jueves, 23 de abril de 2009

Quiero ser un hombre



Míralo ahí. Durmiendo en el sofá. El que solo se iba a echar un ratito, qué feliz es. Esta noche yo estaré muerta de sueño y él se acostará tarde viendo algún programa de deportes. Mañana volveremos a tener de nuevo los horarios cruzados, cuando él se levante, yo estaré ya cansada de limpiar. No sé ni por qué lo quiero, pero si es que es una bestia, dios mío, trabajar, dormir, comer y ver la tele. No hace otra cosa. Al menos la niña está dormida y puedo leer mi correo. Tengo que sacar los filetes del congelador para mañana. Qué más, y comprar leche para la niña, que no se me olvide. Llevo fatal el examen del miércoles, mierda, quien me mandaría a apuntarme a tantas asignaturas. Si es que soy para todo igual. Un desastre. Y el armario de la niña, dije que lo iba a arreglar hoy. Tengo que doblar toda la ropa y poner una lavadora de blanco. Joder, pero qué es esto. Mierda ni siquiera ha sacado la ropa de la secadora. ¿Cuántos días lleva aquí? Para dos cosas que tiene que hacer. A veces es mejor que no me ayude. Que no me ayude. ¿Me estoy oyendo? Ya lo decía aquél hombre por la radio, cómo se llamaba, no sé, que las palabras conforman nuestro pensamiento. ¿Cuándo asumí la responsabilidad de toda la casa? ¿Cuándo acepté que lo que él hiciera fuera solo una ayuda? Tengo ganas de llorar o de comerme una pasta entera de chocolate con leche, pero estoy a dieta. Me la acabaré comiendo, a fin de cuentas a él le preocupa un rábano que tenga tres quilos de más o de menos. Ya ni me mira. ¿Cuándo fue la última vez que lo hicimos? Se me olvidó. Todavía está enfadado por la última vez. Lo sé. Aunque no me diga nada. Pero por qué se le ocurrió preguntarme. Claro que he fingido orgasmos, como todo el mundo, ¿no? Al menos en este lado del mundo. Pero es que, por más que se lo digo, no entiende. Piensa que me tengo que excitar por chupársela. Eso es lo único que quiere últimamente, y después las prisas, y así yo no puedo, no estoy preparada, hay veces que me duele y que quiero que acabe ya. Entonces finjo, cualquiera lo haría. Al principio no era así. ¿Cuándo cambió todo? No lo sé. Quizá cuando nació la niña. Y luego no se puede hablar con él. Se enfada, se ofusca, me da la razón, está dos días sin hablarme. Y otra vez a empezar. ¿Por qué es tan difícil hablar con los hombres? Tengo que parar, ya llevo dos tabletas y media de chocolate. Esta media y paro. Encima eso, tiranizada a las dietas. Cómo me gustaría ser como Esther. Que pasa de todo. Claro ella que puede, empresaria, inteligente, segura, guapa, ¿A quién le importa que tenga sobrepeso? A los hombres parece que no, que se los liga a pares. Sin embargo, ella dice que me admira a mí. ¡¡ A mi¡¡ Porque trabajo, estudio, soy ama de casa y me conformo con nada. Eso lo dice por mi marido. Lo sé. Pero el cariño es mutuo. Si ella supiera. Ni siquiera me atrevo a decírselo a ella. Si ella supiera que no me conformo con nada. No me conformo con nada. Hice lo que lo que tenía que hacer. Lo que la sociedad esperaba de mí. Trabajé, me casé, me compré una casa, tuve un hijo, incluso estudio, para seguir formándome, sacando horas de donde no puedo. Me mantengo en mi dieta, soy una buena esposa, no le pido nada más a la vida. Esto es lo que digo a los demás. Pero es mentira. Solo tengo un deseo. Me gustaría ser un tío. Sí. Lo he pensado todo. En la próxima vida me pido ser un hombre. Me pido no desear nada, satisfacerme con cumplir en el trabajo, traer dinero a casa, y ser feliz con mi mujer y mi hija. No tener que preocuparme por mi físico, o si tengo ojeras o me he depilado. No llorar con todo, no complicarlo todo. Quiero andar como si no le debiera nada a nadie, ni siquiera a mí misma; Hablar lo mínimo. Sin más preocupación. Sin más por qué ni más allá. Estar a gusto con las tres cosas básicas, sin ser excesivamente sensible, y simplificarlo todo mucho. Porque el mundo está bien hecho cuando eres un hombre y todo tiene su razón de ser. Cada cosa en su sitio y cada sitio en su cosa. Ellos siempre saben por qué quieren lo que quieren y lo que les pasa cuando les pasa. Aunque no digan nada. ¿Pero qué es lo qué quiero? ¿Qué es lo que me falta? Si es que ni sé lo que me pasa. Lo tengo todo. Seguro que si fuera un hombre no me estaría haciendo preguntas de este tipo, aquí sentada en la cocina, con mil cosas por hacer, a punto de echarme a llorar, y sin parar de comer chocolate. Jorge se ha levantado ¿ Me habrá intuido?

-¿Qué te pasa?

- No sé, me he hinchado a chocolate.

- ¡ Qué golosa eres¡ Luego te estarás lamentado.

- Ya lo sé.

-Pero ¿y por eso lloras? ¿Te va a venir la regla?

8 comentarios:

Dori dijo...

Me ha recordado una película que vi hace poco, "revolution road"
Como la vida misma...

Me ha gustado, saludos;-)

Morgana dijo...

dejo aquí mi encargo porque no he logrado hacerlo en el otro lugar, anda, escríbe algo que tenga que ver con el siguiente título: La puerta trasera.

Anónimo dijo...

La vida de miles de mujeres que juraron que esto a ellas no les pasaria y sin saber como acabaron rodando, como tantas antes en una rueda que no terminan de comprender... Quiero imaginar que los hombres que hoy también interpretan su papel juraron antes no hacerlo nunca, aunque hoy cada uno interprete el papel que le corresponde (historica o socialmente)

Nefer dijo...

Precioso y a la vez decepcionante post, para quien viva así. Bueno, más que vivir, para quien se sienta así.

farala dijo...

dile a tu protagonista que eso no se arregla pidiendo ser hombre sino enrollandose con esther que es lo que está deseando hacer (y más si, por lo que parece es la koplowitz)jajjajaaj

(precioso relato, lo he disfrutado mucho, a pesar de lo doloroso, por lo real y condensado)

maslama dijo...

hola guapa;
¡qué relato más sórdido! me ha tocado..

besos,

Ico dijo...

Maslama, la vida a veces tiene estos aspectos sórdidos,... gran parte de los relatos que escribo son extraídos de historias que me han contado, de cosas que he visto y que le ha pasado a gente de mi alrededor... y que por ende,que les podría pasar a cualquiera ...

Anónimo dijo...

Buaf, en algunas milésimas de segundo de nuestras vidas, de mi vida pasada se me pasó por la cabeza, me gustaría tener la pasividad y simpleza e irresponsabilidad de un hombre en esos determinados momentos pero sin dejar de ser mujer, y me dí cuenta que no puede ser que la grandeza de la mujer precisamente está en ser lo que somos y ver lo que vemos y EN NINGÚN MOMENTO Y BAJO NINGÚN CONCEPTO PERMITIR LO que muchas todavía, incomprensiblemente siguen viviendo junto a ellos, los hombres o mejor algunos hombres. YO, YA NO vivo con él, ELEGÍ ALGO, LO mejor, vivir y compartir, y fregar, y estudiar, y comer chocolate y engordar juntas con una Mujer.... así de fácil,