sábado, 23 de mayo de 2009

La magdalena de Proust



Cuando viví en Madrid tenía un placer del que nunca me he sabido ni querido desprender. Adoraba las mañanas de Rastro. Me encantaba perderme entre los puestos de libros de segunda mano y rebuscar pequeñas y antiguas joyas literarias que nadie parecía apreciar, al menos su vendedor, y que para mí eran un tesoro. Esa afición, veinte años después, sigue latiendo en mí. Solo que ya no vivo en Madrid ni el Rastro es lo que era, tampoco yo.

Recuerdo esas mañanas mágicas cuando salía del Medeas amaneciendo, y en vez de irme a dormir, me encaminaban en dirección al Rastro. Más de una vez imaginé, entre los efluvios aún del alcohol que abajó, muy debajo de la calle Ave María, se vislumbraba el mar. Otras veces me acompañaba mi amigo Lenon, el gay más moderno de Madrid, y mientras, él encontraba modernísimas ropas de segunda mano en los puesto de los gitanos, yo rebuscaba libros y comic.

Hoy ha vuelto a mi memoria aquella época porque Mimí me ha dicho.

- Estas más feliz que en el rastro ¿no?

Y no he podido negarlo. Llena de polvo y descalza rebusco entre cajas de libros. Y es que hoy ha venido la propietaria de la casa a llevarse sus enseres personales que permanecían empaquetados en el garaje. Como vive en la península y no tiene intención de volver a las islas me ha pedido que le guarde unas pocas cajas y que me quede con los libros si quiero. He disimulado mi alegría, intentando no mostrar un entusiasmo excesivo, no vaya a ser que me suba el alquiler por la dosis extra de alegría.

Me ha faltado tiempo para apresurarme a registrar las cajas de libros. Allí encontré gran cantidad de libros, sobre todo libros de bolsillo, novelas románticas, históricas, de intriga pero sobre todo best seller. Es decir, todos esos libros en los que nunca reparo en las librerías ni en bibliotecas y que jamás me compraría. Allí estaban apilados unos a otros, Ken Follet, John Grisham, Dan Brown, Noah Gordón, Perez Reverte, Matilde Asensi, Antonio Gala, Victoria Holt, etc y me he configurado un rápido perfil del tipo de lectora que era la dueña. Entonces me ha acordado de un refrán o quizá era un proverbio que dice que “no hay libro malo que de él algo no aprendas “o algo por el estilo.

Así que he decidido no tirar ninguno de ellos, tampoco podría. Algún estante encontraré para ponerlos y tal vez, en las largas tarde de verano, comience a leer alguno para saber porqué se venden tantos Código da Vinchi o Pilares de la Tierra. Quién sabe, quizá alguno me atrape o tan solo sirvan para rellenar la sección “libros de los que puedes pasar”.

La dueña ha hecho hincapié en que no tire por favor la Enciclopedia Británica que le costó tanto. Y me he detenido ojear alguno de los 23 tomos de la enciclopedia cuya primera edición era 1786.

- No me digas que con todo lo que hay que hacer te vas a poner a mirar la enciclopedia británica- dice Mimi abriendo mucho los ojos.

- No, no …- digo- como cogida en falta, mientras simulo limpiar el polvo a las tapas de la enciclopedia.

Pero el colmo de la alegría ha sido cuando he abierto una de las cajas y he encontrado oh éxtasis total, una numerosa colección de Tintín, Asterix y Mortadelo y Filemón. Ha sido como la magdalena de Proust. He evocado en un instante el placer de la infancia. Aquellas tardes de domingo. Lo recuerdo perfectamente. Mi madre nos daba el dinero justo para el cine a mi hermana pequeña y a mí, y después de ver Tarzán o el Zorro siempre quedaba una pequeña cantidad que nos debíamos repartir a medias. Ahí, justo en ese instante comprendí que la vida es una elección y que ésta elección siempre trae dolor. Debía elegir entre las golosinas, que mi hermana compraba con su parte y sin dudarlo, o el tebeo. Remoloneaba un instante, desconsolada por lo que sabía ya la ausencia de las golosina. Siempre acababa comprándome el tebeo. Hoy sentada en el quicio de la puerta, he recordado a esa niña sentada en la acera de mi casa leyendo un tebeo una tarde de domingo. Justamente lo que voy a hacer en este instante.

10 comentarios:

Isabel dijo...

Pues no quisiera darte envidia, pero mañana, tengo mañanita de rastro, y cuando nos cansemos de cotillear por los puestos, a tomar cañitas, ¡ah!, y anoche, cuando nos cerraron todos los garitos del mundo mundial, acabamos en el Medea ¡que sofoco!, siempre esta hasta arriba. Por cierto, los pilares de la tierra, a mi me encanto, y de mortadelo y filemon ni te cuento ¿y la pagina de la rue del percebe?, ¿la leias?. Un beso guapa

sempiterna dijo...

Uy Ico, yo también tengo buenos recuerdos asociados al rastro. Digamos que es cuando empezó mi independencia.

Cuando Javi trabajó allí dos años era nuestro recorrido: levantarnos tardecito, desayuno con lectura y paseo por el rastro. Cervecitas en la latina con su paseo por el Madrid de los Austrias previo. Me encantaba. Y era un contraste grande porque por la tarde o por la mañana temprano del lunes, me tocaba el AVE de vuelta...

Ya volvimos a vivir aquí y lo hecho de menos (aunque a lo mejor no lo he conocido en ese momento que tú cuentas).

Y por otro lado, yo soy carne de best seller también. No todos, pero he leído bastantes, alternando con otras cosas. A lo mejor no aportan mucho literariamente, pero sin duda a veces se pasa un buen ratito. No te deshagas de ninguno, seguro que acabas leyéndo alguno.

Besos

farala dijo...

preciosa entrada y enternecedor tu amor por los libros, me gusta que no quieras deshacerte de ninguno y que hayas tenido que disimular tu alegría por el regalo!!

una de mis maestras/madres regaló su biblioteca al jubilarse y casi me da algo. posías coger bolsas y bolsas de los que quisieras!!

Nefer dijo...

Te entiendo perfectamente querida Ico... Y por cierto has contado la historia de una forma muy tierna, parecía que estaba viéndote.
Besos

dintel dijo...

Tuve más suerte: viernes, libro y golosinas y domingo, cine y palomitas. Y más tarde... se convirtió en libro cada dos días (entonces pasé a comer manzanas) ;)

María dijo...

Oh... yo leo de todo. Ahora, lectura fácil... ¡vivan los best-seller!

A mí me compraban un libro cada vez que tenía que ir al médico a revisión del oído... No sé cómo puede gustarme leer...

Nosu dijo...

a mi también me gusta encontrar pequeñas joyas en los rastros y mercadillos... cosas ed la infancia, me traen buenos recuerdos, cosas que pensaba que no volvería aver nunca.. y ahora están a la venta por 4 chavos...

maslama dijo...

hola guapa;
no sabía que habías vivido en Madrid.. comparto completamente tu gusto por el rastro, y por los libros viejos y antiguos.

besos,

morgana dijo...

...ya sabía yo que esa casa tendría una puerta trasera, lo sabía! lo sabía! Uffff qué regalo taaan bonito. Disfrútalos preciosa!

besos

mitocondria dijo...

Hay un refran que dice - No juzgues un libro por su portada ni a un hombre por su trabajo-