jueves, 7 de mayo de 2009

La puerta trasera

La chica de la agencia se mordió la uña del índice izquierdo en un gesto de preocupación. El señor trajeado que la miraba detrás de unas gruesas gafas frunció el seño.
- Creí que había entendido usted perfectamente lo que quiero- le dijo mirándola desde su altura - Necesito ventanas al exterior, ventanas y puertas y un gran jardín.
- Es que esas características que usted me pide, son difíciles en esta zona- la mujer nerviosa, intenta salir airosa.
- Me da igual el estado,… no voy a perder más el tiempo.- el hombre mira el reloj de su mano derecha en un gesto de disgusto.
- Espere… a lo mejor… si no le importa que lleve cerrada varios años. Hay una casa en las afueras…
El hombre mira a lo lejos hacia donde la mujer señala y piensa que la casa tiene aspecto de mujer dormida. Cuando se acercan descubren que alrededor de puertas y ventanas ha crecido una fina hierba que cubre todo, incluso en los intersticios del escalón nace la hierba salvaje. Pese a esto, la puerta cede con facilidad.
El interior, distribuido como las antiguas casas de la zona, es un inmenso salón desde donde parten el resto de las habitaciones. El hombre la mira satisfecho a pesar del polvo y las arañas que acampan libremente. Se acerca al ventanal y sonríe al ver lo que hay detrás del cristal. La mujer habla sin cesar mientras sigue al hombre que desciende al jardín. La vegetación ha crecido salvajemente y sin dominio en todo el espacio, derramándose y desdibujando los contornos del jardín, no pudiéndose abarcarse los límites pues, las paredes han sido atrapadas bajo la densidad frondosa de las enredaderas.
- En realidad, me entró ayer, así que no puedo decirle nada de los dueños, creo que querían venderla o algo así…
- ¿y esa puerta trasera?- grita el hombre adentrándose en el camino cubierto de geranios y acacias.
La mujer titubeo buscando entre el manojo de llave.
- Pues no la tengo, creo que igual se ha perdido pero...Si quiere cuando vuelva a la agencia lo compruebo.
- Me gusta- dice el hombre volviéndose con una sonrisa- esto es lo que quería. ¿Le importa si me quedo aquí mientras usted va a la oficina a por el contrato?- la voz del hombre, que de de pronto adquiere un tono cálido, desconcierta a la mujer.
- No… claro que no. Esta tarde mismo le traigo el contrato.
La mujer se despide aliviada y satisfecha. El hombre, como llevado por imán, avanza apartando con delicadeza el ramaje de los arbustos que encuentra a su paso. Con mano diestra retira la enredadera que cubre parte de la puerta de madera. Para su asombro descubre unas enigmáticas palabras grabadas en la puerta.
“Dentro del invernadero adormecido fijamos un fuego aterciopelado”
Cuando apoya la mano sobre las palabras la puerta se abre sin emitir un sonido. Lo que el hombre vio delante de sus ojos no existen aún palabras que puedan describirlo. Frente a él, estalla una explosión de vivos colores. Flores, flores de de todo los tipos y clases saludan con sus vívidos colores y tejidos al extraño. A su paso las flores, dispuestas en armoniosos estantes y pérgolas se abren en toda su fluorescencia en el más maravilloso invernadero que el hombre hubiese visto jamás.
Absorbido por la belleza y el dulce aroma que desprenden siente cómo su cuerpo se relaja en un leve adormecimiento. Con una sonrisa en los labios se recuesta en el suelo junto a un rosal y una acacia. De pronto siente una paz desconocida que le transporta a un sueño soleado y luminoso.
La mujer mientras imprime el contrato mira una y otra vez las fotos de la casa. Consulta el dosier. Las pasa de nuevo. Las ha pasado cinco veces. Es sin lugar a dudas, la misma casa, pero sin aquel estado de abandono. Observa con detenimiento las habitaciones en perfecto estado, el jardín ordenado y limpio, cada una de las paredes claramente delimitadas. Pero, diantres, se estaba volviendo loca. No hay ninguna puerta trasera.


13 comentarios:

alejandra dijo...

Cada día me asomo ha esta tu pequeña puerta trasera, y me siento en una paz desconocida que me trasporta a un sueño soleadao y luminoso a través de tus relatos. Gracias

Carina Felice, Photography dijo...

ajjaja me ha puesto nerviosa! como que no habia puerta???
Ico! preparame un tecito relajante!
un besote enorme y un gran abrazo, te sigo, amiga

Namaste/\

Anónimo dijo...

Ays, me encantan tus relatos cuando les imprimes un poco de realismo mágico. Es mi literatura preferida...Si no le pones algo de magia a la vida se queda como sosa.
Un besazo, Nefer

Morgana dijo...

Ico, diste en el clavo!! jajajaja Me encanta. Y me identifica un poco. Gracias!!

...pero qué bonita casa, eh?? Tengo que verla...

Besos, preciosa.

maslama dijo...

hola guapa;
precioso relato, disfruté leyéndolo ¿y sabes una cosa? después, durante el día, estuve dándole vueltas a aquella puerta trasera desaparecida..

without dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
without dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
without dijo...

Magia? Quizás sólo vida...

Un abrazo

Nosu dijo...

me encantaría encontrar una casa así!

María dijo...

Tu relato me ha recordado un libro: "La princesa manca". De Martín Garzo.

Ico dijo...

Me alegro de que te gustara Morgana... Carina,Maslama la puerta trasera es esa espacio íntimo y oculto donde nos apartamos del mundo para crear e imaginar o hacer todo aquello que nos gusta y requiere estar con uno mismo a solas. Pero ¿no hay nadie que no haya adivinado a quien pertenece el verso grabado en la puerta?...

morgana dijo...

no; a quién??

Ico dijo...

los versos pertenecen al poema "Desde Dentro" del libro Poesía y verdad de Paul Eluard.. se me cayó de las manos colocándolo en la estantería...y dio pie a este relato...