leyó las órdenes en medio de la plaza en una oscuridad terrorífica. Los campesinos que han visto las cosechas muertas y quemadas, y como se morían los animales por el camino, estallan en sollozos. Algunos emprenden la huída.
El Padre Andrés encontró a Ana Expósito en su cueva, rodeada de las cabras majando el trigo. Tú viste lo que iba a pasar, le dijo. La mujer de ojos de fuego no lo mira. La que sólo habla lo que es preciso asiente.
Qué será de nosotros.
Fuego y luego piedra será. Nada de lo que conocemos aquí permanecerá. Santa Catalina y demás pueblos quedarán sumergidos bajo el manto del galope líquido. Hay que emprender la huída.
El Padre Andrés escribió la última carta al regidor anunciándole que, ante el peligro inminente y creciente miedo de los campesinos, algunos habían iniciado ya la partida. Emprendieron la marcha ese mismo al día.

(El uno de septiembre de 1730 se iniciaron una serie de explosiones que sepultaría a una cuarta parte de la superficie de la isla de Lanzarote, y algunos pueblos habitados como Santa Catalina, Mazo Timanfaya, Los Rodeos, Mancha Blanca, Jarretas, Tingafa, Mozaga, Iguaden desaparecerán sepultado.
El volcán continuó explosionando y derramando lava hasta 1736. Hoy en día bajo las montañas del Fuego reposan estos pueblos perdidos)

12 comentarios:

Carina Felice, Photography dijo...

Por favor, puedo VER las fotografias de escenas desgarradoras en tu relato, rostros desencajados entre las sombras, llantos y coraje. Que don para las descripciones Ico...cuanto disfrute entre tus letras!
besos,che......wow...tengo las fotos.....:)

alejandra dijo...

La verdad, para mí una historia sabida, pero jamás me había sumergido en la historia, no hay con lo que no puedas. Felicidades.

Pena Mexicana dijo...

muy fuerte Ico, muy bueno... tengo la sensación de que has ido cambiando (para mejor) desde que comencé a leerte :)

Isabel dijo...

Un relato impresionante, tenía conociniento del hecho, pero nunca tan bien documentado. UN BESO

Anca Balaj dijo...

Y aún no creemos los dueños del mundo. Y nos repartimos las tierras como si ellas fueran nuestras, no nosotros suyas.

Candela dijo...

Muy bonito y bien ilustrado este relato, Ico.

(Me gusta leer este blog pero su lectura me cuesta mucho. Normalmente tengo que copiar el texto y ponérmelo en Word para leerlo bien. ¿Si separaras los párrafos con una interlínea? No sabes cuánto te lo agradecería, Ico...)

Un beso muy grande.

Ico dijo...

Candela lo tendré en cuenta, normalmente separo los párrafos en 1.50 lo serpararé en el próximo relato en dos. un saludos. Gracias de nuevo a todos los que me leen...

Lena de mar dijo...

buuufff... yo que hace poco estuve en Lanzarote, he vivido este relato con mucha intensidad. Preciosa recreación... abrumadora!!

Abracitos salinos

P.D.: y Morgana de vacaciones, seguro que le gustará leerlo.

Maga h dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Maga h dijo...

Uff!! Me hizo transpirar el relato, no conocía el hecho, de modo que llegar al final y saber que fue verídico me planchó.

Muy bueno!!

MAGAH

adriana rey dijo...

Qué fuerte este relato, y qué fuerte la realidad. Lograste una descripción envolvente y atrapante. Felicitaciones.

Lola - Aprendiz dijo...

Relato con identidad ,en clave de Ico, que se ayuda de la descripción para cumplir con un buen objetivo, enseñarnos algo de historia.
Gracias por compartir tu talento.