lunes, 3 de agosto de 2009

El amante y el amado



En primer lugar, el amor es una experiencia común a dos personas. Pero el hecho de ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para las dos partes afectadas. Hay el amante y el amado, y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y extraña, y este conocimiento le hace sufrir. No le queda más que una salida, alojar su amor en su corazón del mejor modo posible; tiene que crearse un nuevo mundo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente. Permítasenos añadir que este amante del que estamos hablando no ha de ser necesariamente un joven que ahorra para un anillo de boda; puede ser un hombre, una mujer, un niño, cualquier criatura humana sobre la tierra.
Y el amado puede presentarse bajo cualquier forma. Las personas más inesperadas pueden ser un estímulo para el amor. Se da por ejemplo el caso de un hombre que es ya abuelo que chochea, pero sigue enamorado de una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw, hace veinte años. Un predicador puede estar enamorado de una perdida. El amado podrá ser un traidor, un imbécil o un degenerado; y el amante ve sus defectos como todo el mundo, pero su amor no se altera lo más mínimo por eso. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante, y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.
Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, el convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante con razón: pues el amante está siempre queriendo desnudar a su amado. El amante fuerza la relación con el amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor.

Extracto de "La Balada del café triste"
de Carson MacCuller

8 comentarios:

Isabel dijo...

Hola Ico, hace dias, que ando liada y no he visitado muchos blog, y ahora pasaba para decirte que tienes un premio en mi blog, y que en cuanto pueda, me leo dos o tres entradas tuyas que no he visto aún. Un beso

Tantaria dijo...

¿Entonces qué hacer? ¿Amar o dejarnos amar? Creo que es más cómodo lo segundo. Al menos, se piensa un tanto menos...
Bonito extracto, intentaré buscar algo sobre el autor. ¿Y el cuadro? Interesante cuanto menos!

TARA dijo...

y entonces, ¿el amante no es amado......?

adriana rey dijo...

Creo que la pasamos mejor cuando estas posiciones no son tan fijas. Jugar de amante y de amado alternativamente es una experiencia que trae muchas satisfacciones. Saludos!

dintel dijo...

A mí me gusta ir cambiando de rol. Y mucho!!!

Candela dijo...

Y a mí me gusta ejercer los dos papeles simultáneamente. Entristece leer esa soledad de quien tiene amor para dar y no encuentra recipiente.

Anónimo dijo...

Jo, llevio días pensando en hacer un post sobre esto...aún así lo haré, pero desde otro punto de vista. Gracias.

muchacha en la ventana dijo...

Supongo que algunas veces seremos amantes o amados, dependiedo de la persona con la que estemos.

besos